Birdman: lo mejor del paquete

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Birdman: lo mejor del paquete
Fecha de publicación: 
12 Marzo 2015
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Antes de que Birdman (o la inesperada virtud de la ignorancia) ganara los más importantes premios en la última entrega de los Óscar, muchos en Cuba ya la habían visto, incluso no pocos aventuraban que sería la gran ganadora de la noche.

Los tiempos que corren: ya no hay que esperar a que las películas se estrenen en los cines o que las transmitan por televisión. En Cuba suelen venir en “el paquete”.

Se sabe que el bloqueo impide que las salas cubanas integren los circuitos internacionales de estreno de las producciones hollywoodenses, lo que no significa que (por debajo del telón) se dejen de programar.

Es más, para bien y para mal, la mayor parte de los estrenos cinematográficos en Cuba son estadounidenses. Es probable que más tarde o más temprano la Televisión Cubana transmita Birdman, antes que cualquier otra televisora pública del mundo.

Debería hacerlo, porque la cinta de Alejandro González Iñárritu es una obra maestra. Así, sin matices: una obra maestra.

No significa que el famoso director haya descubierto el agua tibia. Birdman bebe de un importante legado de filmes que han mirado el cine desde el cine (el acto creativo desde el acto creativo mismo), que se han zambullido en las profundas aguas de la genialidad y el talento en su permanente pulso con el contexto.

Tampoco en su dimensión formal es pionera. Ya hemos visto esa toma única (aunque aquí, queda claro, es solo la ilusión de una toma única, de hecho, el cuento transcurre en varios días), una manera de filmar que impone (que exige de) una dramaturgia ágil, sin puntos muertos.

Lo que pasa con Birdman es que pocas veces se alcanza ese monolito: esta historia, con todas sus implicaciones y meandros, encaja perfectamente en el formato escogido. No hay grietas entre lo que se dice y la manera en que se dice.

La yuxtaposición de diversos planos de la realidad (¿cuál es el ámbito más factible?, ¿el escenario?, ¿las bambalinas?, ¿la febril imaginación del protagonista?) sustenta una narración múltiple, simultánea: la trama que se explicita y la que se sugiere, la que se va desarrollando en las sombras.

Es asombrosa la manera en que entran y salen los personajes, protagonistas de muy particulares líneas argumentales, que confluyen frente al lente en un discurso en apariencia aleatorio. ¡Con qué facilidad los actores exteriorizan transiciones más o menos súbitas! ¡Con que naturalidad fluye el relato! ¡El caos ordenado!

Zigzagueando entre pasillos, camerinos, escenario, balcones, calles, bares y talleres… la cámara va dejando testimonio del sólido edificio dramático. Abundan los extrañamientos, que se insertan sin traumas en la sucesión de acontecimientos.

 

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La puesta en pantalla es un auténtico tour de fource, pletórico de destrezas técnicas. La visualidad es avasalladora, el montaje eficaz y seductor… pero la película está sostenida sobre todo por la redondez del libreto y el espectacular desempeño del elenco.

González Iñárritu hace una crítica feroz al estado actual del cine (del gran cine industrial, se entiende) precisamente desde los ámbitos del gran cine industrial. Es esta una profunda y combativa reflexión sobre la mercantilización del arte… que perfectamente cabe en los esquemas comerciales del arte establecido.

La vocación simbólica del relato es diáfana: un decadente actor de Hollywood (interpretado por Michael Keaton), famoso por un papel de superhéroe, lucha por montar una adaptación teatral de un cuento de Raymond Carver, con la esperanza de ganar verdadero reconocimiento como actor.

¿Van de la mano el prestigio y la celebridad? ¿Hasta qué punto la crítica “construye” fenómenos de audiencia? ¿Cuáles son las cuerdas invisibles que mueven el mundo del espectáculo? ¿Cómo definir (y complacer) a un público?

Preguntas, muchas preguntas. Y una respuesta cinematográfica rotunda, pero sin obviedades.

De esa manera tan esperpéntica, con ese humor tan negro, Birdman habla también de la importancia de los sueños y las fantasías, móviles de tantas empresas concretas. De la capacidad movilizadora de cierta violencia. De la crisis de un esquema de valores, que es definitiva una crisis sistémica. De la vanidad, de la desesperación, del miedo… y de la esperanza, que ya sabemos que es lo último que se pierde si es que hay que perderlo todo.

Frenética, un poco jactanciosa, divertida, lenguaraz, optimista, valiente... Birdman es otro ejemplo de las reservas del talento y el empeño, capaz de sobrevivir en ambientes creativos tan mediocres y serializados.

Buena parte del público cubano la disfrutó gracias al tan mentado “paquete”, pródigo en banales parafernalias. Ya lo ven, en el fango a veces uno encuentra perlas…

Título: Birdman (o La inesperada virtud de la ignorancia)
Dirección: Alejandro G. Iñárritu
Producción: Alejandro G. Iñárritu, John Lesher, Arnon Milchan, James W. Skotchdopole
Guion: Alejandro G. Iñárritu, Nicolás Giacobone, Alexander Dinelaris, Jr., Armando Bo
Música: Antonio Sánchez
Fotografía: Emmanuel Lubezki
Montaje: Douglas Crise, Stephen Mirrione
Elenco: Michael Keaton, Zach Galifianakis, Edward Norton, Andrea Riseborough, Amy Ryan, Emma Stone, Naomi Watts
País: Estados Unidos
Año: 2014
Género: Drama/ comedia
Duración: 119 minutos

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