En los libros comienza todo
especiales
En Cuba son tiempos nuevos, para la cultura y para la vida toda. Los esquemas del pasado no siempre sirven para ajustar las necesidades del futuro. Eso lo saben Yunier Riquenes y Naskicet Domínguez (escritor el primero, informático el segundo), artífices de uno de los más interesantes proyectos de promoción literaria en el país: Claustrofobias.
A primera vista, el nombre no tiene nada que ver con la literatura, pero solo a primera vista. El de escribir libros suele ser un oficio solitario, introvertido. El acto de leerlos también. Riquenes y Domínguez pretenden mostrar toda la riqueza que tiene a su alcance un lector en Cuba ahora mismo.
Conversamos con Riquenes, que es también uno de los más laureados escritores jóvenes cubanos.
—¿Qué es Claustrofobias?
—Claustrofobias Promociones Literarias es un proyecto para promover el libro y los autores cubanos desde los soportes tradicionales y las no tan nuevas tecnologías. Se pretende acercar a los posibles lectores a la diversidad de contenidos que se publican en Cuba: libros, revistas, impresos y digitales, jóvenes, clásicos, contemporáneos.
“Pretendemos articular la información sobre los libros en Cuba desde diferentes canales de información, todo para dar a conocer el libro y los autores de nuestro país. Buscar cuanta forma sea posible para que la gente conozca los libros. Claustrofobias es el resultado de monitoreo de nuestro medios de información, el análisis de las publicaciones, y el saber desde la informática, el diseño, los medios audiovisuales, entre otros”.
—¿Para qué hace falta un proyecto como ese?
—Una vez fuimos dos niños del más profundo campo cubano. Uno se hizo informático y otro escritor, los dos lectores. Ahora vemos la necesidad de mostrar los libros a la gente, de todas las edades. Sabemos para qué sirven los libros, cómo pueden cambiarle la vida a cualquiera. Tal vez para muchos no sea necesario, pero nosotros seguimos creyendo que los libros siguen buscándose, necesitándose, pero la gente necesita saber qué se publica en nuestro país, y encontrar la diversidad, los libros que se parecen a sus vidas.
“Trabajamos con dos eslogans “Desde Cuba Cabe el Mundo” y “Todo comienza en las páginas de un libro”. Ahí se resumen nuestros propósitos. Queremos seguir trabajando desde Cuba y para los cubanos”.
—¿Cuáles son los referentes en Cuba?
—En los últimos años han aparecido varios proyectos que promueven el libro y la lectura en Cuba: desde la web, Isliada; La piedra Lunar, en Santa Clara con una librería y una editorial cartonera; el concurso de promoción de la lectura Caridad Pineda In memoriam, de Reinaldo Cedeño con gran participación en el país, y otros que nacen de diferentes formas, en librerías, proyectos editoriales, y muchas más variantes. Todas con interés desde diferentes puntos de vista de autores cubanos.
—¿Por qué alguien decide enrolarse en un proyecto así?
—Un día Naskicet y yo nos sentamos en un café. Siempre hablábamos de las posibilidades para brindar información a los lectores. Y los dos archivábamos información sobre libros y revistas. Naskicet había visto mis fichas sobre literatura. Yo no imaginaba hasta el otro día cuánto él fichaba en su casa natal. Revistas, libros, como si fuera un bibliotecario.
“Pero hablamos, discutíamos las posibles maneras de compartir con la gente sobre lo que se publican y aparece en nuestras librerías, la gente quiere saber qué hay en las librerías. La gente sigue buscando los libros. De los contenidos que sea. A la gente le gusta la diversidad de las páginas. Y nosotros decidimos compartir la información sobre los libros de Cuba. Creímos que era un enorme vacío.
“Y Naskicet me mostró cuánto se puede hacer con la informática y los análisis matemáticos. Él ha sido el artífice de todo esto”.
—Pero, ¿cuáles son las potencialidades?
