¿Mundo acuático o apocalipsis marino?

¿Mundo acuático o apocalipsis marino?
Fecha de publicación: 
23 Marzo 2013
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El anuncio de que en un futuro próximo un meteorito entraría en la atmósfera terrestre y se repetiría la caída de algunos de sus fragmentos en el planeta, como ocurrió no hace mucho en Siberia, Rusia, opacó bastante la reiteración científica de que será mucho mayor de lo esperado la anterior predicción de que los mares se elevarían al menos medio metro en este siglo y en un metro y medio en el próximo.

Pudiera parecer una exageración decir que ello constituye una razón para alarmarse, pero no lo es, porque por cada 30 centímetros de aumento del nivel del mar, el agua penetra más de 300 metros tierra adentro.

Como muchas ciudades costeras están a nivel del mar y algunas por debajo, la subida de las aguas podría ser devastadora, si consideramos que los gobiernos de regiones pobres no se pueden dar el lujo de construir diques para frenar las mareas altas.

Lo peor es que la pobreza generalizada obliga a veces a hacer concesiones, agravada por la inescrupulosidad de que quienes reciben dádivas a cambio de no frenar a los individuos ricos que alzan mansiones sobre las costas y a las multinacionales que siguen construyendo dominios en esos lugares.

Ello está sucediendo en Bangladesh, un lugar muy visitado por los marines estadounidenses en labores de rescate, con todo un montaje propagandístico de encomio a los salvadores, tal como el Supermán de los comics en el salvamento a la ciudad de Metrópoli. Sin embargo, lo más publicitado al efecto debía ser como ya han desaparecido algunas pequeñas islas del Pacífico Sur y del Océano Índico, estas próximas a la India, así como otras zonas asociadas al tsunami del 2004 y al más reciente de Fukushima, Japón.

El egoísmo de los poderosos está haciendo inevitable este Armagedón marino, un verdadero Apocalipsis, por lo que resultan risibles los resultados de conferencias tras conferencia sobre el clima.

Ya citábamos en la página web del colega Habana Radio el ejemplo de lo que le espera inminentemente a Tuvalu, denunciado con pelos y señales, en tanto en otro pequeño archipiélago del Pacífico, Vanuatu, célebre por su clima soleado y su próspera industria financiera, puede transformarse en la primera víctima del cada vez más rápido aumento del nivel de los mares provocado por el calentamiento global.
                                                                                
“Ellos queman combustible y nosotros morimos”, expresan las autoridades del Servicio Meteorológico de Vanuatu, para reflejar la dramática situación causada por las industrias de las naciones más ricas.

Eternas víctimas

Las víctimas serán en mayoría abrumadora los pobres, quienes no pueden construir muros para frenar las aguas, ni recuperar sus medios de vida, ni reubicarse en tierras más altas.

En lugares como Louisiana y la zona occidental de los Países Bajos, las tierras costeras adyacentes se están hundiendo. En la medida que los huracanes  se están sucediendo con una mayor intensidad, las mareas altas y las oleadas causadas por las tormentas llevan tierra adentro a las aguas marinas, que arrasan casas, aplanan las dunas de arena y eliminan otros amortiguadores naturales de las crecientes, así como contaminan los acuíferos, cuyo uso excesivo acelera ulteriormente la inundación de las tierras costeras.

Lo lamentable de todo esto es que esas calamidades naturales empeoran una situación creada por el hombre en un mundo donde prevalece el neoliberalismo.

Debe seguir siendo objeto de suma atención el aceleramiento de una situación que se presenta más ostensible desde el 2006: la marcha de los glaciares de Groenlandia hacia el océano, es decir se sigue derritiendo la isla.

Ya se sabe que los glaciares, estables durante siglos, han comenzado a encogerse, al dispararse las temperaturas en el Ártico por el calentamiento global. O sea, las capas de hielo se han derretido más rápido de lo que los científicos habían pensado, con pésimas consecuencias para la civilización y el planeta.

Su completa desaparición acarrearía un alza de unos 20 pies, lo cual implicaría la inundación de Londres, entre otras ciudades costeras del mundo, junto con muchos de los “países bajos”, como el ya citado Bangladesh.  

Así, se está cumpliendo el vaticinio de Tavi Murray, profesor de glaciología de la Universidad de Gales, acerca de que es irreversible el derretimiento de la capa de hielo de Groenlandia, cuando otros aseguraban que se tardaría mil años en hacerlo.

Asimismo, la investigación del  Woods Hole Oceanographic Institute, de Massachussets, EE.UU.,  ha mostrado que, incluso antes de que los glaciares comenzaran a derretirse, el agua del Atlántico Norte se estaba enfriando en lo que describe como “el cambio oceánico más importante y más dramático medido en la era de los instrumentos modernos”.

Por todo lo anterior se ha cuadruplicado el número de desastres de todo tipo, especialmente marinos, en los últimos años, por lo que varias agencias llaman a fortalecer la ayuda humanitaria, cuando lo que hay que hacer es desterrar la falta de cordura y hacer comprender la necesidad de que prevalezca la solidaridad, para evitar el aumento del nivel de los mares y coadyuvar a la supervivencia humana.

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