Invención y fábula en Burundanga

Invención y fábula en Burundanga
Fecha de publicación: 
23 Octubre 2012
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Songo le dio a Borondongo.

Borondongo le dio a Bernabé.

Bernabé le pegó a Muchilanga,

Le echó burundanga,

Y le hincha los pies.

¡Monina!...


Oscar Muñoz Bouffartique

La idea de Burundanga, uno de los estrenos más recientes del teatro cubano, salió de la invención de Luís Enrique Valdés, dramaturgo joven que hoy pasa una temporada larga en España. Nacido en Herradura, pueblo de Pinar del Río detenido en el tiempo como él mismo cuenta, Luís Enrique mezcla recuerdos de su infancia y adolescencia para armar una historia entre Celia Cruz y Lola Flores, dos figuras polémicas de la cultura internacional.

El texto narra cómo Celia invita a Lola a Nueva York para grabar juntas Burundanga, aquella guaracha de Oscar Muñoz Bouffartique, que relata a través de una especie de trabalenguas una historia de enredos. Luís Enrique imagina que Lola Flores forma parte de la fábula que narra la canción. Así surge el pretexto para poner frente a frente a una Faraona, Lola Flores, y una Reina, Celia Cruz, dos mujeres que inundan con sus carismas la fantasía de este creador.

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La puesta en escena de esta pieza corrió por cuenta de Rubén Darío Salazar, director de Teatro de Las Estaciones, quien trabajó con Sara Miyares y Maribel García, actrices de Teatro de Muñecos Okantomí, de La Habana. El estreno tuvo lugar en Matanzas, ciudad de residencia de Las Estaciones, uno de los grupos más laboriosos y activos del teatro cubano.

Sobre el proceso de montaje conversamos con Rubén Darío, creador intenso y apasionado, que abrazó con fuerza este proyecto.

El montaje

“Me encanta el teatro de títeres para adultos, es tentador, aunque debo reconocer que lo he hecho poco. El listón lo dejaron a una altura mayúscula los hermanos Camejo y Carril con sus abordajes escénicos de Giradoux, Lorca, Zorrilla, Valle Inclán, Fernando de Rojas, Jarry y Maiakovski, además de los montajes de inspiración afrocubana como Chicherekú, La loma de mambiala o Shangó de Ima, todos mantienen aún su misterio y buena vibración. Estrené, en 1998, El guiñol de los Matamoros con Teatro de Las Estaciones, luego no volví a este género hasta 2005 con La virgencita de bronce, de Norge Espinosa, y hasta hace poco manoseaba una puesta en escena de La dama de las camelias, de Abelardo Estorino, que ha quedado detenida momentáneamente por circunstancias propias del mundo de las tablas.

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Burundanga, lío con actrices y muñecos para una Reina y una Faraona, de Luis Enrique Valdés Duarte, es un proyecto por encargo que inició su andadura el pasado mes de enero, aunque desde 2011 comencé a amasar la idea del espectáculo. Como el elenco actoral es de La Habana, los ensayos fueron espaciados, pues ellas también tienen sus propios proyectos en el teatro y la televisión y yo los míos en Las Estaciones.

“Hay mucha gente que ha colaborado: Pedro Valdés Piña, director de Teatro Okantomí en la animación de figuras, Israel Domínguez en la asesoría sobre temas folklóricos, Lilita Padrón en los movimientos coreográficos, Ernesto Perdomo en la edición musical, José Luis Guerrero en los asuntos gráficos, el diseño general es de Zenén Calero, más el imprescindible apoyo en la producción de Antonio Piedra, en España, junto a otros colegas.

“El montaje es sencillo, en clave de comedia, con tintes satíricos, irónicos, sensuales y nostálgicos. Cómo no ser así con la intensa vida de Celia Cruz y Lola Flores. Utilizamos varias técnicas de animación, el marotte, los títeres planos, de varillas, guante, teatro de papel, objetos manipulados y la actuación en vivo. La banda sonora incluye temas conocidísimos de Celia y Lola, y otros que no lo son tanto.

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“Es una obra para reír, echar alguna que otra lagrimilla y encantarnos con la fabulación dramática que Luis Enrique inventó a partir del tema Burundanga. Fue precisamente esta ficción lo que me sedujo, no soy partidario de las biografías escénicas que se narran al pie de la letra, para eso mejor me leo un libro. Prefiero puntos de vista nuevos en las vidas de los personajes famosos, invenciones de sucesos que no acontecieron, pero que narrados con fidelidad al espíritu de sus protagonistas, se vuelven muy atractivos a la hora de plasmarlos en la escena o en el retablo”.


