Salto de longitud: Juan Miguel no le temió a nada

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Salto de longitud: Juan Miguel no le temió a nada
Fecha de publicación: 
10 Marzo 2018
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Hace menos de un año Juan Miguel Echevarría despidió su primera competencia grande entre mayores con rostro de contrariedad... Soñó con verse en la final del salto de longitud en el mundial de Londres y no lo consiguió.

Ahora cambiaron el escenario y su historia. Desde la techada Arena Birmingham no se podían ver las estrellas, y afuera imperaba la nieve, pero el cubano supo tocar el cielo y “poner” calor caribeño con un oro de mil quilates.

Cuatro registros sobre los ocho metros, dos de ellos superando su marca personal, y triunfo de 8,46 sin que le importara la presión aportada por hombres con títulos universales como el sudafricano Luvo Manyonga.

Juan Miguel le fue a la tabla sin dudas, apenas un foul en seis intentos. Fraguó la competencia con que todos sueñan, hizo recordar a los grandes de la especialidad en la Isla y sobre todo permitió soñar con el renacer de la misma.

"Me sentí con tremendo ímpetu y muchas ganas de regalarle una medalla a mi país, estuve siempre muy decidido a dar lo mejor, hacer una linda competencia, y me salió…", dice orgulloso, días después de saberse el campeón más joven del salto de longitud bajo techo, dados sus 19 años.

¿Algo diferente para este resultado?

Tuve una excelente preparación y creo que participar en el mundial de Londres con 18 años me aportó experiencia que aproveché ahora.

Tuve sobre todo una preparación psicológica muy buena. Creo que antes, aunque ya tenía las condiciones físicas, no poseía la suficiente mental para asumir este proceso, y por eso ahora me enfoqué mucho más en eso.

A la tensión lógica de cada competencia, esta vez se añadió que Manyonga te puso más de una vez contra la “pared” ¿Cómo lograste sobreponerte?

Creo que en ese momento eso ni se piensa. Tuve que ir contra dos campeones mundiales, que me pusieron bastante presión, pero salí a “pelear” la medalla.

Antes del quinto salto ya había cumplido con el pronóstico de este año, y por eso fui por un cierre mayor. Traté de pisar lo mejor posible para buscar la medalla de oro, sabía que la tenía en mis pies y me puse esa meta.

Muchos te han comparado con Iván Pedroso y aquel oro ganado en Sydney 2000, también viniendo de abajo ¿Te acordaste de eso?

He visto esa competencia muchas veces y me sentí reflejado en unas circunstancias parecidas. Él supo salir adelante y yo lo conseguí igual... Claro que pensé en él, y después muchas personas me han dicho que se los hice recordar.

¿Es Iván una guía para tu carrera?

Claro que sí. Quiero llegar a ser un gran saltador como él y ganarme mi propio sobrenombre. Si Iván fue el Saltamontes yo quiero tener el mío. En cuanto a marcas, ser estable por encima de los 8,50 metros, y una medalla en Tokio.

¿Qué cambia con este oro?

Ahora tengo un compromiso más grande, primero con los Juegos Centroamericanos y del Caribe, luego el mundial de Catar en el 2019, y los Juegos Olímpicos en el 2020.

Aunque Daniel Osorio es tu actual entrenador, hasta hace muy poco trabajaste con Juan Gualberto Nápoles ¿Cuánto hay de él en este triunfo?

Prácticamente todo. Nápoles es como un padre, le agradezco mucho haber estado en esta competencia, sé que disfrutó la medalla tanto como yo, como también lo hicieron Osorio, el resto de mis compañeros y el pueblo de Cuba.

¿Llegar a los nueve metros es una meta?

Ese es un sueño que está bastante lejos, pero poco a poco se logran los objetivos.

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