Según escribió en una carta pública John Jenkins, presidente del centro de estudios superiores, católico y privado, en el momento de su creación los frescos no fueron concebidos como una ofensa a los pueblos nativos.
Ahora, agregó, muchos han concluido, en el mejor de los casos, que las pinturas ocultan las consecuencias de los viajes (de descubrimiento) de Colón para esos pueblos que vivían en este nuevo mundo y, en el peor, que son degradantes.
Jenkins ordenó que los murales sean cubiertos con un tejido que permita su exposición de forma ocasional.
Queremos preservar las obras de arte cuyo propósito original era celebrar a los migrantes católicos marginados en la sociedad en ese momento, pero de una manera que no margine involuntariamente a otros, anotó.
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