El cine, ¿y los amores difíciles?

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El cine, ¿y los amores difíciles?
Fecha de publicación: 
14 Enero 2025
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La notable artista Zaida del Río.

Ante pantallas disímiles espectadores diversos suelen expresar el deseo de ver una buena película. Quizás, en esa añoranza palpita la necesidad de conocer otras vidas mejores que la propia o prometedoras de nuevos caminos por andar. Descubrir al otro ser humano en profundidad puede ser un afán explícito o sumergido en desazones difíciles de explicar. La aspiración no siempre encuentra respuestas adecuadas en la televisión y otros medios de comunicación audiovisuales o experiencias interactivas. El escenario fílmico del siglo XXI se transformó mediante la avalancha de simulacros de noticias, acontecimientos y discursos que trasladan a los públicos dinámicos acosos de disímiles fantasías, entretenimiento tonto o competencias lúdicas repetitivas, pues acuden a manidas formas de contar historias.

En la era de los artefactos y las tecnologías aún lidera en las personas el interés por disfrutar de narrativas que proponen ideas y pensamientos facilitando abrir abanicos de posibilidades creativas ficcionales. A la escucha de este anhelo ha estado el programa Amores difíciles (Cubavisión, domingo, 10:00 pm.). No obstante, al parecer, desapareció de la pantalla televisual donde colocó filmes que han tenido la virtud de hablar por los personajes a partir de sus acciones. Argumentos, puestas, actuaciones, conflictos, maneras de ver el mundo, situaciones insospechadas nutren madejas intrincadas durante los desarrollos de tramas complejas como la existencia de cualquiera, aquí, y ahora. Sin duda, el equipo creativo realizador del espacio, Rolando Rodríguez (guion y dirección), Mayra Lilia Rodríguez (asesora) y Elaine Hernández (edición), se propone defender la honestidad del arte mediante un precepto esencial: al cine hay que leerlo como cultura y ofrece vidas tan electrizantes capaces de desatar profundas meditaciones. De ningún modo faltan planteamientos dramáticos y filosóficos de notable envergadura humanista. Ciertamente, nada es simple. Necesitamos el programa de cine Amores difíciles. Sugerente, incómodo, indagador, susceptible al hallazgo. Incluso invita a ir al cine, a la Cinemateca, al descubrimiento de clásicos nunca olvidados.

Ese acervo influye en cultores de diferentes manifestaciones. En una oportunidad comentó a BOHEMIA la notable artista Zaida del Río: “Ver buen cine me estimula a pensar lo que quiero llevar al lienzo en blanco. Nunca me contento solo con eso, escribo, concibo piezas en disímiles formatos, texturas, colores. Acudo a la música y la poesía. Jamás reconozco límites al sentir el arte en el alma, la conciencia y el poder supremo de la imaginación”.

Seamos conscientes, por doquier crece la circulación de programas extranjeros, series y producciones cinematográficas mediante intercambios de dispositivos tecnológicos sin filtros que garanticen la calidad artística. ¿Por qué no mantener propuestas atractivas, valiosas como una alternativa cultural? En el mundo lideran la banalidad, las “lógicas” mercantiles consumistas; urge contrarrestarlas de manera inteligente.  

Crear diseños de programación requiere pensar estrategias en provecho de mantener en el aire contenidos renovadores y estéticas atractivas. No es debido al azar que las audiencias exigen variaciones de lenguajes en un universo de visualidades cada vez más fragmentado. Educar desde la comunicación artística cinematográfica contribuye a sembrar la alerta en el ojo crítico, resulta esencial en estos tiempos de colonización cultural.  Si la mirada escruta y profundiza en lo cardinal de un relato, interpreta silencios, signos, actitudes, omisiones, desencuentros. La criticidad cognitiva robustece sentir el cine, los amores difíciles, las existencias cotidianas propias y ajenas. Pensémoslo.

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