En Sudán también mueren inocentes
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Foto AP
Eclipsada por la matanza impune que realiza Israel contra la población palestina y la guerra entre Rusia y Ucrania, el conflicto bélico que asola a Sudán desde hace más de dos años ha causado la muerte a por lo menos 14 000 civiles, el éxodo de más de 12 millones y la destrucción de gran parte del país.
En Jartum, la capital, no entra alimentos desde hace más de cuatro meses, en tanto el ejército regular logró recuperar hace unas horas el Palacio Presidencial, pero los paramilitares rebeldes siguen enquistados en otras partes de la urbe.
El ejército afirma estar persiguiendo a los paramilitares, que controlan la isla capitalina de Tuti, un territorio entre los ríos Nilo Blanco y Nilo Azul, y el aeropuerto de Jartum.
El jueves por la noche, miembros del grupo paramilitar tomaron al-Maliha, una ciudad estratégica en el desierto en Darfur Norte, cerca de las fronteras con Chad y Libia.
En Jartum y sus alrededores, al menos 3,5 millones de personas tuvieron que abandonar sus hogares como consecuencia de la violencia, y unas 100 000 personas se enfrentan a la desnutrición. El conflicto en Sudán ha convertido parte del país en un infierno.
PANORAMA FUNESTO
Los combates entre las Fuerzas Armadas Sudanesas (SAF) y las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) han dejado a más de la mitad del país, 24,6 millones de personas, padeciendo hambre aguda.
Los servicios sanitarios han colapsado, millones de niños están sin escolarizar y se han producido incesantes patrones de violencia sexual.
Ocho meses después de que el Consejo de Seguridad adoptara la Resolución 2739 (2024), la población civil de Darfur del Norte sigue siendo objeto de ataques. Dicha resolución exigía que la RSF dejara de asediar la capital del estado, El Fasher.
Mientras tanto, la violencia en el campo de Zamzam y sus alrededores se ha intensificado aún más. Se calcula que cientos de miles de civiles viven allí, donde se han confirmado condiciones de hambruna.
Las imágenes por satélite confirman el uso de armamento pesado en Zamzam y sus alrededores en las últimas semanas, así como la destrucción de las instalaciones del principal mercado de la zona.
Los civiles aterrorizados, incluidos los trabajadores humanitarios, no pudieron abandonar la zona cuando los combates eran más intensos. Muchos murieron.
En el sur de Sudán, hay informes de que los combates se están extendiendo a nuevas zonas en los estados de Kordofán del Norte y Kordofán del Sur, lo que aumenta los riesgos para la población civil y complica aún más los movimientos del personal y los suministros humanitarios.
También han surgido informes espeluznantes de nuevas atrocidades en el estado del Nilo Blanco, incluida una oleada de ataques a principios de este mes que han matado a decenas de civiles.
El sábado, el general Dagalo, líder de las RSF, prometió defender el palacio presidencial y las áreas circundantes y amenazó con nuevos ataques en varias ciudades del norte.
Hasta ahora, los esfuerzos por reestablecer la paz han fracasado, ya que las fuerzas rivales prometen continuar luchando por el control de las áreas estratégicas.
La guerra civil ha causado la mayor crisis humanitaria del mundo, según Naciones Unidas.
CÓMO FUE
La guerra civil sudanesa, también llamada guerra de Sudán, es un conflicto militar que se inició el 15 de abril del 2023 en el territorio de la República de Sudán, cuando estallaron combates entre las Fuerzas Armadas de Sudán (FAS) y las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR o RSF) en todo ese país, y se informó de combates en el palacio presidencial y en la sede de las FAR.
También se informó de combates en los aeropuertos de Jartum y Merowe, que las FAR capturaron.
O sea, la guerra comenzó con ataques de las FAR contra instituciones gubernamentales mientras se informaba de ataques aéreos, artillería y disparos en todo Sudán.
A lo largo del conflicto, el líder de las FAR, Mohamed Hamdan Dagalo, y el líder de facto y jefe del ejército de Sudán, Abdelfattah al Burhan, han disputado el control de los sitios gubernamentales en Jartum, incluido el cuartel general del ejército, el Palacio Presidencial, el Aeropuerto Internacional de Jartum y la residencia oficial de Burhan, así como los estados y ciudades de Darfur y Kordofán.
