El regreso del Che a la ciudad de la que nunca se fue

Hace 25 años, el 17 de octubre de 1997, los restos de Ernesto Guevara de la Serna y de parte de sus compañeros de lucha en Bolivia fueron depositados en el Mausoleo de la plaza que lleva su nombre en Santa Clara.

Tenía que ser en Santa Clara, la ciudad en la que el Guerrillero Heroico había librado una de sus más míticas batallas en diciembre de 1958.

Allí regresó muchas veces, y recibió muestras de un cariño y una admiración que él siempre correspondió. La Plaza de la Revolución que allí se inauguró en 1988, con su escultura inmensa creada por el artista José Delarra, estuvo consagrada a Ernesto Guevara.

Santa Clara fue desde entonces en el imaginario popular, "la ciudad del Che".

Cuando gracias a un intenso trabajo de campo, en el que participaron reputados investigadores, aparecieron los restos mortales del mítico guerrillero asesinado en Bolivia, la decisión no podía ser otra: el descanso definitivo iba a ser en Santa Clara.

Después del homenaje en La Habana y en la propia ciudad de Santa Clara, los osarios llegaron al mausoleo de la Plaza.

En la mañana de 17 de octubre el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz le rendía tributo frente a una multitud.

Allí pronunció un discurso memorable:

«No venimos a despedir al Che y sus heroicos compañeros. Venimos a recibirlos.

«Veo al Che y a sus hombres como un refuerzo, como un destacamento de combatientes invencibles, (...) que llegan a luchar junto a nosotros y a escribir nuevas páginas de historia y de gloria.

«Veo además al Che como un gigante moral que crece cada día, cuya imagen, cuya fuerza, cuya influencia se han multiplicado por toda la tierra.

«¿Cómo podría caber bajo una lápida?.

«¿Cómo podría caber en esta plaza?

«¿Cómo podría caber únicamente en nuestra querida pero pequeña isla?

«Solo en el mundo con el cual soñó, para el cual vivió y por el cual luchó hay espacio suficiente para él».