Médico cubano: lo principal es amar la profesión

Médico cubano: lo principal es amar la profesión
Fecha de publicación: 
11 Mayo 2015
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Julio Cardenal es un cubano típico, como mandado a hacer por el librito de los estereotipos: mulato, divertido, sociable, buena gente, no le hace ascos a un roncito, más sabroso si es entre amigos, ni a dos cuando no es día de trabajo o actividad del Partido Comunista en el que, aún jubilado, milita con sumo orgullo. “Soy de la estirpe de los Maceo”, anuncia en cualquier escenario y es médico, internacionalista para completar la semblanza perfecta de los cubanos que engrandecen la cotidianidad de esta isla.

¿De dónde viene la vocación por la medicina y específicamente por la pediatría?

“Yo creo que desde muy pequeño estaba interesado, como desde los seis años ya andaba con lagartijas operando. Pediatría porque los niños son algo muy grande… en la época de mi infancia, en el barrio pobre de La Habana donde yo vivía vi mucha tragedia con  los niños, no existía la solución que tiene hoy la infancia, muchos chiquillos limpiando zapatos, enfermos, trabajando y sin poder resolver ningún problema, después en una ocasión, ya mayor, fui al policlínico y conocí un pediatra, lo vi atender con tanto cariño,  dedicación y  pensé esto es lo que quiero, ayudar  a los niños, curarlos, voy a hacerme pediatra.”

¿Qué lo llevó a Matanzas?

“Me enamoré y me casé con una matancera, Edda, médico también y además era dirigente estudiantil y me mandan a dirigir al hospital de Colón, estuve en el servicio de gastroenterología allí, director de Perico, ya me fui enredando en Matanzas y me quedé aquí”

Durante la misión médica en Yemen, 1976Luego llegaron muchas otras responsabilidades, entre ellas la de dirigir durante una época muy difícil el hospital pediátrico de esa ciudad y varias misiones internacionalistas ¿qué motivó esa disposición incondicional?

“Yo fui fidelista desde la misma niñez, desde siempre y para donde me mandara Fidel iba yo, fui a Oriente a recoger café, a alfabetizar, a lo que sea y dentro de eso estuvo asumir cargos en momentos muy difíciles del país y cumplir misiones donde hubiera que hacerlo en el año 1976, por ejemplo, con veinte y tantos años me fui a Yemen.  Creo que esa disposición depende del amor personal de cada cual, del amor a la patria, a la profesión,  no es descarga, es real, así es como yo lo veo, tú no puedes abandonar el territorio donde tu naciste y que te dio todo lo que eres por dinero o por capricho.”

¿Cuál es la mayor satisfacción que tiene un médico en Cuba?

“La mayor satisfacción que tiene un médico en Cuba es la de no ver sufrir a tanta gente que uno ve sufrir por ahí, en todas esas misiones se sufre cantidad, viendo a la gente sin soluciones, donde los gobiernos no han puesto o no tienen la posibilidad de poner lo suficiente para resolverle el problema a la gente, eso es muy impactante, lo que uno ve, lo que uno siente, yo tengo ahí fotos de niños en los países donde he estado que son muy fuertes, niños de los que hemos salvado a muchos los médicos cubanos, eso no tiene precio. No ver eso aquí es la mayor satisfacción de un médico cubano.”

¿Nunca pensó en abandonar su profesión? ¿Ni en los peores momentos de este país?

“Jamás. Lo primero es la vocación,  la mayoría de los procesos que hay de gente que abandona la profesión no es por economía, sino por falta de vocación, porque se le abren otros caminos más fáciles y ahí mismo se metieron y no le ponen el alma y el sentimiento que lleva ser médico. Esos nunca debieron ser médicos, no tenían vocación de médicos, sino de gastronómicos o de artesanos y no los critico, cada cual tiene en su cabeza lo que cree, pero nunca debieron haber empezado a estudiar medicina, porque es una pérdida de tiempo para ellos y una pérdida económica para el país que forma a un individuo para que cuando ya esté casi hecho se vaya  a otra actividad más rentable. Eso tiene que ver con tu formación política, ideológica, pero humana también, porque el médico es la representación de la humanidad, lo de nosotros es salvar vidas, es la vocación más humana, es muy lindo hacer un puente, un edificio y muy necesario, pero es imprescindible cuidar al ser humano y eso es así desde los curanderos de las tribus.

Muchos justifican los malos tratos o la indolencia que a veces lamentamos en las instituciones de salud con las limitaciones económicas que sufren los profesionales del sector ¿cómo lo ve usted?

“No, eso no tiene justificación, es falta de profesionalismo, falta de honestidad consigo mismo. Cuántas veces no habremos ido nosotros a trabajar con mil problemas en la cabeza, sin transporte, a pie hasta el pediátrico, bajar o subir caminando de madrugada por ese barrio, que la gente ahí ya me conoce y me quiere, porque en el período especial un día almorzaba en casa de este y el otro me llevaba un pan, nos tocaron tiempos mucho más difíciles que estos, sin aumento salarial, por ejemplo y te digo que nada justifica el maltrato a la gente, ni aunque esté la comida mala, que en otros momentos ha estado peor que ahora. Lo más importante, te repito, es tener vocación, sentido de lo que es ser médico y ser humano, hay quien tiene muchos conocimientos de medicina, pero es un salvaje, no tiene ese razonamiento y ese corazón y son esos los que maltratan, los que dejan un cuerpo de guardia y cuando tú te pones a estudiar por qué nos pasan esas cosas te das cuenta de que la masividad nos ha servido para ayudar a mucha gente, pero nos ha hecho daño también.”

Ha ejercido la docencia durante buena parte de sus más de 40 años de servicio y me decía que la disfruta mucho ¿por qué?

"Tenía que pagar lo que hicieron conmigo mis maestros. Me encanta dar clases es una de las cosas que sigo haciendo cada vez que puedo o hace falta, dar una clase, una conferencia…·

Con un niño salvado por los médicos cubanos en Sudáfrica

¿Qué consejo les daría a los jóvenes galenos?

“Escoger bien qué especialidad vas a hacer, porque hay quién se equivoca y después están rabiando por irse de ahí, porque yo tengo pacientes que los he tratado a ellos y a sus hijos, es para toda la vida y cuando tú estás en una sala de pediatría y te cae encima la gritería de los chiquillos, los llantos o ves niños pequeñitos sufriendo y tú sabes que tienes que estar ahí, tener paciencia, ser amable y mantenerte ahí porque ese es tu trabajo, necesitas mucho amor por la profesión, a lo que estás haciendo. Lo principal es amar la profesión que escogieron y entregarse por entero a eso, porque se trata de salvar vidas, la vida de tu vecino, de tu familia, la vida de tu prójimo…”

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