¿De qué tenemos que preocuparnos?
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Los casos positivos a la COVID-19 en Cuba están bajando, menos de 20 son los reportados durante tres días seguidos, pero el doctor Francisco Durán, Director Nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública ha llamado a no relajarse y a mantener más que nunca las medidas restrictivas.
¿Por qué nos pide algo así cuando evidentemente la situación mejora?
Aunque podríamos pensar que lo peor ha pasado, que la famosa curva se ha aplanado y el tan cuestionado pico quedó atrás, Durán explicó que hay altas posibilidades de que la ola remonte.
Parece imposible, con cifras tan bajas de infectados y tantas pruebas acumuladas y esto, precisamente, es lo que ha motivado el comportamiento indisciplinado de la población.
La experiencia puede ser nuestra única guía para saber qué es lo correcto.
¿Qué países, luego de salir de la etapa más peligrosa de la enfermedad tuvieron una recaída?
Lamentablemente no son pocos, y algunas curvas son peligrosamente similares a la nuestra.
En el día 55 del brote de la pandemia en Irak -justo la fecha por la que pasamos hoy en Cuba- este país comenzó a identificar muchos menos casos y para su día 59 ya la cifra parecía en picada.
Sin embargo, los números comenzaron a crecer nuevamente y en menos de diez días los casos positivos sumaron el número más alto hasta el momento, superando al que ellos habían considerado el pico de la afección.
Al bajar los confirmados el gobierno tuvo que ocuparse de otros asuntos pendientes, como el conflicto entre Irán y los Estados Unidos que tiene lugar en el territorio iraquí y a esto se suma el hecho de que el nuevo ministro es nuevo, pues las protestas en el país ocurridas en octubre pasado exigían -y lograron- un cambio de gobierno.
Los problemas particulares de cada país afectan en el desarrollo de la enfermedad, en el caso de Irak es uno de los que menos médicos por habitantes poseen.
Sin embargo, en Cuba no tenemos ese problema: no hay conflictos bélicos y el gobierno está centrado en contener la crisis sanitaria, tomando medidas desde antes de la detección del primer caso en el territorio nacional y reforzándolas a cada momento.
Entonces, ¿De qué tendríamos que preocuparnos?
Parece que de nosotros mismos, sordos a consejos y seguros, como siempre, de que alguien se ocuparía de nosotros si sucediera lo peor.
Esta misma semana el fotógrafo Ismael Francisco publicaba las imágenes de la tienda Cuatro Caminos: afuera miles de cubanos se movían, algunos en una cola aún no muy bien explicada, otros en la calle, como si la única diferencia con la vida normal fueran ahora los nasobucos, y estos ni siquiera colocados correctamente, aunque presentes, como un aditamento cada vez más pasado de moda.
La aglomeración no era una normal, compuesta de personas que salen a conseguir comida, y no era la única en La Habana.
Desde el lunes las calles vuelven a estar llenas, los choferes están hablando nuevamente de tráfico, si bien desde el día 6 de mayo el gobierno retiró de circulación más de 37 mil vehículos estatales.
La gente sale por salir, por el gusto de sentir la calle y los eventos de transmisión local van apareciendo. Tan cerca como esta semana una celebración religiosa en el municipio de San Miguel del Padrón trajo consigo varios infectados, por más que el presidente del país ha llamado a tomar medidas más severas con aquellos que se han contagiado en una fiesta.
El próximo será el segundo domingo de mayo, una de las celebraciones más esperadas por los cubanos: el Día de las Madres, y ya la gente se prepara, no para las llamadas como aparecen en los mensajes de bien público del televisor, sino para cocinar e invitar, para comprar algo, lo que aparezca, de regalo, para ir a hacer visitas, para comprar flores y llevarlas a los cementerios.
Los he escuchado, y no digo que mi barrio sea toda Cuba, pero podría serlo.
Las fechas coinciden, cercano al día 60 del brote de la pandemia en Cuba podríamos complicarnos de nuevo, y esta vez no valdrá culpar a nadie: nosotros mismos seremos los causantes si nos empeñamos en que no pasa nada, en que ya salimos de esto, en que el Estado se encarga y yo nunca salgo de casa, si acaso un ratico al día, pero nada más...
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