Necesaria unión contra Bolsonaro: Pero sin quintacolumna
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Brasil vuelve a ser escenario de masivas protestas contra Jair Bolsonaro, en las que piden su enjuiciamiento político y su destitución por los tantos males que ha acarreado a la nación suramericana, envuelta en una pandemia del nuevo coronavirus, agravada por su negligencia y desprecio por la vida humana.
Esta vez y por primera ocasión partidos de izquierda y centro han coincidido en la demostración de repudio al mandatario, que ha respondido con contramarchas de ultraderechistas, en tanto arremete contra el poder judicial que tanto le allanó el camino al poder, destituyendo a los funcionaros que tratan de enjuiciarlo a él, así como a su esposa por tráfico de influencia y a su hijo Renán por blanqueo de capitales.
A un año de las elecciones presidenciales, las protestas han movilizado a miles de brasileños en al menos 250 ciudades del país y del exterior. Las manifestaciones, que reunieron multitudes, principalmente en las grandes ciudades como Sao Paulo y Río de Janeiro, fueron convocadas por al menos 21 partidos políticos, diez centrales sindicales y las decenas de movimientos sociales como los Sin Tierra y los Sin Techo aglutinados en los frentes Brasil Popular y Povo Sem Medo (Pueblo Sin Miedo).
Pese a que las banderas rojas de los grupos de izquierda fueron mayoritarias en las marchas, a las mismas se unieron por primera vez, aunque tímidamente, las de formaciones de centro, como el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), del expresidente Fernando Henrique Cardoso, y del Partido Democrático Laborista (PDT), del exministro Ciro Gomes, que fue el tercer candidato más votado en las presidenciales de 2018.
PREFERENCIA POR LULA
Aunque los organizadores se esforzaron para intentar darle un carácter suprapartidario a las manifestaciones y acoger a los militantes de centro, la gran mayoría no escondió su preferencia por el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, principal rival político de Bolsonaro y quien lidera con amplia ventaja todas las encuestas de intención de voto para las presidenciales del 2 de octubre de 2022.
Lula, con 44% de la intención de voto, derrotaría sin necesidad de una segunda vuelta a Bolsonaro (26%), que ha admitido que aspira a ser reelegido, sin que ningún otro candidato supere el 10% del favoritismo.
Los partidos de centro y la derecha más moderada, por lo mismo, buscan una tercera vía y una candidatura viable que ponga fin a la actual radicalización política en Brasil. Pero la necesidad de manifestar su oposición y su total rechazo al gobierno de Bolsonaro fue más fuerte y terminó uniendo a los diferentes sectores de la oposición.
“Exigir el juicio político destituyente y la prisión del criminal que nos gobierna es imperativo para que podamos volver a discutir lo que importa: empleo, desarrollo y reducción de las desigualdades”, afirmó Ciro Gomes, nuevamente pensando en disputar la presidencia, al aclarar que la prioridad del país es desalojar a Bolsonaro del poder.
REIVINDICACIONES
El lema común que aglutinó a izquierda y centro fue “Fuera Bolsonaro”, una referencia a la presión para que el Congreso le abra un juicio político destituyente al jefe de Estado por los diferentes crímenes e irregularidades de que es acusado.
También se unieron las protestas contra el elevado desempleo, que afecta a más de 14 millones de personas; la inflación, que supera el 8% anual y amenaza el poder de compra; la retórica antiambiental del gobierno y el aumento del hambre, recordado con las imágenes de personas disputando huesos descartados por los supermercados de Río.
Otra reivindicación que unieron a los diversos sectores fue la protesta contra al negacionismo del Gobierno frente a la pandemia de la COVID, que ha convertido a Brasil en uno de los países más golpeados, con más de 600 000 muertos y cerca de 22 millones de contagiados, por lo cual se tacha a Bolsonaro de genocida.
Empero, aun está fresco el recuerdo de como ese denominado centro allanó el camino para el virtual golpe de Estado parlamentario a Dilma Rousseff, fue cómplice del injusto encarcelamiento de Lula y plantea una tercera vía “sin Lula y Bolsonaro”, actuando como una quintacolumna.
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