Rubén Cortada: un príncipe cubano en España
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El actor cubano, que nunca ha perdido su vínculo con la Isla, es uno de los protagonistas de la exitosa serie española El príncipe, donde interpreta a Faruq Ben Barek, complejo personaje de origen árabe.
Con una voz de galán, muy peculiar, y una impactante mirada felina, Cortada ha conquistado la nación ibérica con sus interpretaciones e imponente atractivo físico. Natural de la Isla de la Juventud, ha sido la imagen de prestigiosas marcas como Roberto Verino, Jean Paul Gaultier, Guess, Julipet y Custo Barcelona, y ha desfilado en las principales pasarelas del mundo (Milán, París y Nueva York).
Como actor, en su currículum figuran las series de televisión Bandolera (2011), El tiempo entre costuras (2013) y El príncipe (2014) que lo han convertido en uno de los rostros estelares de la pequeña pantalla española. Dicen que es tímido y reservado, de hecho, nos pidió no hablar de su vida privada pues considera “solo le atañe a cada persona, y a quien uno quiera involucrar, da igual a lo que te dediques.
La intimidad es de las cosas más importantes para el ser humano y yo intento respetar la de los demás”. Se autodefine como un actor curioso, porque le encanta aprender e indagar, y no suele conceder muchas entrevistas. Intenta escapar de la tormenta mediática en que se encuentra inmerso, aunque respondió de buena gana a todas las interrogantes propuestas por OnCuba.
¿Siempre quiso ser actor?
No, primero quise ser tenista. No me fue mal pero en cierto punto se detuvo ese camino. Luego quise ser ingeniero y también se detuvo esa aspiración.
¿Cuándo descubrió su vocación de actor?
Mientras trabajaba de modelo, dentro de mí montaba historias y quería ser el fotógrafo. En vez de simples fotos, articulaba historias, y me fui acercando poco a poco a la interpretación. Siempre me gustó actuar, pero nunca di el paso… hasta que comencé a dedicarme en serio a esto.
¿Considera que la moda le abrió las puertas a la actuación?
La moda me regaló muchos recursos, por el encuentro durante los viajes, con diferentes idiomas y culturas. Pero a la hora de decidir entrar fue un obstáculo, pues con toda razón los directores de casting y todos los involucrados entienden que no has dedicado ese tiempo a prepararte, así que no te dan acceso a sus pruebas para no perder su tiempo. Totalmente entendible.
¿Le costó mucho desprenderse del estereotipo o estigma que acompaña a los actores que antes han sido modelos, a la hora de enfrentarse al difícil arte de la interpretación?
Sí, pero el trabajo es sinónimo de respeto así que… nada, seguiremos trabajando y aprendiendo. ¡A ver si un día logro quitármelo!
¿Cuánto influyó en su desarrollo haber actuado en Cuba bajo la dirección del maestro Humberto Rodríguez, formador de grandes actores cubanos?
Humberto, quien me dio acceso a la profesión, me dio el visto bueno y me sometió sin piedad a una improvisación. Recuerdo que temblaba, no sabía lo que me esperaba al cruzar esa puerta. Estaban todos “confabulados” contra mí, me estaban sometiendo a la prueba que cambió mi vida. A partir de ahí me dejó entrar en su mundo y me regaló mucho de lo que sabe. Me hubiese gustado robarle más de toda esa sabiduría. Los cimientos de mi carrera como actor siempre serán suyos, si él me hubiese mandado a vender mangos, igual le hubiese hecho caso… pero, por suerte, me dijo que siguiera por aquí.
¿Cuán complejo ha sido para un cubano hacerse de un nombre y de un merecido espacio y respeto por su trabajo del otro lado del Atlántico?
Muy complejo. Detrás de eso hay una arquitecta llamada Kaliah, que es mi representante, a la par de mucho trabajo sin tiempo límite de entrega.
¿Considera que se le ha encasillado en personajes negativos?
No, creo que a los directores les cuesta más trabajo encontrar actores para interpretar estos personajes y ahí estaba yo. Todos los personajes tienen sus caras poliédricas, no hay buenos ni malos, solo te identificas con unos u otros.
¿Cuáles roles prefiere interpretar?
