La crisis en Perú no es nueva

Fotografía de AP
Se agrava la crisis en Perú. El ambiente político y social es complejo y no parece que se calmará de inmediato.
Hace menos de una semana el entonces presidente de ese país, Pedro Castillo, intentó solucionar uno de sus problemas más incómodos con el Congreso. Sin embargo, ya sea por tozudez, falta de asesoría o una mala jugada en el último momento, no contó con el respaldo de un actor importante para todo gobierno en aprietos: las fuerzas armadas, y parte de su gabinete ministerial.
Analistas coinciden en que, con su iniciativa de disolver el Congreso, Castillo se automutiló, mientras otros expertos refieren que se encontraba atado de manos y no podía hacer más de lo hecho. El asunto es que, desde entonces, sus partidarios exigen sea liberado, y se mantienen enfrentados al poder policial que los reprime.
En su lugar, la nueva presidenta, Dina Boluarte, intenta tomar medidas desesperadas como proponer elecciones presidenciales en abril de 2024, para apaciguar la situación que se mantiene alborotada en las calles de Lima y en otras ciudades, donde hasta ahora ha dejado muertos y heridos, y por lo cual declaró estado de emergencia en el sur de la nación andina.
Sin embargo, 2024 está un poco lejos para un pueblo que la rechaza y exige nuevos congreso y gobierno.
La historia reciente de ese país demuestra que para ser presidente en Perú se debe trabajar en “armonía” con el poder legislativo, y Castillo llegó “de la nada”, nunca le cayó en gracia. Desde que asumió el poder en julio de 2021, su gestión no ha dejado de desplomarse como un alud, y en ningún momento consiguió proceder con tranquilidad, sobre todo porque el Congreso nunca le dio paz, hasta que aprobó su vacancia y, en consecuencia, él, desesperado, actuó de manera improvisada alegando ingobernabilidad propia por presión parlamentaria.
Hace años Perú vive desestabilizado y no aguanta por mucho tiempo un presidente en la Casa de Pizarro. La destitución de Castillo es solo una más. Es heredero de repetidas administraciones corruptas, carentes de democracia, y cuna de ladrones con demasiadas alianzas con la mafia, y más interés en hacer negocios que de gobernar.
Los peruanos tienen por delante un desafío abrumador porque, hasta ahora, no encuentran soluciones a la crisis política que, al parecer, es un estado dilatado ya sembrado en esa sociedad.
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