Fui a ver Las Acacias, de Pablo Giorgelli, sin saber de qué iba, solo con la idea alentadora de que había ganado varios premios internacionales, de esos, tres habían salido de Cannes, por tanto, la película prometía ser de lo mejor en este Festival de La Habana. Y así fue.

Las Acacias es un road movie argentino, muy al estilo del Nuevo Cine. Rubén es un camionero medio ermitaño y aparentemente ordinario que habitualmente hace la ruta entre Paraguay y Argentina, transportando madera, trocos de acacia. Un día accede llevar a Jacinta hasta Buenos Aires, donde la espera su familia para trabajar. Ella- una mujer valiente- llega al lugar del encuentro con su bebita en brazos, lo cual no le gusta nada a este chofer que está acostumbrado a la soledad.

Como en todo road movie siempre hay algo que transforma la vida o los planes de los personajes. En Las Acacias los puntos de giro son prácticamente invisibles; los cambios de actitud se dan de forma casi radical pero sin que nos demos cuenta, todo es muy sutil. No hay un pasaje determinado que conlleve a un personaje a hacer una cosa u otra, a no ser el propio roce que se crea entre ambos durante los pocos días que dura el viaje.

La historia es muy sencilla, lineal apenas tres personajes, Rubén y Jacinta y la pequeña Anahí, que por cierto, se porta como una estrella de cine. Parece que todo transcurre en tiempo real entre la cabina del camión y algunas paradas que hacen en la carretera.

Casi no se habla pero no hace falta, porque la mirada y los gestos de ellos lo dicen todo, incluso los de la niña. Al principio ambos están ansiosos por llegar a su destino, sin embargo, lo que comienzan a sentir en el trayecto hace que los dos deseen repetir la experiencia.

Se van compenetrando sin que ninguno conozca lo suficiente o nada sobre el pasado del otro, como si no hiciera falta saber más, como si en ese desconocimiento, en esa existencia tan corriente y tranquila, sin sobresaltos, estuviera la felicidad que ellos encuentran inesperadamente.

Las Acacias es una historia minimalista, suave, con un guión fluido que no hace alarde de recursos, que no pretende impresionar, pero que conmueve.