Descubren gran armadillo que habitó Brasil hace 40 millones de años

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Descubren gran armadillo que habitó Brasil hace 40 millones de años
Fecha de publicación: 
9 Diciembre 2024
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En un rincón del sur de Brasil, paleontólogos han desenterrado los secretos de un antiguo habitante del Eoceno, una nueva especie de armadillo extinto que revela un capítulo fascinante de la evolución en Sudamérica.

Este descubrimiento no solo añade una pieza clave al rompecabezas de los mamíferos del pasado, sino que también abre una ventana al mundo cambiante de hace más de 40 millones de años, cuando el clima global comenzaba a enfriarse.

El hallazgo en el corazón de Brasil

En la formación Guabirotuba, ubicada en el estado de Paraná, los investigadores encontraron ocho pequeños fragmentos óseos que cuentan una historia monumental.

Estos osteodermos, parte de la coraza que protegía a los armadillos prehistóricos, han sido identificados como pertenecientes a una especie completamente nueva: Parutaetus oliveirai. Este fósil destaca no solo por su antigüedad, datada entre 42 y 39 millones de años, sino también por sus características únicas que no se habían documentado en ninguna otra especie del género Parutaetus.

El Parutaetus oliveirai forma parte de los Euphractinae, un subgrupo diverso dentro de la familia de los Dasipódidos, a la que pertenecen los armadillos actuales.

Este linaje tuvo su auge en el Paleógeno (o Terciario temprano), un período que se extiende desde hace 66 millones hasta hace 23 millones de años. El registro fósil de los armadillos en América del Sur está compuesto principalmente por osteodermos, estructuras óseas que formaban la armadura característica de estos animales.

A diferencia de sus parientes modernos, esta nueva especie presentaba una serie de adaptaciones sorprendentes.

 Los osteodermos del Parutaetus oliveirai eran más grandes, con superficies planas en las áreas de articulación y un número inusualmente alto de pequeños orificios llamados foramina glandulares y pilíferos.

Estas aberturas podrían haber jugado un papel clave en su adaptación al entorno cambiante del Eoceno, al facilitar el aislamiento térmico en respuesta al enfriamiento global.

La vida en la formación Guabirotuba

Hace 40 millones de años, el área donde se encuentra hoy Paraná era muy distinta. La formación Guabirotuba, donde se hallaron los fósiles, estaba compuesta por sistemas fluviales que fluían a través de un entorno semiárido.

Durante las épocas de lluvias, los ríos transportaban sedimentos que formaron abanicos aluviales, creando el ambiente perfecto para preservar restos de vida antigua.

Además del Parutaetus oliveirai, esta región ha ofrecido una variedad de fósiles que incluyen peces, anfibios, tortugas y mamíferos, pintando una imagen de una biodiversidad rica y vibrante.

En este contexto, la nueva especie de armadillo aparece como un ejemplo de endemismo, mostrando adaptaciones únicas que no se encuentran en sus parientes de otras regiones.

El impacto del clima en la evolución

El descubrimiento de Parutaetus oliveirai también ayuda a comprender cómo los cambios climáticos del pasado moldearon la evolución de los mamíferos en Sudamérica. Durante el Eoceno, el planeta experimentó un enfriamiento gradual.

Esta transición habría favorecido características como la presencia de más pelo y mayores glándulas sebáceas, ayudando a especies como Parutaetus oliveirai a adaptarse al frío.

El aumento en el número y tamaño de los orificios glandulares y pilíferos en los osteodermos de esta especie podría haber permitido una mayor regulación térmica, un rasgo crucial en un entorno donde las temperaturas oscilaban drásticamente entre estaciones.

Un puente biogeográfico

El hallazgo de esta especie en Brasil representa un punto de conexión entre las faunas de distintas regiones de Sudamérica durante el Paleógeno.

Aunque los fósiles del género Parutaetus son más comunes en áreas como Patagonia y el noroeste argentino, la presencia de esta nueva especie en la formación Guabirotuba extiende su rango geográfico más al este que nunca. Este dato refuerza la idea de que los cambios climáticos y geográficos jugaron un papel importante en la diversificación y distribución de estas especies.

A pesar de su importancia, el registro fósil de la formación Guabirotuba sigue siendo limitado. Los investigadores esperan que futuros hallazgos ayuden a construir una imagen más completa de los ecosistemas de esta región durante el Eoceno. El Parutaetus oliveirai es solo la punta del iceberg en una historia aún por explorar.

Un descubrimiento que amplía el conocimiento sobre la biodiversidad del Paleógeno

Un legado de investigación

Este hallazgo no sería posible sin el trabajo conjunto de paleontólogos de distintas instituciones, quienes analizaron los fósiles utilizando tecnologías avanzadas como la tomografía computarizada 3D.

Este enfoque permitió revelar detalles internos de los osteodermos, arrojando luz sobre su función y su contribución a la biología del animal.

El descubrimiento también honra a los pioneros de la paleontología en Brasil, ya que la especie lleva el nombre de Édison Vicente Oliveira, un paleontólogo destacado por sus contribuciones al estudio de los mamíferos extintos en el país.

Como vemos, el Parutaetus oliveirai no es solo un fósil, sino un testigo de un mundo perdido, de un momento en que Sudamérica albergaba una fauna única adaptada a desafíos climáticos sin precedentes.

Este descubrimiento nos invita a reflexionar sobre cómo la vida, incluso en sus formas más pequeñas y blindadas, ha respondido a los cambios del planeta, dejándonos pistas para entender tanto el pasado como el futuro.

 

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