Argentina: ¿A la misma película 24 años después?

Argentina: ¿A la misma película 24 años después?
Fecha de publicación: 
10 Julio 2014
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¿Era Sergio Romero o su tocayo Sergio Goycochea? ¿Se jugaba en el estadio San Paolo de Nápoles o en la Arena Sao Paulo? Entre coincidencias, nombres comunes y mismo desenlace, por un momento llegué a pensar que se trataba de la semifinal de Italia 1990, donde Sergio Goycochea le atajó los penales a los italianos Roberto Donadoni y Aldo Serena.

A la vuelta de 24 años, su tocayo Romero, que apenas contaba tres abriles entonces, se vistió de héroe, como si el destino lo hubiese dictado de esa manera, como si los dioses del fútbol se hubiesen antojado caprichosos. Un deja vú semifinalista en el que Holanda resultó la víctima en esta ocasión, al detenerle Romero los disparos a Vlar y Sneijder. Esta última al más puro estilo de Buzz Lightyear, con una estirada infinita hacia el lado derecho del arco. Sí, señores, la inverosimilitud también reposa sobre la credibilidad y el mismo Sergio Romero, que hasta el momento de redactar estas líneas tenía más detractores que adeptos, trocó su mote de “Chiquito” por el de “Gigante”.

romero ídolo

Y puede que tanto a mí como a millones de aficionados de la Oranje, nos cueste trabajo aceptarlo, pero el maleficio persiste, ese que los mantiene sin importar lo que pase con las vitrinas vacías. Ese que, sin merecerlo, condenó a Johan Cruyff, Johan Neeskens, Rob Rensenbrink y compañía. Un verdadero puñado de máquinas, perdón, hombres que hicieron del fútbol algo así como una función perfectamente interpretada de El lago de los cisnes.

Pero en definitiva su horizonte sigue siendo el mismo. Es como si el virus del conformismo los hubiese picado a todos desde la placenta. Ayer en especial a su técnico Louis Van Gaal. Porque en realidad no importa si transitaste por una eliminatoria impecable, si tu hoja de servicios en partidos amistosos es de ensueño, si la historia te favorecía hasta el minuto 120, o si tienes en el banquillo, desafiante, a un gigante de nombre Tim Krull.

Si a la hora cero, justo cuando los hinchas desgarran sus gargantas aclamando a tu once, cuando desafían la lluvia, cuando esperan que les cambies una historia grisácea y de orfandad, no te comportas como tal, no propones, no sales con todo el fervor de tus entrañas a buscar el partido, no podrás “nunca” entonces acariciar la copa, llorar de orgullo, besarla y gozar del cenit balompédico durante cuatro años.

De nuevo el pragmatismo, la calma excesiva, el tanteo incomprensible. De nuevo el divorcio de ese fútbol total, otro tomo del destierro de tu esencia. Esa, ni en el más remoto de los casos, podía ser la apuesta del timonel naranja. Sin embargo, justamente esa fue la imagen que vendió por sobre ninguna otra. Por eso pagaron, con mucha menos agonía que Brasil, el precio del desarraigo vestido de derrota.

Desde el mismo planteamiento inicial, al renunciar a una formación ofensiva de 4-3-3 y retornar al 5-3-2, eminentemente de corte defensivo. Así sonó el silbatazo inicial. Se desataría entonces una batalla cruenta, muy trabada, con enjambre de piernas en el medio campo. Dos guardianes intratables en la custodia de Messi y Robben, bujías respectivas de uno y otro plantel. Fueron Mascherano y Demichelis vs. De Jong Vlar o Martins.

Custodia que esencialmente condujo el desafío por cauces tranquilos. Ambas armadas a la expectativa, esperando un desliz rival y con extremada presión sobre el medio campo. Frisó incluso la monotonía, la pulga biónica no se inventaba ninguna genialidad, el Robben Mc Queen apenas encontraba resquicio para prender el nitro y enganchar su sexta velocidad. Romero y Cillesen serenos…

Así, se fueron los 90 minutos reglamentarios, con un susto de Higuaín en off side, y del otro lado con una barrida bestial del incombustible Mascherano, multiplicado en todas las labores en cancha, en uno de los pocos destellos de clase que tuvieron los tulipanes, taco de Sneijder e internada de Robben hasta el final del corredor del área.

Lo buscó más Alejandro Sabella con la entrada de Rodrigo Palacios, Sergio el “kun” Agüero, y Maxi Rodríguez, tres modificaciones de corte puramente ofensivo. Sorprendió no ver a Depay ingresar por la Oranje, o al prometedor Jermaine Lens. Ay, Van Gaal.

Entonces llegarían los minutos de tensión extrema, el calvario, el castigo. Y afloró la mentalidad de no buscar más, sentenció a los holandeses el conformismo y peso irreductible de la historia.

Volvemos a donde todo comenzó. No digo a Italia 90, no hablo de Sergio Goycochea. Hablo de “Gigante-Chiquito” Romero, de la euforia, del festejo. Del firmamento albiceleste 24 años después. De la misma película definitiva frente a la Mansscahft. El final, solo las paredes y los gritos ahogados en el mítico Maracaná, lo acuñarán.

argentina final

Comentarios

ARGENTINA CAMPEON!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Holanda siempre ha penado de no tener corazón y una vez más lo ha demostrado,ante una argentina pobre perder de esa manera,que fiasco!!!!!
Vamos vamos Argentina Vamos vamos a ganar Que esta barra quilombera No te deja no te deja de alentar
Simplemente expectacular Romero, aunque ese juego ya se habia ganado antes con el gol del pipa, pero no importó argentina demostró de que esta hecho, muy bien plantada en defensa y medio campo con un mascherano genial demostrando su calidad. VAMOS VAMOS ARGENTINA "CAMPEONES"COMO EN EL 86, por Diego y Di Estefano y por todos lo que como yo estamos es[perando la tercera estrella.
Holanda perdio dos veces,el gol de higuain marcado como fuera de lugar,y en los penaltis,la historia peso,argentina otra vez en busca de lo que le nego el condesal en italia 90,el titulo a fajarse con alemania++++++

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