Un mundo de poesía (+obras)
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Imagen tomada de https://www.martincanals.net
Con el inicio de la primavera coincide el Día Mundial de la Poesía. ¿Casualidad? ¡Claro que no! El 21 de marzo el horizonte se llena de verde, con suerte de flores y también de adjetivos y discursos poéticos por todas partes porque esta es una estación asociada con el renacimiento, la creatividad y la renovación, igual que la poesía.
La celebración fue proclamada en 1999 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) como una forma más de promover la lectura, por incentivar el gusto por la poesía, así como por su estudio y escritura, por intentar darle su merecido lugar en el mundo y preservar las tradiciones parte del patrimonio cultural inmaterial de la humanidad.
Recuerdo perfectamente cuando encontré poesía de manera consciente, fue en la escuela porque todavía en casa solo tenía libros de cuentos. En clases de Español, luego de Literatura, teníamos textos que comenzaron siendo escueto poemas armonizados. Los debíamos leer con entonación y analizar su lenguaje distinto al de la narrativa, también nos enseñaban lo elemental de métrica, y hasta contábamos las sílabas.
Probablemente “Los zapaticos de rosa” sea la primera poesía difícil de nuestras vidas porque crecimos con la obra de José Martí (1853-1895) por todas partes, y repetíamos sus versos sin entender la metáfora de la desdicha del leopardo solitario, ni por qué una rosa blanca era adecuada para el “amigo sincero” tanto como para el enemigo, y recitábamos en cualquier ocasión el “yo tengo más en mi casa” de Pilar.
Martí en el inicio de nuestras vidas, incluso antes de saber leer, era la excepción porque eran textos complejos que nos acompañaron en todos los momentos de la infancia. Pero, en realidad, de manera orientada nuestra intromisión en este mundo fue con poesía simple, pequeñas rimas que pronto empezaron a ser complicadas. Llegaron los grandes poetas de nuestro tiempo y desde chicos teníamos en nuestra base material de estudio a Gabriela Mistral (1889-1957) y a Nicolás Guillén (1902-1989).
Fuera del aula comenzó a circular otro tipo de poesía. La de amor de autores como José Ángel Buesa (1910-1982) con su “pasarás por mi vida sin saber que pasaste”, así como Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870), Alfonsina Storni (1892-1938), Mario Benedetti (1920-2009), y algunas de Pablo Neruda (1904-1973), cito “Veinte poemas de amor y una canción desesperada” que con semejante título no se puede ser más dramático y eso nos gusta de este género.
Mientras, en clases, leíamos clásicos como “La Ilíada” de Homero (siglo VIII a. C.) o “La Divina Comedia” de Dante Alighieri (1265-1321), y conocíamos más cercanos a Rubén Darío (1867-1916) y Federico García Lorca (1898-1936). La lista es inmensa.
Imagen tomada de https://revista.poemame.com
La verdad es que la poesía lo inunda todo desde siempre. Nos enamoramos y le encontramos sentido a cada línea de Jaime Sabines (1926-1999) y nos ponemos trágicos o amorosos y buscamos encantar al otro con frases escritas hace cien años ya, que funcionan muy bien. Pero también hay muchísima poesía política, o anécdotas, o dedicada a la naturaleza y a cada aspecto de la vida.
Y nos sorprendemos al encontrar erotismo en lo escrito por un revolucionario de la talla de Rubén Martínez Villena (1899-1934) como si pudieran ir separados el hombre que siente y el hombre que lucha; y casi por lo mismo admiramos el desparpajo de Carilda Oliver Labra (1922-2018) con su “me desordeno, amor, me desordeno”.
La poesía es más que romance, contrario a lo que se cree como cursi y fácil. No lo es. La poesía es una forma de arte que trasciende límites y nos conecta con el mundo desde emociones e ideas. Desempeña un papel importante en la cultura y la sociedad, fomenta la diversidad lingüística, el diálogo intercultural, y nos ayuda a explorar el lado artístico que tenemos. Popularmente decimos que posee un “lenguaje universal”, y es cierto.
El mundo cuenta con obras muy importantes que exploran todos los temas de la humanidad, más allá de los sentimientos. Es por eso que este día del equinoccio de primavera (para el hemisferio norte) se presta perfectamente para hablar de poesía, organizar recitales, talleres y concursos, así como presentaciones de libros nuevos y debates sobre autores clásicos y contemporáneos, que estimulen su lectura y creación.
Esta es la selección que proponemos hoy:
“El gran despecho” de Roque Dalton (1935-1975)
País mío no existes
sólo eres una mala silueta mía
una palabra que le creí al enemigo
Antes creía que solamente eras muy chico
que no alcanzabas a tener de una vez
Norte y Sur
pero ahora sé que no existes
y que además parece que nadie te necesita
no se oye hablar a ninguna madre de ti
Ello me alegra
porque prueba que me inventé un país
aunque me deba entonces a los manicomios
Soy pues un diosecillo a tu costa
(Quiero decir: por expatriado yo
tú eres ex patria)
***
“Hexaedro rosa” V de Rubén Martínez Villena
Puedes venir desnuda a mi fiesta de amor. Yo te vestiré de caricias.
Música la de mis palabras; perfume es de mis versos; corona, mis lágrimas sobre tu cabellera.
¿Qué mejor cinturón para tu talle, que cinturón más tierno, más fuerte y más justo que el que te darán mis brazos?… Para tu seno ¿qué mejor ceñidor que mis manos amorosas? ¿Qué mejor pulsera para tus muñecas que la que formen mis dedos al tomarlas para llevar tus manos a mi boca?
Una solo mordedura, cálida y suave, a un lado de tu pecho, será un broche único para sujetar a tu cuerpo la clámide ceñida y maravillosa de mis dedos.
Puedes venir desnuda a mi fiesta de amor. Yo te vestiré de caricias.
***
“Dos cuerpos” de Octavio Paz (1914-1998)
Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos olas
y la noche es océano.
Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos piedras
y la noche desierto.
Dos cuerpos frente a frente
son a veces raíces
en la noche enlazadas.
Dos cuerpos frente a frente
son a veces navajas
y la noche relámpago.
Dos cuerpos frente a frente
son dos astros que caen
en un cielo vacío.
***
“Casiquiare” de Andrés Eloy blanco (1896-1955)
Ciudadano venezolano,
Casiquiare es la mano abierta del Orinoco
y el Orinoco es el alma de Venezuela,
que le da al que no pide el agua que le sobra
y al que venga a pedirle, el agua que le queda.
Casiquiare es el símbolo
de ese hombre de mi pueblo
que lo fue dando todo, y al quedarse sin nada
desembocó en la Muerte, grande como el Océano.
***
“La jaula” de Alejandra Pizarnik (1936-1972)
Afuera hay sol.
No es más que un sol
pero los hombres lo miran
y después cantan.
Yo no sé del sol.
Yo sé la melodía del ángel
y el sermón caliente
del último viento.
Sé gritar hasta el alba
cuando la muerte se posa desnuda
en mi sombra.
Yo lloro debajo de mi nombre.
Yo agito pañuelos en la noche
y sedientos de realidad
bailan conmigo
Yo oculto clavos
para escarnecer a mis sueños enfermos.
Afuera hay sol.
Yo me visto de cenizas.
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