El Club Antiglobalista: Miguel Bosé, Bill Gates y el Complejo de Robin Hood

El Club Antiglobalista: Miguel Bosé, Bill Gates y el Complejo de Robin Hood
Fecha de publicación: 
1 Octubre 2020
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Miguel Bosé ha cambiado físicamente, se le ve desmejorado, agresivo, arisco. Ya no es aquel cantante que pretendió convertirse en el David Bowie español, con unas letras que llamaban a lo sensual y al hecho que representaba la movida madrileña, posterior  a la muerte del dictador Francisco Franco. Lejos de ello y, sobre todo, tras la muerte de su madre en marzo de este año producto del coronavirus, el encierro del artista en su casa se ha vuelto obsesivo, así como su activismo en Twitter, una red social en la cual ha sido censurado por, supuestamente, compartir contenidos falsos. “Que nos dejen vivir”, decía un tweet de Bosé que convocaba a la última gran manifestación en contra del uso de mascarillas en la Plaza del Sol de Madrid. Su figura, antes iconoclasta y juvenil y que ahora asume un ropaje acusador, no apareció en las protestas que él mismo convocara. Él apenas se dejó ver, luego, con mascarilla, en un supermercado haciendo la compra. 

Muchos de sus amigos tomaron distancia, ¿qué le sucede?, ¿se ha vuelto loco?, decenas de programas de televisión hispanos se dedican a analizar si desde la neurociencia se puede explicar el porqué del cambio de un hombre que hasta ayer defendía causas cercanas al hoy gobernante Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y ahora acusa a Pedro Sánchez de estar vinculado a Bill Gates y los globalistas. Según Bosé, existe un plan en marcha para robarles las libertades a los ciudadanos, imponerles un cambio de vida basado en el transhumanismo y reducir la natalidad mediante la eliminación de las interacciones sociales y por ende en materia sexual. En su libro El Informe Lugano, la escritora y analista Susan George, muy cercana en su momento a poderes mundiales, devela, si bien en clave supuestamente de ficción, algunas de las fórmulas que el actual capitalismo estaría siguiendo para poder perpetuarse. Uno de los puntos que trascienden es la reducción de la demografía, en base a que el sistema ni puede alimentarlos a todos, ni mucho menos ofrecerles un lugar en una dinámica que tiende a la constante acumulación de riquezas en pocas manos. 

La lógica es la misma denunciada por Marx en su capítulo dedicado al origen del actual orden durante la conquista y la colonización de América, proceso al que llama acumulación originaria del capital: los indios debían morir, para que los bancos alemanes, italianos, holandeses e ingleses engrosaran sus arcas. Un fenómeno vinculado al otro y, en el medio del proceso, estaba también el cambio de paradigma tecnológico necesario para la explotación de las riquezas, por ello además de la muerte de millones, se introdujeron en el Nuevo Continente la rueda, el caballo, la pólvora, la navegación con sus técnicas, la escritura, etc. Lo mismo parece acontecer a la altura del 2020 con ese tercer mundo atrasado y lleno de pobres y la necesidad declarada por el Foro Económico Mundial de Davos de alcanzar, en 2030, un capitalismo de partes interesadas, que se base en el trabajo de la robótica y la nanotecnología así como en la indiferenciación entre el hombre y la máquina y el acceso digital a las mentes humanas. Estos datos están abiertos en la página web de dicho foro, para consulta pública, sin embargo, la gran prensa, a la vez que realiza un gran lavado de imagen de Bill Gates, mediante sitios de Facts Cheking (todos pertenecientes a corporaciones), le dedica ríos de tinta al descrédito de Miguel Bosé en materia de su postura ante el coronavirus. Sería prudente preguntarse por qué estos sitios que se autodenominan defensores de la verdad a ultranza, se muestran indiferentes ante la avalancha de bulos que, a diario, se lanza contra todo lo que desafíe al sistema, léase gobiernos como Cuba, Venezuela, Nicaragua etc., a la vez que le dedican tanto esfuerzo a cerrar y desmentir a Miguel Bosé. 

