Un día heroico que nos señaló el camino de la libertad (+ VIDEO)

Como una responsabilidad muy grande la de aquel puñado de hombres calificaría el líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro, los hechos que protagonizaron aquellos jóvenes que como José Antonio Echeverría, sabían que a partir del 13 de marzo de 1957, se señalaría el camino de la libertad y más allá del triunfo o no de sus acciones, la conmoción causada iluminaría y adelantaría – como lo anunció el dirigente estudiantil en su Testamento Político -  la senda del triunfo.

Protagonistas y personas cercanas a quienes estuvieron aquel día en el centro de la acción que pretendía tomar el Palacio Presidencial, la emisora Radio Reloj y llamar al pueblo a tomar las armas, salir a las calles, impulsar la lucha contra el tirano, cuentan que en el plan previsto nunca estuvo la retirada, sino todo lo contrario, hacer una amplia movilización en la que la Universidad de La Habana jugaría un papel esencial.

Para el profe Juan Nuiry Sánchez, uno de los participantes en las acciones con quien varias generaciones de cubanos tuvimos la oportunidad de compartir en la propia Universidad y escucharlo una y otra vez hablar de aquel día, “la situación entonces era muy difícil, pues Batista acusó a la dirección de la Federación Estudiantil Universitaria, de todo lo que pasaba en la capital, por lo que las fuerzas represivas arreciaron la persecución”.

En realidad, el tirano sabía que mucho se avanzaba en la lucha en las montañas, en la clandestinidad, en las ciudades, cada vez eran más los jóvenes que se unían al Movimiento 26 de Julio, al Directorio Revolucionario y la FEU era reconocida como líder en la batalla por recuperar la dignidad de la nación, por eliminar los males sociales y la corrupción ya sin límites que recrudecía la situación de la gran mayoría de los cubanos, quienes vivían en la miseria. Pero tampoco Batista iba a perdonarles nunca a los estudiantes y en especial a José Antonio, su encuentro con Fidel en México y la alianza que a partir de entonces los uniría en el camino incansable de la libertad.

Tanto es así que todavía hoy todo cubano digno y conocedor de su historia vibra de emoción al escuchar la alocución que a través de Radio Reloj nos diría que en nombre del pueblo se había ido a ajustar cuentas al tirano en su propia madriguera, dejando para la posteridad el mensaje de resistencia, compromiso y entrega hasta de la propia vida cuando se trata del bienestar común.

Cuesta y duele pensar en tanta sangre joven derramada aquel día, como también durante más de 500 años de lucha incesante por nuestra soberanía. Alienta y ratifica sin embargo, que fue la decisión correcta y que jóvenes como José Antonio y los que lideraron las acciones del 13 de marzo de 1957 son los mismos que durante más de 60 años han estado y están en la primera línea de combate en la defensa de nuestro país, en la construcción del proyecto social socialista que escogimos y en cuanta misión ha hecho falta dentro y fuera de Cuba para enaltecer la esencia martiana de que Patria es Humanidad.

Cada uno de ellos está en los que desde la Universidad de La Habana o cualquier otra, se forman como jóvenes genuinamente de pueblo, comprometidos con el futuro de la nación, agradecidos de la obra revolucionaria de la que se sienten parte; están de manera especial en los arquitectos que se gradúan cada año en la Ciudad Universitaria que en la capital cubana lleva el nombre de José Antonio Echeverría y es el alma mater de las Ciencias Técnicas en Cuba. Están en la producción, en los servicios, entre nuestros médicos y científicos, entre nuestros intelectuales y artistas, entre los formadores y educadores de nuevas generaciones, entre los que salvan vidas, entrenan deportistas y llevan cultura a rincones inhóspitos de varios continentes. Están entre quienes han desafiado la muerte enfrentando la pandemia de muchas formas en el último año, a costa de la suya propia.

Aquel día heroico, hace ya 64 años, no solo señaló el camino definitivo de la libertad, nos confirmó que no hay nada más sagrado que la Patria, que defenderla, enaltecerla, entregarle todo, es el deber más sagrado de sus verdaderos hijos. Y que por esa libertad de sangre derramada, de canción bajo la lluvia, de juventud enardecida – al decir del poeta – habrá que seguir siempre, dándolo todo.