—Yo soñaba con hacerme un blog. Un día Naskicet me regaló una página web para que comenzara a publicar. Pero no imaginamos que el tráfico de la página fuera tanto. Y comenzaron muchas visitas a diario y todo comenzó a crecer. La web primero y luego vinieron los boletines, después los talleres para los niños, las secciones para la radio y luego el programa, los spot para la televisión, los videosperfiles. Y luego la librería automatizada y un sello editorial.
“Todo está en función de la información del libro, de los autores y los lectores. La web, por ejemplo, hoy ha llegado a ser lo que soñábamos, es más fácil para encontrar los servicios, los lectores pueden llegar fácilmente al libro que prefieren. Y los retos son mayores”.
—Supongo que ante la novedad de la propuesta hayan tropezado con algunas piedras. ¿Qué prejuicios tienen que enfrentar? ¿Cómo los enfrentan?
—Aún cuando se reciba el apoyo del Instituto Cubano del Libro, la Asociación Hermanos Saíz y la Uneac con el Cieric, Claustrofobias sigue siendo un proyecto que no se entiende por mucha gente en nuestro país. Todo lo nuevo o lo diferente, muchas veces se rechaza.
“Se suma a eso que en Cuba todavía la conexión a Internet es muy difícil y actualizar la web, clasificar la información, lleva muchísimo trabajo. Y la gente no sabe bien porque no maneja con sistematicidad Internet y sus bondades.
“Naskicet trabaja en la casa offline, como viejo informático. Y hay que “entregarse” en Nauta para actualizar la web. Cuando llegamos a Etecsa vemos como se va el tiempo en el cronómetro y se anuncia el tiempo que falta. Y el dinero se va.
“Uno tiene que calcularlo todo. Hay muchos retos y eso nos hace crecer.
“Naskicet es muy exigente como matemático, mantener este proyecto que lleva ya cuatro años ha sido y es muy difícil. Hay que buscar un paquete de hojas por aquí, un toner por allá, y de todo. Creer en esto implica dejar muchas veces a tu familia, a tus amigos, muchos placeres…
“El mayor reto es no perder la sonrisa y la esperanza, por muy difícil que pueda parecer, desde los inicios decimos que es posible desde Cuba y queremos seguir creyendo en eso”.
—Pero cuatro años no es poco tiempo, muchos proyectos prometedores no han llegado ni a la mitad de ese tiempo. ¿Cuáles son los resultados concretos del de ustedes?
—Para nosotros los resultados concretos están en la gente a la que hemos llegado desde la radio, desde los boletines hasta muchas partes de Cuba y el extranjero, hasta las universidades extranjeras que reportan lo que publicamos, hasta aquellos niños que nos dejaron sonrisas inolvidables, y una medalla de papel que decía Gracias, en los libros digitales.
“Esos resultados, esas exigencias de la gente y los lectores son los que hacen y obligan a que sigamos, a no desfallecer, esos mensajes de los lectores que dicen que nuestro trabajo es válido nos permite continuar. Hemos podido hacer más. Soñamos con contribuir más al mundo editorial cubano y a la promoción de sus autores”.
—Hablas de conceptos que para muchos cubanos todavía parecen ciencia ficción. ¿De qué manera se puede articular una comunidad virtual en Cuba ahora mismo?
—Hace muchos años que en el mundo se habla de la comunidad virtual como concepto. Es muy importante que trabajemos en la nuestra. Naskicet me ha enseñado que incluso sin internet pudiéramos vivir con muchas ventajas; depende de la red cubana y sus servicios.
“Una vez me enseñó cuánto se puede lograr desde la informatización. Una vez me dijo, como una idea loca que Internet no era necesario para nosotros, si pones tu información clasificada para tu gente (en el lugar donde tu gente pueda aprovecharla) es lo ideal, pues a nadie más que a tu gente le interesa esa información.
“La comunidad virtual cubana puede ser aprovechada para el conocimiento, para la socialización de la promoción cultural de nuestro país y para crear redes donde la cultura palpite siempre.
“Claustrofobias trabaja para crear una comunidad virtual donde los internautas puedan conocer qué sucede con el libro y las publicaciones cubanas. Una comunidad virtual cubana donde la información sea atractiva puede traernos muy buenos dividendos en estos años. Permite una imagen Cuba, permite defender tus esencias”.
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