Y no es que simpaticemos con el cantante español, quien, sin dudas, hoy está llamando a romper la cuarentena por razones ocultas que ni tirios ni troyanos se atreven a develar. Porque resulta que, como mismo el coronavirus está siendo aprovechado para, en efecto aplicar políticas antinatalistas y anti demográficas (las nuevas leyes de eutanasia en España son tan amplias, que incluso un simple miope ya no merecería vivir), a la vez que aumenta la deuda pública y por ende la dependencia de los Estados hacia los fondos internacionales y las fortunas privadas; hay otra parte del sistema, la que se aferra al viejo paradigma industrial y de servicios, que se ve afectada. Se trata de propietarios de fábricas, regentes del negocio de la farándula y el espectáculo de masas, dueños de hoteles y de cadenas turísticas y restaurantes, todos ellos interesados en romper una cuarentena que les aprieta la yugular, hasta amenazarlos con desaparecer. En la página web del Foro de Davos, el reseteo económico, como lo llaman los globalistas, prevé la eliminación de esa pequeña y mediana propiedad, para, como dice un artículo sobre la vida en el 2030, convertirlo todo en un supuesto servicio público. En realidad se trata de la desaparición de la clase media y del emprendimiento para hacer más dependiente a la masa y concentrar la riqueza en pocas manos, de forma que no haya peligro de derrumbe de un sistema que no podrá ser jamás equitativo. 

Amante Bandido

Como reza el título de una de sus canciones que más sonaran en la música popular, Bosé ha roto lanzas a favor de la industria del espectáculo, de la cual él vive, detenida por la cuarentena. Ha llegado al extremo de negar la existencia del virus, llegando a decir que las vacunas (todas y sin excepción) son inyecciones de nanotecnologías que generarán la muerte y el control social directo de millones de personas. En su discurso, incoherente y lleno de medias verdades, se mezclan las ambiciones reales de los globalistas de Davos con la hipérbole agregada por este amante bandido que defiende a capa y espada una apertura inmediata de todos los espacios públicos. Si bien no hay pruebas de que el coronavirus sea una creación de las élites, el beneficio y los planes que ya estas perciben sí están demostrados, aunque no a la manera hollywoodense que retrata en su cuenta de Twitter el cantante español, que exagera a exprofeso y pone en riesgo la vida de millones de personas que le creen y que serán tan víctimas suyas como de los globalistas. 

Bosé no es exactamente un defensor de la gente, sino un influencer más al que se le usa para que alebreste a las masas en contra de medidas que afectan a una parte del capital que se está viendo dañada con el cambio de paradigma tecnológico. De ahí la leyenda de que el 5G causa cáncer y otras enfermedades y que el cantante, sin mayores pruebas, lanza a través de Twitter. La red social, no porque esté interesada en la verdad ni la justicia, lo censura, al igual que está haciendo Facebook, a pedido explícito de Marc Zuckerberg, quien sin embargo permite el linchamiento diario de personas, porque ello sube el pico de interacciones y por ende de publicidad y dineros a su bolsillo. Para Bosé,  y los globalistas, para las plataformas de redes sociales, detractores del transhumanismo y partidarios, el pueblo es solo una bestia a la cual doman y usan a conveniencia, al que se explota y mata, al que tratan como una cosa, mientras se agita ya el discurso de los derechos y las libertades, ya el del progreso y el avance tecnológico. 

Lavado de imagen de Bill Gates

Las revistas que durante décadas promovieron el consumo, el capitalismo y atacaban cualquier esfuerzo por la igualdad, como Forbes, se unen a la red de Facts Cheking que ahora pretende desmentir a Bosé y limpiar la imagen del “filántropo” Bill Gates, uno de los dirigentes del Foro de Davos e impulsores de la llamada cuarta revolución industrial o cambio del paradigma tecnológico del sistema. Pero nada nos debe extrañar en un mundo donde la prensa, contrario a lo que dice la ideología neoliberal, no es libre, sino que deviene interés estratégico de mercado. 