A partir de junio, el SPLM-N (al-Hilu) atacó posiciones del ejército en el sur del país. En julio, una facción del Movimiento de Liberación de Sudán liderada por Mustafa Tambour (MLS-T) se unió oficialmente a la guerra en apoyo de las Fuerzas armadas sudanesas, mientras que en agosto, el movimiento rebelde Tamazuj con sede en Darfur y Kordofán, unió fuerzas con lasFAR.
A partir de octubre, el impulso comenzó a inclinarse hacia las RSF una vez más, cuando los paramilitares derrotaron a las fuerzas del ejército en Darfur y lograron avances en el estado de Jartum y Kordofán. Hasta ahora, las negociaciones posteriores entre las partes beligerantes no han producido resultados significativos, mientras que muchos países han proporcionado apoyo militar o político a al-Burhan.
Casi al fin de la gestión del demócrata Joe Biden, Estados Unidos denunció que las RSF estaban cometiendo genocidio.
Hasta ahora El RSF ocupa la mayor parte de Darfur, y partes de los estados de Gezira, Jartum, Nilo Blanco, Sennar, Al Qadarif, Kodorfan del Norte y Kodorfan del Oeste.
Una facción del MPLS-N, dirigida por Abdelaziz al-Hilu, ocupa partes de los estados de Kodorfan del Sur y Nilo Azul.
ANTECEDENTES
A principios del siglo XXI, la región occidental de Darfur en Sudán había soportado una inestabilidad prolongada y conflictos sociales debido a una combinación de tensiones raciales y étnicas y disputas por la tierra y el agua.
En el 2003, esta situación estalló en una rebelión a gran escala contra el gobierno, contra la cual el presidente y hombre fuerte militar Omar al-Bashir prometió utilizar medidas contundentes. La guerra resultante en Darfur estuvo marcada por actos generalizados de violencia patrocinados por el Estado, que dieron lugar a acusaciones de crímenes de guerra y genocidio contra al-Bashir.
La fase inicial del conflicto dejó aproximadamente 300.000 muertos y 2,7 millones fueron desplazados por la fuerza; aunque la intensidad de la violencia disminuyó posteriormente, la situación en la región distaba mucho de ser pacífica.
Para aplastar los levantamientos de tribus no árabes en las montañas Nuba, al-Bashir se basó en los Yanyauid, un grupo de milicias árabes provenientes de tribus comerciantes de camellos que estaban activas en Darfur y partes de Chad.
En el 2013, al-Bashir anunció que las Yanjauid se reorganizarían como Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) y también anunció que las RSF quedarían bajo el mando del comandante de las Yanjauid, Mohamed Hamdan Dagalo, más comúnmente conocido como Hemedti. Las RSF perpetraron asesinatos en masa, violaciones en masa, saqueos, torturas y destrucción de aldeas y fueron acusadas de cometer limpieza étnica contra los pueblos fur, masalit y zaghawa.
Los líderes de las RSF han sido acusados de genocidio, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad por la Corte Penal Internacional, pero Hemedti no estuvo personalmente implicado en las atrocidades del 2003-2004.
En el 2017, una nueva ley otorgó a RSF el estatus de "fuerza de seguridad independiente". Hemedti recibió varias minas de oro en Darfur como patrocinio de al-Bashir y su riqueza personal creció sustancialmente. Bashir envió fuerzas de las RSF para sofocar un levantamiento del 2013 en Darfur del Sur y desplegó unidades de las RSF para luchar en Yemen y Libia. Estos acontecimientos aseguraron que las fuerzas de RSF crecieran hasta alcanzar decenas de miles y llegaran a poseer miles de camionetas armadas que patrullaban regularmente las calles de Jartum.
El régimen de Bashir permitió que las RSF y otros grupos armados proliferaran para evitar amenazas a su seguridad desde dentro de las fuerzas armadas, una práctica conocida como "a prueba de golpes".
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