El dilema insoluble del COI ante conflicto ruso-ucraniano

El dilema insoluble del COI ante conflicto ruso-ucraniano
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Fecha de publicación: 
11 Marzo 2022
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Thomas Bach, presidente del COI. Foto: COI

El presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Thomas Bach, ha firmado hoy un artículo titulado Dale a la paz una oportunidad, relacionado con la guerra en Ucrania, en que no escapa de serias contradicciones éticas y conceptuales.

A pesar de que la Carta Olímpica establece la neutralidad política del movimiento bajo los cinco aros, Bach defiende la postura de su organismo de sancionar al deporte ruso, en virtud de que se ha violentado la paz y la tregua vigente por los Juegos Paralímpicos de Invierno de Pekín 2022.

Bach reconoce que «el deporte no puede crear la paz y que las decisiones sobre la guerra y la paz son competencia exclusiva de la política». Incluso acepta decir que «una competencia entre atletas de naciones afines no es un símbolo creíble de paz, es solo otro evento deportivo».

Y llega más lejos el presidente del COI, al afirmar que nuestro papel es «proporcionar un contraejemplo a la guerra y la división, no aceptar, seguir ni profundizar las divisiones entre las personas. Debemos estar unidos en el movimiento olímpico, debemos permanecer juntos en solidaridad para lograr nuestra misión unificadora en todas las circunstancias».

Sin embargo e increíblemente, dado el curso anterior del texto, Bach ratifica que las competiciones o eventos deportivos no deben tener lugar en el territorio de la Federación de Rusia o la República de Bielorrusia. Y que ningún símbolo nacional o estatal de esos países debe exhibirse en ningún evento organizado por el movimiento olímpico». 

Olvida en esa cita su llamamiento para que deportistas de Rusia no sean invitados ni aceptados en ninguna competencia internacional, lo cual ha sido implementado por muchas federaciones internacionales.

El titular del COI niega de plano que tales decisiones impliquen politizar el deporte o ir en contra de la Carta Olímpica. ¡Sorprendente!

Pareciera que el otrora esgrimista germano confunde a los atletas con soldados, y a los dirigentes deportivos con generales y políticos. Pero no, Bach vuelve pronto a la “realidad” y agrega un metro de largo a su contradicción…

«…esta guerra no ha sido iniciada por el pueblo ruso, los atletas rusos o las organizaciones deportivas rusas. Pero nos enfrentamos a un dilema insoluble en este sentido porque tenemos al mismo tiempo la gran responsabilidad de garantizar la integridad, la equidad y la seguridad de nuestras competiciones», afirma.

¿De qué integridad habla? De la integridad antirusa al parecer…

«Sin esto (las medidas), tendríamos que enfrentar la situación en que los atletas rusos o bielorrusos estarían compitiendo por títulos, mientras los atletas ucranianos no podrían hacerlo debido a la guerra en su país. Sin esto, hubiésemos tenido que vivir la politización de las competencias deportivas por parte de atletas o equipos, algunos de ellos incentivados por terceros. También tuvimos que considerar los riesgos de seguridad para los atletas rusos y bielorrusos que participan en competencias internacionales, debido a los profundos sentimientos antirusos y antibielorrusos que siguieron a la invasión», asegura.

Sin embargo, Bach olvida en este punto que muchos atletas ucranianos sí están compitiendo, afortunadamente, a diferencia de lo que empieza a suceder con los rusos y bielorrusos; olvida cuán poderoso sería el mensaje de encontrarlos a todos en ámbitos deportivos, en una cancha, en un podio; olvida que juntos podrían enviar al mundo un fuerte mensaje de amistad y diálogo en medio de diferencias y rivalidades. Ellos, los atletas, podrían acordar lo que no han podido lograr los políticos de ambos países en los diálogos de Minsk y Turquía. 

Bach no reflexiona sobre el hecho de que la politización de los eventos debido al conflicto sigue en marcha y se ensancha, y que mientras se ausenten los rusos y bielorrusos no desaparecerá esa huella. Y tampoco entiende el titular del COI que las medidas aprobadas en Lausana no hacen otra cosa que profundizar el sentimiento antiruso y antibielorruso. No lo hace desaparecer o menguar.

Una de las últimas oraciones de su artículo sabe a “caviar”… «Esperamos sinceramente que estos desafíos puedan superarse lo antes posible y que se pueda restablecer la paz. No nos hace olvidar a las víctimas de las otras demasiadas guerras en nuestro frágil mundo».  

Olvida Bach, lamentablemente, que los autores intelectuales y de hecho de esas “otras demasiadas guerras” no recibieron jamás tantas sanciones para sus deportistas. Ese es otro insoluble dilema ético y conceptual para el concierto de Lausana.

Ojalá llegue pronto la paz, incluso para ver si el deporte se ocupa del deporte. 

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