Satanizar el desnudo
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La maja desnuda, de Francisco de Goya.
Hace siglos el hombre primitivo anduvo desnudo y después semi arropado, hasta que la evolución del vestir hizo que portara o demasiadas prendas para cubrir todo el cuerpo, o piezas muy pequeñas para los más atrevidos. Al principio de los tiempos, la ropa surgió como necesidad de protección. Luego se convirtió en elemento imprescindible.
Sin embargo, el desnudo espanta. Como si no fuera lo más normal del mundo un cuerpo al descubierto, sin atavío, tal y como cada quien tiene uno para sí. No importa la forma ni la edad del sujeto que se muestra: un ombligo, una pelvis, un pezón, siempre llaman la atención y escandalizan a algunos. Y está bien asombrarse, ruborizarse, molestarse, ensimismarse; quedarse encantado, incluso obnubilado. Todos los sentimientos son válidos, pero de ahí a castigarlo, es cuestionable.
Es cierto que el contexto importa, que impacta ver la desnudez en un sitio público. Así tenemos las mentes educadas. Hace muchas lunas la sociedad nos dice que está mal y lo reprueba, lo relega a la intimidad. Por eso estremece cuando alguien se muestra sin más, por muchos motivos. Miedo me dan las reacciones.
En el arte el desnudo ha sido motivación recurrente. La pintura, la escultura, la fotografía, el audiovisual, y más, se han inspirado en el cuerpo humano. Es tan bello en todo su esplendor, que cautivó, desde siempre, a los artistas. Desde la Venus de Willendorf, del Paleolítico, hasta el performance más actual, todos irritan a cierto auditorio.
Por tanto, muy pronto la cultura sufrió la censura, el vandalismo, la condena, el escándalo. Magníficas piezas de arte han sido denigradas, apartadas de la mirada pública, modificadas para esconder las partes que provocan pavor, lujuria, molestia, incluso muchas han sido desaparecidas.
El arte no tiene por qué ser morboso. ¿En qué encuentra inspiración el artista, si no es en lo cotidiano? Si nada es más común que nuestro cuerpo, entonces ¿por qué es mal visto su culto? ¿Cuál es la diferencia entre un bíceps y una nalga? Acusar al creador de inmoral y pornográfico por concebir una obra que enaltece la figura humana me parece falso.
David, de Miguel Ángel.
Claro: para gustos, los colores. No pondría en la sala de mi casa el cuadro El origen del mundo, de Gustave Courbet, porque no va con mi estética, pero tampoco puedo desconocer su valor artístico y su historia. Tampoco tendría la polémica escultura de Miguel Ángel, David, por cuestiones de espacio, pero perfectamente colgaría en mi pared La maja desnuda, de Francisco de Goya.
Desde luego, incomoda más no tanto lo que se pinta, sino el cómo. No es lo mismo un concepto abstracto que explícito, y no siempre la intención es de erotizar la muestra. Quizás ese ojo crítico que amonesta se relaciona con la hipersexualización de cada detalle, o con la manía de otorgarle significados rebuscados a lo simple, cuando, en definitiva, el cuerpo es nuestro templo.
Muchas pueden ser las razones para el comportamiento recatado. La religión fue la primera en repudiar, abiertamente, el desnudo recreado con los estilos más diversos, realistas, sugeridos, discretos, de todas las maneras, porque se vinculaba con el pecado. Y a partir de ahí fue prejuiciado.
De todas formas, la desnudez resulta un tema complejo de abordar. No tiene que ver con la estética, sus interpretaciones son completamente subjetivas.
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RIR
yaima
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