Un día, un nombre: Yusmari no es cualquier Mengana
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Era una joven con posibilidades de medallas y hasta un título podía ser bienvenido. Sin embargo, la kayacista Yusmari Mengana se encargó de dar la sorpresa mayúscula y convertirse, hasta ahora, en la reina de los Juegos con tres coronas.
Con solo 21 años, esta pinera, paletada a paletada, regata tras regata y podio tras podio, lideró una disciplina en la que además de fuerza y rapidez se necesita una técnica envidiable para lidiar no solo con la brisa marina, sino también con ese vaivén del kayac sobre un lago, que en tierra canadiense lucía demasiado imponente para una simple competencia deportiva.
Seis veces tomó la arrancada en el Centro de Welland y en todas cruzó puntera la línea de sentencia. Primero fue en el K-1 a 500 metros (su mejor evento y efectuado el lunes 13 de julio) y luego de un día de descanso lo repitió en el K-2 sobre la misma distancia, acompañada por otra joven, Yurieni Guerra.
Claro, su mayor heroicidad sobrevino en la tercera dorada, conquistada solo ¡una hora y 35 minutos más tarde de la segunda! en la prueba más rápida de las programadas para las mujeres: K-1 a 200 metros. Su sonrisa de niña feliz —con 21 años todavía es posible ser niña— la delató con la prensa: “quería también haber estado en el K-4, pero mi entrenador no quiso”.
De golpe y porrazo, Yusmari demostró que no es cualquier Mengana, como diría el refrán popular. Del bronce colectivo que logró en Guadalajara 2011 ahora pasó a ser la máxima ganadora de oros en la historia del canotaje continental para damas, igualada con la estadounidense Tracy Phillips y la canadiense Marie-Jose Gibeau, aunque ellas lo consiguieron en dos participaciones y la nuestra lo rubricó todo en Toronto.
Consciente de que le falta un mundo por aprender y pulir en este deporte, la kayacista recuerda una y otra vez la frase de sus primeros entrenadores cuando le dijeron qué era el canotaje: “montar bote en una playa”. A 11 años de haberse iniciado prefiere olvidar el cansancio diario del entrenamiento, las decenas y decenas de jornadas en que el amanecer le sorprendió sobre su bote o las incomprensiones con algunas amistades por no irlas a visitar con frecuencia.
Otra vez la crónica del día se la ganó el kayac, aunque bien pudo ser la gimnasia a través de la joven Marcia Videaux, quien nos devolvió, desde el caballo de salto, un triunfo que hacía 12 años no disfrutábamos, desde la época de Leyanet González y Erick López, quienes hoy parecen encontrar, por fin, sus relevos en Marcia y en Manrique Larduet, respectivamente.
Pero estas líneas son para Yusmari Mengana, la novia del mejor remero de todos los tiempos, Ángel Fournier, y la clasificada ya para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. Ser reina de una lid como esta se escribe fácil, aunque cuesta un sacrificio tan grande, que quizás solo una canción de Silvio Rodríguez se le ocurre a esta kayacista para explicarlo: “solo el amor engendra la maravilla…”
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