Arnaldo Rodríguez TALISMÁN, ¿músico o empresario?

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Arnaldo Rodríguez TALISMÁN, ¿músico o empresario?
Fecha de publicación: 
30 Abril 2023
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Desde los primeros éxitos de su banda TALISMÁN, Arnaldo Rodríguez avisó que el mulato venía «acelera'o», y veinte años después sigue dando de qué hablar, porque es un creador en toda la extensión de la palabra, así que, sin abandonar el pentagrama y el escenario, el hijo de Ceballos emprende nuevos proyectos, todos pasados por la música, que es su espacio vital.

Recientemente, anunció en redes sociales la creación de la Mipyme Mambo S.R.L. Sobre el tema conversamos durante su visita a CubaSí:

—¿De qué va la empresa Mambo? 

—Mambo es todo un proyecto que ha aparecido en mi universo creativo desde hace algunos años y no se trata solamente de una acción, se está traduciendo en muchas cosas. Comenzó por un festival: en 2021, en medio de la COVID, nace Habana Mambo Festival, y el año pasado pudimos hacerlo de manera presencial con un éxito rotundo. Surgió también de esta idea creativa el CD Habana Mambo Orquesta, que la EGREM presentó, y ahora ha nacido una empresa con la tónica que se vive actualmente en el país, donde las nuevas formas de gestión no estatal se suman al desarrollo socioeconómico de Cuba.

«Uno siempre ha tenido ese bichito. Yo, en esencia, soy artista, un creador, un músico, fue lo que estudié, pero siempre he tenido mi bichito de hacer cosas en el mundo empresarial, y eso lo redondeamos en este nuevo ente económico que se llama Mambo. Ahí hemos nucleado a un grupo de profesionales que ya trabajaban conmigo en la organización y producción de eventos, de actividades culturales, y a eso le sumamos todos los servicios complementarios de gastronomía, o sea, todo lo que hacíamos de manera aislada, está en esta empresa, la cual también ha desarrollado un Proyecto de Desarrollo Local (PDL) en el municipio de Playa, de La Habana, y junto al Gobierno del municipio estaremos acompañando a la Dirección Municipal de Cultura y a las instituciones culturales del territorio en todo el accionar recreativo de la localidad».

—¿El proyecto sociocultural Lucecita también forma parte de este nuevo emprendimiento?

—La parte más evidente del aporte social que está haciendo Mambo como empresa, como sombrilla, donde contribuye de manera gratuita, directa, al desarrollo social, es el proyecto Lucecita. Allí mantenemos los talleres de diferentes especialidades artísticas para los niños de la comunidad, el coro que muchos han visto últimamente brillar en importantes escenarios gracias a la dedicación y el talento de la maestra Carmen Rosa, las artes plásticas con el joven Yarian Diego y los talleres de guitarra con Jorgito. Ahora estamos comenzando un trabajo que estoy seguro de que va a ser muy lindo con personas en situación de discapacidad intelectual.

—Arnaldo, a pesar de estos nuevos emprendimientos, te mantienes vinculado con la empresa estatal que te ha representado durante décadas. ¿Por qué?

—Por supuesto que no voy a "divorciarme" de mi empresa de representación, pues nunca la he concebido como una entidad que solamente "busca trabajos". Tengo otro concepto sobre la misión de estas empresas, con una visión de trabajo integral con el artista. Me refiero, por ejemplo, a la producción sonora y audiovisual, el asesoramiento, el soporte administrativo, etcétera.
 
«Por otra parte, creo que los artistas debemos relacionarnos con nuestras empresas como "socios de un mismo negocio" y con un objetivo común. No importa quién buscó el trabajo. Compartimos los porcientos de utilidades porque ambos, desde distintas posiciones y funciones, contribuimos al éxito del producto artístico en general. Esa es la manera en que me he relacionado con EGREM y MUSICUBA durante 20 años y, la verdad, con sus más y sus menos, me ha ido bien».

—¿Qué cambiarías o perfeccionarías, de modo que sea cada vez más provechoso el vínculo artista - empresa?

—Yo comenzaría por dotar a las empresas de la música en Cuba de más herramientas materiales y profesionales. Luego, habría que descargarlas de los abultados catálogos artísticos, que a veces no cumplen ninguna función: ni artística, ni patrimonial, ni comercial. Y luego, con ese catálogo seleccionado, pondría a los grupos creativos de las empresas a generar estrategias de creación y comercialización de productos culturales, ya sean artistas o unidades artísticas. 

—Entonces, a pesar de que tu experiencia particular es positiva, crees que sí debe reformarse el sistema empresarial de la música...

—Creo que nuestro sistema empresarial debe reformarse, pero con un análisis profundo y una mirada sincera, profesional, sobre nuestros problemas y su posible respuesta o solución. Hay cuestiones y dificultades que esa transformación no va a resolver. No nos engañemos. La industria de la música actúa en el mismo contexto socioeconómico que el resto de los actores económicos en Cuba. Por tanto, se enfrentará a las mismas dificultades y desafíos para cumplir sus objetivos. 

«Tampoco creo que la solución sea convertir en empresas privadas el conglomerado de instituciones del Ministerio de Cultura. Sería un grave error. Debemos fortalecer el papel de la empresa estatal socialista como principal forma de la economía cubana. Pero no fortalecerla con palabras, sino con hechos y acciones concretos».  

—¿Qué espacio quedaría entonces para iniciativas de gestión no estatal?

—Todo el espacio que se han ganado trabajando y aportando, cada cual desde su perspectiva. Nunca apostaría en contra de la iniciativa privada; de hecho, creo que podemos interactuar con las formas de gestión no estatal para reimpulsar nuestros propósitos, pero no debemos privatizar la industria.

«Ahora mismo hay una seria y complicada situación con el empleo de nuestros músicos a nivel nacional. El país debe insuflar de financiamiento al sistema para volver a ocupar jerarquía en los principales espacios públicos del país. Este espacio hoy está siendo ocupado por la indiscutible inmediatez y competencia de la gestión privada, que para obtener resultados económicos positivos, en ocasiones no está promoviendo lo mejor de nuestra música y la cultura cubana y, además, están jugando un rol de "programadores culturales" sin serlo. 

«Aquí me detengo, pues está en juego la política cultural del país y se crea el margen para la promoción de los antivalores, la subversión ideológica y el avance de la colonización cultural que hoy invade al mundo. No debemos vetar artistas o géneros musicales para promover otros, sino trazar estrategias inteligentes y efectivas, buscar equilibrio en el diseño de la programación cultural, respetar las jerarquías...

«Debemos cuidar con mucho recelo todos estos elementos de la música, el mercado y la sociedad, como si en ello nos fuera lo logrado: nuestra identidad, nuestros valores como nación, nuestro reconocimiento internacional en materia de arte. Hay que sentir que con esta problemática está en juego la cultura de la Revolución».

Comentarios

Ese si es un artista en toda regla,se debe tener en cuenta su opinión y comentarios sobre la promoción cultural de estos tiempos
yoselenrique@nauta.cu
Ni una coma más, ni una menos, a lo dicho por Arnaldo.
alexander@ipk.sld.cu

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