OPINIÓN: Mantener a un atleta en una división en la que no da más es grave error
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Mi primer texto premiado en un concurso periodístico nacional versaba acerca de subir de división, cuando era necesario, a cualquier competidor fuera pesista, boxeador, judoca... Recuerdo su título: ¿Por qué cercar al huracán? Hace más de sesenta años de dicho escrito y vale todavía en lo esencial, porque el temor a ese ascenso existe.
El comentario se basó sobremanera en los estudios de varios entrenadores del levantamiento de pesas, especialmente de los soviéticos tan destacados en esa disciplina, encabezados por el profesor Arkady Vorobiev, quien había sido as de la categoría medio pesada en las magnas justas de Melbourne 1956 y Roma1960 como sus mayores conquistas, y había sufrido en carne propia aquel dogmatismo que lo dejó como hombre bronceado en Helsinki 1952 en la división inmediata inferior, la ligero pesada: 85 kilogramos.
El colectivo de instructores demostró, con Vorobiev al frente, la calidad de su tesis en cuanto a este salto. Su ejemplo superior fue el de su compatriota Jaan Talts, subtitular en los 94 kilos de Ciudad en México 1968, invencible al ascender a los 105 en Munich1972. Esclarezco; resultó fundamental el cambio de entrenamiento, de dieta, y el anterior proceso de entendimiento del pesista en cuanto a la urgencia del brinco. Incluí en aquellas líneas las normas a seguir para lograr la victoria. En este comentario no es indispensable; aparte, no es exacta seguramente para la etapa actual.
Entonces y ahora apunto lo aprendido gracias a Arkady, valioso para todas las disciplinas. Con los años incluso algunos, especialmente los más veteranos, pierden la rapidez de reflejos, mas ganan en fuerza, resistencia, experiencia: maduran. Hay que utilizar esas transformaciones en lo físico y lo psíquico. Saber aprovecharlas es imprescindible. Con superior peso, sin que la grasa ahogue los músculos ni imponga lentitud de pensamiento o corporal, el atleta se sentirá mejor paulatinamente, cada vez confiará más en sí mismo, nadará en sus aguas.
Los guías de nuestros más destacados boxeadores supieron llevar recién a varios de los más brillantes al mencionado salto ineludible. Les ha ido bien y si algo falla no es culpa del cambio. A la dialéctica no se le puede confinar a libros, discursos o lemas. Hay que aplicarla, sin arrastrarla por los pelos, en cada paso, respetando las leyes propias del escenario.
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