Ciclones Eta y Iota dejaron unos 200 muertos y millonaria destrucción en Centroamérica
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Los huracanes Eta e Iota, que azotaron Centroamérica este mes, dejaron al menos 200 muertos confirmados y otros tantos desaparecidos, así como millones de dólares en pérdidas en infraestructura productiva y social de Guatemala a Panamá, según balances de los países afectados.
Eta y Iota tocaron tierra como potentes huracanes en el Caribe norte de Nicaragua, descargando intensas lluvias que que dejaron un rastro de muerte y destrucción en Centroamérica y las islas colombianas del Caribe.
Eta llegó a Centroamérica el 3 noviembre como un potente huracán categoría 4, y fue superado dos semanas después por Iota, que alcanzó la máxima categoría, de cinco, al tocar tierra en la misma zona nicaragüense el 16 de ese mes.
Las inundaciones y deslaves que cayeron sobre viviendas dejaron el mayor luto en Honduras con 94 muertos y ocho desaparecidos, según el registro oficial, aunque vecinos del norteño valle de Sula aseguraron a medios locales que numerosos cadáveres no han sido rescatados.
El organismo hondureño de protección civil, Copeco, informó que 3,9 millones de personas resultaron afectadas por deslaves e inundaciones, 154.000 albergadas por los daños en casi 70.000 viviendas.
Cerca de 300 carreteras resultaron afectadas, se destruyeron 48 puentes y 32 resultaron dañados por derrumbes, desbordamientos de ríos y quebradas.
Los mayores daños se produjeron en el valle Sula, la columna vertebral de la economía de Honduras, por el desbordamientos de los ríos Ulúa y Chamelecón, que obligaron a miles de personas a subirse a árboles o techos de las casas de donde fueron rescatados en lanchas y helicópteros.
- Ciclones mortales -
En tanto, Guatemala registró oficialmente 60 muertos, 100 desaparecidos y 2,1 millones de afectados, aunque el gobierno reconoció que podrían ser más de un centenar de fallecidos por un delizamiento de tierra provocado por Eta que sepultó decenas de casas en la aldea indígena de Quejá.
La Coordinadora para la Reducción de Desastres (Conred), a cargo de la protección civil, dijo que los ciclones también provocaron la evacuación de 274.829 personas.
Según la Conred, 211 carreteras y casi un centenar de puentes fueron dañados.
En Nicaragua murieron 21 personas por deslizamientos de tierra e inundaciones, que afectaron a más de tres millones de personas y dejaron pérdidas por 742 millones de dólares, según el gobierno.
El ministro nicaragüense de Hacienda y Crédito Público, Iván Acosta, precisó que Eta causó daños calculados en 178 millones de dólares en el noreste del país, mientras que Iota "tuvo un impacto nacional" y provocó pérdidas por 564 millones de dólares.
También causó más de 361 millones de dólares en daños a la infraestructura vial de Nicaragua. Casi 2.000 km de carreteras y caminos y 106 puentes quedaron dañados total o parcialmente, así como escuelas, centros de salud y el hospital regional de Bilwi, principal ciudad del Caribe Norte nicaragüense.
En Panamá los dos ciclones dejaron más de 20 muertos y una decena de desaparecidos, además de millonarias pérdidas, especialmente en la provincia occidental de Chiriquí y en la comarca indígena Näbe-Buglé.
Costa Rica sufrió los peores daños por Eta, que dejó dos muertos en el cantón sureño de Coto Brus, fronterizo con Panamá, cuando un deslave sepultó la casa en la que vivía una pareja conformada por un estadounidense y una costarricense.
Los dos ciclones causaron crecidas de ríos y derrumbes sobre carreteras que dejaron a 29 comunidades aisladas, según la Comisión Nacional de Emergencias.
Precisó que 2.056 personas debieron ser trasladadas a albergues por inundaciones y daños en sus viviendas, siendo el litoral Pacífico y el sur de Costa Rica los más afectados.
El Consejo Nacional de Vialidad de Costa Rica reportó daños en 264 carreteras, 11 puentes y 21 alcantarillas, cuya reparación requirió una inversión de 15 millones de dólares.
En El Salvador ambos huracanes dejaron dos muertos y daños en agricultura, aunque no han sido cuantificados.
Otras dos personas murieron en el archipiélago colombiano de San Andrés, Providencia y Santa Catalina.
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