Mientras más problemas tiene el personaje, más rico es. Porque tiene muchos frentes abiertos y es más difícil poner su vida en un sitio estable. Tienes que pensar en muchas cosas, a la vez, tener cuidado con el tipo de relación que establece con los demás y en qué arenas movedizas se mete para resolver todos sus conflictos. Mientras más conflictivo, mejor.
¿Qué fue lo que más le sedujo de Faruq Ben Barek, su más reciente trabajo, y qué puntos en contacto posee con usted?
A mi representante y a mí nos gustó, desde el primer momento. Nos lo ofrecieron porque yo había hecho anteriormente una prueba para la película Alacrán enamorado. Ahí conocí a la directora del casting que luego me llamó para El príncipe, Rosa Estévez. Después de mucha insistencia de mi representante para que me viera, ella accedió a permitirme hacer el casting de la película que te mencioné y, a partir de ahí, conectamos. No hice la película pero Rosa volvió a audicionarme para Faruq y peleó porque yo hiciera ese personaje, como si en ello le fuera la vida, algo de lo que siempre le estaré agradecido.
A mí Faruq me parecía un reto, primero porque tenía que involucrarme en un mundo que a nosotros los cubanos nos queda lejos. No es nuestro día a día. Aunque tenemos noticias de los conflictos del Medio Oriente; yo, además, me había preocupado por saber de ese tema porque me gusta la historia. En Cuba no estamos muy al tanto del mundo árabe, como norma general. Luego el desafío era el acento español y el árabe que hablaba el personaje. Nunca antes me habían dicho que simulaba físicamente a un árabe, pero encajé cuando me raparon. A partir de ahí me fui a vivir entre ellos y aprendí mucho. Faruq, en común conmigo, tiene que ambos somos muy familiares y cuidamos a los nuestros.
Ha trabajado con varios logopedas para perfeccionar su acento español. ¿Cómo se las arregla con su acento cubano en sus interpretaciones?
Sí, pasé por tres logopedas españoles que me enseñaron mucho. A los tres les tengo mucho cariño, estoy muy contento de haberlos conocido y haberme podido preparar con ellos. En cuanto a mi acento, a veces se complica, sobre todo cuando la secuencia se torna agresiva. Ahí suele salir nuestra forma de proyectarnos y expresarnos en esas situaciones.
¿Encontró muchas diferencias, en cuanto a nivel interpretativo, entre Cuba y España?
Es diferente en ambos países. El cubano tiene vivencias diferentes a las del español por lo tanto son fondos y miradas diferentes. Los estudios son universales, los grandes maestros son los mismos para todos. Luego puedes tener la suerte de que te toque un Humberto Rodríguez o un Fernando Piernas, mi profesor argentino, para hacer la conexión a tierra. Pero, al final, somos seres humanos y la comunicación es universal, por lo que siempre nos entendemos.
¿Qué opinión existe de la actuación cubana en España?
La cultura cubana está en muy buen sitio. Somos muy respetados porque saben que se trabaja a un gran nivel.
¿Cómo se las arregla con la fama, el éxito y el público?
La fama y el éxito son como el humo, van y vienen. Interesas durante un tiempo, luego desapareces, y luego vuelves. Yo me dedico a seguir estudiando y lo otro viene solo. Esto no va de reconocimiento, sino de utilidad. Lo importante de la actuación es formar parte de historias que enseñan las cosas que pasan en la vida misma. Qué decirte del público, siempre es halagador que te reconozcan por tu trabajo, aunque a veces es abrumador cuando quieren estar pendientes de tu privacidad.
¿Podría comentarnos alguna meta o anhelo pendiente como actor?
Llegar a ser libre como actor, que los directores confíen ciegamente en tu trabajo y poder disfrutar, aún más, actuando.
¿Planes inmediatos?
Estamos rodando la segunda temporada de El príncipe, y hay algunas propuestas de cine… a ver qué pasa.
¿Feliz de participar en la próxima película del director cubano Ernesto Daranas (Pink Smoke)?
Es muy posible que participe… Bueno, de momento estoy dentro porque es un proyecto que me parece muy interesante. Primero, porque lo produce un coterráneo de la Isla de la Juventud (Harold Sánchez), un profesional, con las cosas claras y muy directo. Segundo, porque la dirige Daranas, que me parece un todoterreno, y tercero porque tendré el placer de trabajar con Héctor Noa, a quien admiro. En fin, hay mucha gente implicada que me gusta mucho, así que… encantado de estar.
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