Danza Contemporánea de Cuba: el gran referente
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Danza Contemporánea de Cuba inicia las celebraciones por su aniversario 65 con una temporada en el Teatro Nacional de Cuba que incluirá dos piezas muy aplaudidas del repertorio reciente: Coil, de Julio César Iglesias, y Mambo 3XXI (en la imagen), de George Céspedes. Foto: Yuris Nórido
Este año Danza Contemporánea de Cuba celebra su aniversario 65, pero se celebra mucho más. Es el aniversario del acto fundacional del movimiento de la danza moderna en Cuba, al menos en una dimensión institucional.
Porque, aunque el propio Ramiro Guerra, el maestro fundador, hubiera protagonizado algunas presentaciones puntuales de esa manifestación, no fue hasta que la revolución triunfante le ofreciera un decidido apoyo para la fundación de un grupo, en septiembre de 1959, que se pudo hablar en Cuba de un auténtico ejercicio creativo de la danza moderna.
Había, por supuesto, antecedentes en lo que a danza escénica se refiere. No se puede olvidar la extraordinaria labor de los tres Alonso, Alicia, Alberto y Fernando, en la promoción del ballet aquí.
Pero la danza moderna era otra cosa. La primera directora del Teatro Nacional, la querida doctora Isabel Monal, recordaba recientemente que muchos de los que asistieron a las primeras funciones decían que aquello no era danza.
Si uno mira en perspectiva, Ramiro Guerra y sus compañeros, maestros, coreógrafos y bailarines fueron pioneros, auténticos artífices de una titánica labor de socialización, de creación, de formación.
Hoy Cuba es uno de los puntales de la danza moderna y contemporánea en el continente, un referente indiscutible. Y eso hay que agradecérselo a los maestros fundadores. Y a la compañía que gestaron.
Primero Departamento de Danza Moderna del Teatro Nacional, después Danza Nacional de Cuba, después la actual Danza Contemporánea. Varias denominaciones, una sola compañía. Porque a lo largo de estas décadas el público y la crítica han sido testigos de la evolución de una poética, que tiene sus bases en la técnica cubana de la danza moderna, otro auténtico logro de eso movimiento, pero que no se quedó allí, porque se ha enriquecido con múltiples diálogos con creadores, escuelas, estilos.
La compañía ha sido la madre de buena parte de las agrupaciones, cuyos forjadores se formaron en Danza. Y todavía a estas alturas es perfectamente posible encontrar bailarines y coreógrafos provenientes de Danza Contemporánea de Cuba en casi todos los elencos del país.
Danza Contemporánea de Cuba ha sido, en resumen, inspiración, referencia, estímulo. Y es uno de los emblemas de la cultura cubana. Desde los fundadores hasta las actuales generaciones han aportado mucho.
Y a 65 años de la fundación, la compañía tiene todavía mucho que decir sobre los escenarios. Sigue siendo una compañía joven, pujante, espacio de renovación.
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