Los «adjuntos» de la pandemia

Los «adjuntos» de la pandemia
Fecha de publicación: 
10 Mayo 2021
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Foto: tomado de infosalus.com

Anthony Hopkins sorprendía el pasado diciembre a sus admiradores cuando declaró en Twitter que andaba celebrando sus 45 años sin beber alcohol.

¿Cuántos, en medio de esta pandemia con sus angustias y depresiones adjuntas, podrán continuar celebrando su abstinencia al alcohol luego de haberse mantenido sobrios durante largos años de esfuerzo?; ¿cuántos habrán vuelto a fumar después de haberle dado la espalda a los cigarros desde hace décadas?

Y son solo ejemplos de algunas adicciones que ha desbocado o inaugurado esta época de coronavirus galopante.

No por gusto el sitio oficial del Ministerio de Salud Pública de la República de Cuba se hacía eco recientemente de un artículo sobre este tema, donde aseguraba que aun cuando no existían investigaciones a gran escala sobre el tema, “las evidencias en el contexto comunitario muestran que durante la pandemia del nuevo coronavirus los comportamientos adictivos se han incrementado".

 


Foto: tomada de laverdadonline.com

Es usual, cuando sacan a la venta en algún establecimiento bebidas alcohólicas o cigarros, constatar las largas colas que se forman. Claro, el desabastecimiento de estos productos condiciona las colas, pero junto a la falta de oferta coexiste también un aumento del consumo.

No es un fenómeno privativo de Cuba y tiene sus explicaciones, aunque no justificaciones.

La propia Organización Mundial de la Salud, advertía desde mediados del pasado año sobre la posibilidad del impacto psicológico que podría tener la situación sanitaria en la sociedad y también alertaba de cómo el estrés, derivado entre otras razones del confinamiento, así como la inactividad podían condicionar la aparición de adicciones.

Ya es un hecho. El consumo de alcohol, cigarros, café, de drogas lícitas e ilícitas, incluyendo en estas últimas sustancias alucinógenas, se ha disparado, y también hay un incremento de conductas ludópatas –adictos a los juegos- y una dependencia de las pantallas en general.

Al respecto, ya desde junio del año pasado, la doctora Aiysha Malik, experta en salud mental de la OMS, advertía que acudir a esas sustancias y conductas como paliativo, “sólo puede empeorar las cosas”.

 


Foto: tomada de cubahora.cu

Sin embargo, una reciente indagación de la OPS/OMS revelaba que, tan solo en las Américas, ocurren, como promedio, 85 032 muertes anuales atribuibles exclusivamente al consumo de bebidas alcohólicas. 
La mayoría de esos decesos, consigna la investigación,  ocurre prematuramente debido a padecimientos del hígado y a otros trastornos asociados propiamente al alcoholismo, ya como trastorno neuropsiquiátrico, en personas con edades entre 50 y 59 años, sobre todo hombres.

Tres estudios que respectivamente profundizaron en Argentina, España y Bangladesh, demostraron que con el coronavirus,  los fumadores activos estaban consumiendo más tabaco de lo habitual, a pesar de las reiteradas advertencias médicas sobre los riesgos que comporta para los fumadores el contagiarse con la Covid-19.

A lo anterior se suma el consumo de sustancias psicoactivas y otras drogas. El pasado 7 de marzo, por ejemplo,  la agecia AFP reportaba que EE.UU. sufre aumento del consumo de drogas y de sobredosis. Los Centros de Control y Prevención de las Enfermedades (CDC) estiman que el número de muertes por sobredosis –sobre todo por opiáceos-  aumentó casi 25% entre julio del 2019 y julio del 2020.

En general, el consumo de drogas y, frecuentemente, de más de una droga - llamado “policonsumo”-, es desde hace años uno de los principales problemas de salud que no solo perjudica al propio consumidor sino a su familia y entorno más próximo así como a la sociedad en su conjunto, y la  actual emergencia sanitaria ha incrementado esos indicadores en una buena parte del planeta.

Por otra parte, y también condicionado por la ansiedad, el estrés, las angustias e incertidumbres asociados a la Covid-19, igual se aprecia un incremento de adicciones al juego, lícito e ilícito, y al consumo tecnológico en general.

Sobre todo adolescentes y jóvenes son los protagonistas de estas conductas y esencialmente concentrados en videojuegos y en las redes sociales, buscando atenuantes a la inseguridad y por faltarle esas herramientas psicológicas de que disponen adultos para enfrentar dificultades.

 


Foto: tomada de drromeu.net

Estas llamadas adicciones comportamentales podrían parecer menos relevante, pero puede resultar muy nocivo, y sobre todo, cuando ocurre sin supervisión de los padres.

Paradójicamente, junto a este incremento de de consumos tóxicos y otras adicciones, la propia OMS advertía, también desde el pasado año y a partir de un encuesta en 130 países, como “la pandemia de COVID-19 ha perturbado o paralizado los servicios de salud mental esenciales del 93% de los estudiados países, en tanto que aumenta la demanda de atención de salud mental”.

En Cuba, felizmente, ha sucedido todo lo contrario, se han activado y han tensado fuerzas los servicios de salud, apelando a nuevas alternativas de la mano de la creatividad y del sentido de la responsabilidad, echando mano sobre todo a variantes virtuales como los encuentros y las consultas en línea, así como la activación de números telefónicos a los que se puede llamar gratuitamente para pedir consejo u otras ayudas.

No obstante, también en la Isla se observa el aumento de comportamientos adictivos que, además del tabaco y el alcohol, incluyen en determinados segmentos poblacionales el abuso de sustancias ilegales y de prescripción médica, así como la práctica del juego ilícito, la dependencia tecnológica a  videojuegos, internet, el teléfono móvil, juegos online y redes sociales, y conductas somáticas, relacionadas con la realización compulsiva de ejercicios físicos o de actividad sexual, y trastornos alimentarios.

Así lo indicaba el Doctor en Ciencias Justo Reinaldo Fabelo Roche, jefe del Departamento de Investigaciones en Adicciones de la Universidad Ciencias Médicas de La Habana, quien acotaba que, a pesar de las actuales complejidades, “si las personas logran ser coherentes con sus proyectos de vida y con sus motivaciones laborales o profesionales, pueden afrontar estas adversidades y mantener la abstinencia o reducción de los hábitos adictivos durante la pandemia”.

Sin dudas, no puede existir mayor motivación que la propia existencia y la de los seres queridos, por eso hace falta consumir altas dosis de optimismo, bocanadas de entereza, largos tragos de paciencia y empeño, y, sobre todo, hacerse adicto a la responsabilidad y al compromiso con la vida.

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