Sudán del Sur: Treguas que no resultan
especiales

Mientras haya el mal de fondo de la limpieza étnica, junto a la ambición de poder e intereses económicos encontrados, ceses del fuego como acaba de efectuar unilateralmente el presidente de Sudán del Sur, Salva Kiir, tienen muy poca posibilidad de fructificar.
Lo triste de todo esto es que entre los millones de desplazados por una guerra sin fin se encuentran dos millones de niños que pueden fallecer en cualquier momento por las secuelas del conflicto, y no por el fuego de las armas.
Una nación así queda depauperada, sin ánimo de serlo, porque no hay una patria que se ocupe de sus hijos y viceversa, debido a las ambiciones de poder y otros elementos que hicieron el caldo de cultivo para separar a Sudán en dos partes, primero, y cercenar la hasta ahora joven independencia, después.
Kiir anunció este lunes 22 un alto el fuego unilateral en el conflicto que le enfrenta desde el 2013 a la oposición armada liderada por el ex vicepresidente Riek Machar.
También ordenó la liberación de todos los presos políticos, según afirmó el líder sursudanés durante un discurso ante un comité de diálogo nacional instaurado en Yuba, la capital, en el que participan representantes del gobierno y de la oposición, pero no Machar.
El Presidente hizo un llamamiento a “cualquier persona” de la oposición a que se sume al diálogo nacional, con la única excepción de Machar, por considerar que su presencia “causará problemas”.
No obstante, afirmó que Machar puede enviar delegados en su nombre, a la vez que instruyó a los servicios de seguridad a que no detengan a ningún opositor que exprese su deseo de participar en el proceso de diálogo en Yuba.
Kiir hizo un alegato a la unidad nacional y pidió el apoyo de la comunidad regional “para alcanzar la paz lo antes posible”...
Sudán del Sur se independizó de su vecino Sudán en julio del 2011 y dos años después estallaron las hostilidades entre las fuerzas de Kiir, de etnia dinka, y Machar, de la tribu nuer, que derivó en un conflicto de trasfondo étnico.
Ambas partes firmaron un acuerdo de paz en agosto del 2015 que llevó a la creación de un gobierno de unidad nacional, pero en julio del 2016 volvieron a estallar los enfrentamientos, que han causado miles de muertos y millones de desplazados y llevado el país al borde de la hambruna.
Un informe presentado el pasado marzo ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU denunció que en Sudán del Sur se está llevando a cabo “un proceso de limpieza étnica”.
La guerra civil en el país productor de petróleo comenzó cuando el presidente Salva Kiir despidió a su vicepresidente en 2013, dos años después de que el país se independizó de su vecino Sudán.
Los enfrentamientos que siguieron dividieron al país étnicamente, causaron una hiperinflación y dejaron a partes de la nación con hambruna, creando una de las crisis de refugiados más grandes de África desde el genocidio en Ruanda en 1994.
“Ninguna crisis de refugiados me preocupa más hoy que Sudán del Sur”, dijo Valentín Tapsia, el jefe en África de la agencia de la ONU para refugiados, ACNUR, en un comunicado.
En un país de 12 millones de personas, casi tres de cada cuatro niños no van a la escuela, dijeron ACNUR y UNICEF. Más de un millón de niños huyó de Sudán del Sur, mientras que otro millón está desplazado internamente.
Las agencias dijeron que más de 1 000 niños han muerto en la guerra civil. La cifra real podría ser mucho más alta, ya que no hay números de fallecidos disponibles para el país, una de las naciones menos desarrolladas del mundo.
Muchos refugiados de Sudán del Sur han huido a los vecinos Uganda, Kenia, Sudán o Etiopía, países que ya tienen problemas para suministrar alimentos y recursos suficientes para su propia población.
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