EDITORIAL: Solidaridad y asistencia humanitaria

EDITORIAL: Solidaridad y asistencia humanitaria
Fecha de publicación: 
19 Agosto 2021
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El mundo celebra cada 19 de agosto el Día Internacional de la Asistencia Humanitaria, una jornada que este año, según la Asamblea General de las Naciones Unidas, está consagrada a rendir tributo a los trabajadores humanitarios que han sido asesinados o resultaron heridos en desempeño de su labor, y a honrar a todos los trabajadores humanitarios y los profesionales de la salud que continúan, a pesar de las dificultades, prestando asistencia y protección a millones de personas.

La pandemia de COVID-19 ha impactado en naciones ricas y pobres. Y las segundas enfrentan los mayores desafíos. Por eso la asistencia humanitaria debe estar dirigida sobre todo a las regiones más afectadas, a países que sufren serias crisis, arreciadas en buena medida por conflictos o desastres naturales.

Politizar la asistencia humanitaria, condicionarla, va en contra de los preceptos de las Naciones Unidas. Utilizar una supuesta asistencia con el manifiesto interés de cambiar sistemas sociales, o como medida de presión externa, traiciona las esencias de una jornada concebida desde la solidaridad.

Cuba ha ofrecido durante décadas asistencia humanitaria a decenas de países del mundo. La ofrece ahora mismo, en momentos particularmente complejos para la nación. No hubo necesidad, por ejemplo, de enviar personal de salud a Haití, después de los estragos del terremoto, porque en ese país ya había médicos cubanos. Y estuvieron entre los primeros que ofrecieron sus servicios a los afectados por el desastre.

Y esa ayuda la han recibido numerosos países del mundo, sin que hayan mediado condicionamientos políticos. Cuba no ha ofrecido lo que le sobra. Ha compartido lo que tiene.

Ahora, ante la compleja situación sanitaria que enfrenta el país —y sin que se hayan relajado las medidas restrictivas del bloqueo estadounidense—, varias naciones del mundo han enviado ayuda humanitaria, que ha sido recibida con responsabilidad y agradecimiento. Un país que ha dado tanto, no ha rechazado la ayuda desinteresada y solidaria.

Rechaza, eso sí, la «asistencia» hipócrita de los que utilizan la supuesta ayuda como moneda de cambio. O las pretendidas «intervenciones» que bajo una cobertura «humanitaria» tienen en realidad objetivos políticos.

Cuba seguirá ofreciendo asistencia humanitaria y la recibirá, atendiendo las normas internacionales y la más elemental ética. 

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