El trabajo de dirección con las actrices

“Sarita y Marybel son actrices muy diferentes, en edad, físico, y características histriónicas. A Sarita la conocía, posee una larga y reconocida trayectoria en el teatro de títeres, con experiencias en el teatro de actores, el musical y la televisión. Tiene una voz bien timbrada y una gestualidad suave, cualidades que se convertían en asunto serio a la hora de encarnar a Celia con su voz grave, más otros personajes masculinos o de voz cascada como Ma Bandelé.

“El trabajo fue duro, pues creo que es la primera vez que asume varios personajes muy alejados de los papeles que siempre ha desempeñado, pero venció el reto. Ella es obstinada, emprendedora y receptiva. Lo fácil lo hace cualquiera, lo difícil no, solo las actrices valientes y talentosas, deseosas siempre de superarse así mismas, retando lo imposible. Así que tenemos a la dulce Sarita, con su tamaño pequeño y sus ademanes finos, transformada en la guarachera de Cuba, en ese ciclón sobre la escena llamado Celia Cruz, una figura musical de Cuba y del mundo, más allá de decisiones y posiciones personales ante la vida.

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“Marybel fue un descubrimiento. Jamás la había visto anteriormente, me la recomendó el propio autor. Me he divertido muchísimo con ella, tiene fibra dramática, chispa escénica, improvisa, posee una bis cómica natural, baila, canta, es como si fuera una hija más de Lola Flores. Les aseguro a quienes la vean en el escenario que no la van a olvidar. Considero que es su presentación teatral en grande, después sucederán muchas cosas con ella y yo me sentiré muy alegre.

“No ha sido fácil unificar actuación, animación, baile y canto, pero ambas son personas disciplinadas y profesionales, gente de bien, sin olvidar la labor de mi asistente de dirección, Guillermo Pérez, un hombre especial”.

El diseño de Zenén Calero

Burundanga no es una obra de visualidad complicada. Como el motivo principal del espectáculo es la interpretación a dúo de la canción del mismo nombre por Celia y Lola, Calero imaginó un retablo-partitura en blanco, que se llena con los sucesos dramáticos que se desarrollan en escena. Es algo bien sencillo que ofrece posibilidades para la exhibición de las diferentes técnicas que conforman el montaje. Lo principal son los muñecos y las actrices protagónicas, hacia ellos dirige Zenén su imaginería. Son títeres inspirados en el ajiaco de razas que somos, con colores vivos, burundangosos.

“Celia y Lola son dos figuras caricaturescas. La cubana toda risa, la española todo ojos. Hay un momento singular en el espectáculo donde Lola devela su vínculo con los hechos que narran la guaracha Burundanga, yo lo imaginé en teatro de papel y Zenén coloreó la escena en tonos sepias, como si fuera el recuerdo pasado de Lola, es como ver un filme antiguo, sutilezas de un diseñador que trabaja todos los detalles?”

Sobre la historia original de Burundanga

Según Luis Enrique Valdés, el autor de Burundanga, lío con actrices y muñecos para una Reina y una Faraona, hay sucesos reales muy claros y sin otros tintes dentro del texto escrito por él: la llamada telefónica, la presentación a dúo interpretando Burundanga y que Celia cantara la canción que se escucha en los aplausos, dedicada a su amiga, tras su muerte. No hay más, aunque toda la obra está matizada con elementos reales.

Hay retrospectivas todo el tiempo. No olvidemos que se trata de sacar en limpio un asunto del pasado a partir de la representación de aquellos sucesos. Entonces, por una parte, están las escenas del presente entre las dos amigas y las que ellas mismas representan para rememorar lo acontecido hace cuarenta años atrás.

El homenaje a estas dos mujeres se hace con todas las de la ley, y es que Rubén Darío, Luis Enrique y el resto del equipo de trabajo dejaron claro desde el principio su admiración por estas figuras de la canción. Luis Enrique, de quien partió la idea, ha saldado su deuda con Lola Flores. Sobre este particular y sus pasos antes del estreno expresó a esta periodista:

“Haber escrito la obra y que subiera inmediatamente al escenario, ha sido una alegría muy grande. Cuando aterricé en Madrid esta vez, mucho antes del estreno de Burundanga… en Cuba, lo primero que hice fue ir del aeropuerto al Cementerio de la Almudena. Me presenté emocionado ante la tumba de Lola, llevando conmigo objetos nuestros y unos claveles, para declararle 'en persona' mi devoción, y anunciarle que ya el homenaje estaba casi listo, que necesitábamos su bendición. Y mucho hemos sentido la suya y la de Celia en estos meses: una dicha muy alta. He vuelto luego de muchos meses y la familia ha respetado nuestros objetos. Los han metido al panteón y los han puesto sobre su lápida que está protegida de la intemperie. ¡Muy emocionante!”.

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