Selfies por doquier. ¿Moda, egocentrismo… o las dos cosas?

Selfies por doquier. ¿Moda, egocentrismo… o las dos cosas?
Fecha de publicación: 
15 Septiembre 2014
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Una práctica se ha puesto de moda en las redes sociales, el selfie. Algunos dicen no saber de qué se trata, pero es, en definitiva, un autorretrato, y estos son tan antiguos como la propia invención de la fotografía o aún más, las artes plásticas.

Sin embargo, Facebook, Twitter, Instagram y otros espacios públicos de Internet han funcionado como plataformas inteligentes para que prolifere el hábito, y este se convierta en rutina, de tomarse autofotos y subirlas al ciberespacio para que todos o nuestro universo de contactos las vean.

 

Antes una se compraba un vestido y lo reservábamos para un evento especial donde pudiéramos ser admiradas: una fiesta de graduados, un encuentro con amigos, fiestas familiares, etc. Ahora no es necesaria la espera porque te haces un selfie y lo subes a tu página.

 

Los métodos son diferentes, la intención sigue siendo la misma: demostrar algo, informar algo, decirles a los demás que existes de esta o aquella manera.

 Obama selfie
El controvertido selfie de Obama y la primera ministra danesa, Helle Thorning-Schmidt, durante el funeral de Nelson Mandela

El mundo actual nos da muchas facilidades para hacernos visibles en una sociedad que es diversa y amplia. Pero repito, el sentimiento promotor, el porqué, el motivo para hacer uso de esas herramientas modernas no es más que nuestra necesidad de ser reconocidos; de compartir con otros aspiraciones o frustraciones, sueños o miedos. Es, en definitiva, las ansias de mostrar nuestro universo individual.

 

Como dice un amigo que gusta mucho de filosofar, “todo está en Internet”. Yo creo que no es así, más bien confío en los libros, los palpables. Pero no deja él de tener razón. Una de las teorías estudiadas en comunicación en la Facultad decía que lo que los medios reflejaban es lo que existe, lo demás es irrelevante, es como si no sucediera. Según mi amigo, si no estás en las redes sociales, no te conocen.

 

A pesar de mi profesión, prefiero integrar el grupo de esos desconocidos, pasar por invisible, pero en este entorno es casi imposible, y por el otro lado, las redes sociales también tienen mucha utilidad. A nivel personal, por ejemplo, la mayoría de las familias cubanas tiene algún miembro en el extranjero, o sea, que más allá del correo electrónico, el dinamismo que nos brindan Facebook o Twitter es muy ventajoso para la comunicación entre familiares, amigos y conocidos.

 papa selfies
El papa Francisco no desdeña el uso de las redes sociales

En el periodismo las redes sociales se han vuelto imprescindibles. A veces hemos sabido de relevantes acontecimientos primero por los 140 caracteres que por una nota oficial en un diario digital o impreso. De hecho, esta inmediatez podría darle mayor credibilidad o rango a la publicación en cuestión.

 

En el caso de los selfies, el auditorio habitual del retratado se lleva en un instante la imagen exacta de quien trasmite. La gente pone, por ejemplo: “estoy manejando” o “estoy cocinando” o “este es el restaurante al que fuimos anoche”… y la foto refleja inmediatamente el estado actual y “real” (recuerden que hay mucho de histrionismo en todo esto) de quien toma el selfie.

 

Está clarísimo que la idea no es solo lucir nuestro rostro en un momento determinado, sino mostrarles a los demás lo bien que nos sentimos, lo lujoso que es nuestro auto, lo bella que me quedó la cocina o lo caro que es el restaurant que frecuentamos.

 

Por supuesto, sería injusto generalizar, no todo es alarde. Para muchas personas se trata de algo sin importancia. Yo misma me tomo selfies cuando estoy de vacaciones para enviárselos a mi familia y amigos. Nos extrañamos, ellos quieren verme y yo a ellos. Si casi siempre viajamos mi esposo y yo solos, ¿a quién le pido que me haga las fotos? Claro que de vez en cuando interpelamos a alguien en la calle, pero hay que reconocer que si apretamos nosotros mismos el obturador, resulta más fácil y nos sentimos independientes.

 

Cada selfie está cargado de disímiles mensajes. Quien se retrata y sube su foto a Internet, inocentes o no, sus intenciones van en busca de atención de alguien; no importa cuán grande o pequeño sea tu público, pero el caso es que cada uno de nosotros necesita a alguien como espectador de nuestras vidas. Somos humanos en una civilización que tiene miles de años, vivimos en sociedad, e incluso los ermitaños necesitan mostrarse de vez en vez.

 

Los selfies son una vía para hacernos presentes o partícipes de algo. Por ejemplo, el blog Jóvenes por Los 5 emplazó a sus lectores en las redes sociales a participar en el concurso Un Selfie x Los 5, con el objetivo de denunciar los 16 años de injusta encarcelación de los Cinco Héroes cubanos en Estados Unidos. Esta iniciativa y otras demuestran que una práctica que parece narcisista o egocentrista para muchos, también puede reunir público en función de buenas acciones.

 

Antes de hacer este texto conversé con muchas personas, incluidos sicólogos, trabajadores de los medios y del arte, obreros, estudiantes y amigos de forma general; la mayoría eran jóvenes, pues los que pasaban de 38 desconocían el significado de la palabra selfie. Y a mi modo de ver, el peligro radica en la incidencia de esta práctica en nuestra vida, en cuánta importancia le concedamos. La necesidad de reconocimiento puede volverse en contra nuestra si raya en el límite.

 

Un selfie que se ha puesto de moda es el after-sex. Las parejas siquiera posan desnudos, pero sí felices y sonrientes como si la intimidad ya no hiciera falta, cuando en realidad esta acción es una manera forzada de legitimación, de cumplir como es debido con la práctica del sexo, de gritar a todas voces: “Yo soy sexualmente activo” o “Yo sí tengo con quién hacer el amor”.

 

La industria de las tecnologías también ejerce un protagonismo en esto. Cada vez las empresas se esfuerzan más para dar servicios novedosos o brindar diseños únicos de celulares, laptops o cualquier otro artefacto que nos sirva para comunicarnos.

 selfie mono
Una de las fotos de la serie de "selfies" tomadas por monos indonesios generó una disputa por derechos de autor entre un fotógrafo británico y Wikipedia

En la era del selfie han creado o perfeccionado artículos que faciliten el autorretrato como trípodes o bastones plegables que incluso disimulan que la foto sea un selfie y no tomada por alguien más. De hecho, mucha gente prefiere un teléfono portable con una cámara que funcione en retroverso, aunque en la tienda haya otro con mejores prestaciones para otros servicios.

 

Generalmente quienes se toman selfies y los publican son gente que se saben bonitos, al menos en ese momento preciso; pero paradójicamente pueden ser personas inseguras, de autoestima variable. Un “Me gusta” puede cambiarles el mal día.

 

Vamos, que somos humanos. Todos necesitamos algo de apoyo para ser felices, y compartir esa felicidad con los demás es gratificante tanto para los selfistas como para la red de amigos. Pero sigo creyendo que cuando la diversión se convierte en una adicción, en un hábito extremo, entonces pasamos a ser víctimas de nuestros propios miedos y complejos. El rostro radiante o la atmósfera encantadora del supuesto selfie no es más que un espejismo porque nuestra verdadera personalidad estará extinguida.

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