Quien conozca y ame el cine del argentino Carlos Sorín, debe ir a ver Días de pesca, que compite por el Coral en el 34 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana.

En el filme los espectadores encontrarán el sello de quien siempre nos muestra una manera sencilla y apasionante de ver la vida, de conocer sobre la gente común que no sale en los medios, pero con quien compartimos nuestros sueños, incluso sin que lo sepamos.

Días de pesca es otra historia muy personal de Sorín, que plantea el tema de la reconciliación luego de un episodio triste de adicciones por un miembro de la familia.

Si bien el director no da detalles del asunto que quedó en el pasado del protagonista y apenas lo resume con un parlamento, la distancia entre padre e hija es evidente.

Es esta entonces una película de arrepentimientos e intentos por recuperar el tiempo perdido, de amor y abrazos que nunca fueron dados, de despecho e ilusiones.

Marco Tucci, un comerciante cincuentón, viaja desde Buenos Aires a la Patagonia con el pretexto de pescar en temporada de tiburones, pero con la idea de reencontrarse con su hija Ana, que vive allí y de quien no tiene noticias hace años.

Al llegar, descubre que Ana se ha mudado y la única posibilidad de localizarla es a través de la radio local. Más fácil de lo que él pensaba, ella aparece y le invita a su casa, a cenar con su esposo e hijo pequeño.

Sin embargo, Ana no está dispuesta a que su vida se afecte por la visita de su padre exalcohólico y el desplante hace que Marco se sienta muy afectado.

Durante el viaje y la espera, Marco conoce a varios personajes y las pequeñas historias que cada uno comparte con él (el entrenador y la boxeadora, los jóvenes colombianos viajeros, el pescador de tiburones…) se convierten en especie de viñetas que hacen que el protagonista y nosotros reflexionemos sobre las cosas realmente importantes de la vida: aprovechar cada minuto con intensidad, viajar, saber perdonar, hacer amigos, amar…