Francia: Macron quiere tener las manos libres

Francia: Macron quiere tener las manos libres
Fecha de publicación: 
5 Julio 2017
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Con toda una fastuosa propaganda a su favor, la versión capitalista de Macron dejó atrás a la neofascista Marine Le Pen, pero ninguno era realmente deseable para la clase trabajadora, que no cuenta con una favorable versión de izquierda de donde agarrarse, por lo que o no vota o lo hace por lo que cree menos malo.

Fueron dos versiones del capitalismo en pugna: la vencedora neoliberal con barniz social de Macron, quien afirma querer “liberar las energías de Francia”, lo cual escondía hasta ahora un proyecto de liberalización de la economía y de las relaciones laborales, en un país conocido por la gran fuerza del movimiento obrero.

Por otro, el neofascismo de Marine Le Pen, que, aunque diga querer representar a la clase trabajadora con su “patriotismo proteccionista”, defiende un discurso que divide a los trabajadores por su lugar de origen, alimentando la lucha del penúltimo contra el último y criminaliza los movimientos antifascistas.  Por eso los principales sindicatos llamaron a votar contra su Frente Nacional.

De ahí que Macron recurriría a un referendo si, subrayo, encuentra obstáculos a su programa y, por lo que vemos, se saldrá nuevamente con la suya.

INCONSECUENCIA DE LA “IZQUIERDA”

El porqué la versión francesa del combate político que empodera al capitalismo globalizador y liberal en lo que se refiere a derechos individuales, venció al de repliegue nacionalista, y conservador y restrictivo en derechos civiles, lo podemos encontrar en la profunda crisis política provocada por el Partido Socialista en el poder, debido al incumplimiento de todas las promesas electorales de Francois Hollande, aplicando una reforma laboral muy parecida a la del derechista Partido Popular en España, el cual hundió a un ente político dividido entre el seguidismo de las políticas neoliberales y el “giro a la izquierda”.

La corrupción lastraba y acosaba al conservador Fillon. Como alternativa a Le Pen solo quedaba Macron, ex     banquero y ex ministro de Economía extremadamente comprometido con la agenda neolberal, que ha recibido alabanzas de la canciller alemana, Ángela Merkel.  Sn dudas, todo un respaldo al desmantelamiento de lo público o ensalzamiento de lo privado, con la precarización del empleo y libertinaje financiero.

Los movimientos de Macron han disparado las alarmas a derecha e izquierda del espectro político francés, que consideran a Merkel como la culpable de una política económica que ha convertido a la zona euro en el último lugar del planeta en superar la crisis financiera de 2008, mientras que Berlín se beneficiaba de la debilidad de la moneda única y de un dumping salarial en la industria alemana.
El Frente Nacional ha acusado a Macron de ponerse a las órdenes de Berlín y reducir a Francia a un estado semicolonial como el que sufre Grecia.

En la izquierda, además del giro económico y social, se teme un quinquenio de limitación de las libertades y de los derechos civiles como consecuencia de una cruzada policial y judicial contra el yihadismo.

El imparable ascenso de Macron también ha conseguido sembrar el desánimo entre los grupos de extrema derecha o extrema izquierda que amenazaban con plantar cara al Elíseo.

Algunos analistas advierten del riesgo que puede suponer el hiperdominio de un presidente que durante cinco años podrá gobernar prácticamente sin oposición, porque espera contar con el apoyo de Les Républicains para reformas como la laboral y de los socialistas para ciertas subidas de impuestos.

Macron ha mostrado una y otra vez que los pronósticos y los análisis son incapaces de adivinar su trayectoria. Hace un año, parecía condenado a esperar hasta las elecciones del 2022 para tener alguna posibilidad de llegar al Elíseo. Hace tres meses, parecía abocado a lograr una presidencia maniatada, sin grupo parlamentario que le respaldase. Ahora, lleva unos dos meses como presidente, logrando hace poco la mayoría legislativa, sacando lascas a una abstención que mostró que la mayoría de los franceses ya no saben qué hacer, cuando tienen la oportunidad de las urnas.

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