En el año 1914, el magnate John D. Rockefeller era una de las personas más odiadas de los Estados Unidos, por el uso de mano de obra infantil esclava, así como por las masacres en las minas donde el personal se sublevó por los bajos jornales y las condiciones inhumanas. Fue entonces que el millonario contrató a un grupo de periodistas e inició la técnica del lavado de imagen, al frente de cuyo equipo estaba Ivy Lee, uno de los pioneros de las relaciones públicas y cuya experiencia luego le serviría al inglés Edward Bernays para escribir su infame libro de propaganda  Crystalazing Public Opinion, dirigido al control mental de las masas para beneficio de millonarios y aristócratas. Unos principios que se aplican aún hoy a través de la gran prensa. Bernays era sobrino de Sigmund Freud, por lo cual se nutrió de los avanzados estudios de su tío en torno a la construcción de la personalidad de una forma artificial, mediante el bombardeo de mensajes. La base de estas técnicas está en diseñar una red de donaciones a los pobres, con el fin de limpiar la imagen de los ricos y colocarlos en el plano de filántropos, adelantados. 

Lee llegó a ser investigado por el Congreso por vínculos con los nazis y con una firma llamada German Dye Trust, al servicio de Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda de Hitler. Ivy Lee también fue miembro fundador del Consejo de Relaciones Exteriores, un organismo no adjunto a ningún poder democrático y que está vinculado a las directrices secretas que cada año se toman en el seno de las reuniones del Club Bilderberg. Su trabajo en torno a la figura de Rockefeller puede rastrearse hoy en el uso de las causas de la nueva izquierda por parte de las élites, que ha logrado engañar a grupos como el feminismo o el antirracismo haciéndoles creer que entidades como el FMI o la OEA están de su parte. Todo encaja en el paradigma del llamado capitalismo progresista o de partes interesadas, del cual la teoría de la Sociedad Abierta de George Soros es bandera.

Medios de prensa en español, desde CNN, La Razón, El País, Forbes, hasta otras figuras públicas, han salido a defender el filantropismo de Gates y a atacar la locura de Bosé y de los Antimascarillas, un movimiento cuya táctica de lucha, discurso y causas están equivocados, pero que se compone sobre todo de personas de clase media en paro, cuyas vidas van a dar al abismo del sistema que se propone a exprofeso un hundimiento. Las técnicas de Bernays siguen dando frutos e incluso Naciones Unidas, en su agenda para el 2030, coloca al crecimiento demográfico como un problema a solucionar y promociona medios como la salud reproductiva (aborto) en lugar de la denuncia del sistema neoliberal, que no permite que esa creciente mayoría pueda formar una familia en condiciones, con la dignidad necesaria. Los pobres, para ellos, son el problema. 

Ni Bosé ni Gates

El gran drama de la humanidad en esta era posmoderna es que se hizo todo lo posible por desbaratar el sujeto de cambio de la historia, incluso recordemos que en el discurso de Francis Fukuyama ya no había tales causas que defender. Nos vendieron la noción de que cada quien debía hacerse su propio relato, abandonando el marxismo, el cristianismo, la visión hegeliana de la historia como un todo en movimiento. Los medios de prensa, la televisión, como dijo en algún momento el filósofo italiano Gianni Vattimo, eran la verdad y la mayor muestra de democracia. El problema es que, en el caso de Italia por ejemplo, solamente Berlusconi era capaz de ser él mismo un partido político, debido al monopolio personal que sostenía sobre los mass media. Con un reparto del mundo donde el 1 por ciento controla todo lo demás, tales mentiras posmodernas no se sostienen, ni mucho menos es posible la patraña el capitalismo de partes interesadas que el falsamente progresista George Soros quiere introducir a fuerza de millones y de subversión en medio mundo. 

No obstante, tanto un paradigma capitalista como otro, tanto Bill Gates como Miguel Bosé, son las dos caras de la misma moneda y ni en una ni en otra fiesta hemos sido invitados. Recordemos que es la táctica que usa la burguesía desde la Revolución Francesa, tomar la Bastilla usando a los pobres, para luego autoproclamarse ella sola representante del progreso y de la libertad en la cámara y en los salones de gobierno. Los mismos que en 1789 azuzaron a las masas contra los Borbones, en 1871 fusilaron a los comuneros de Paris, llenando las calles de sangre, en una demostración de crueldad que aún subsiste en el imaginario colectivo. La burguesía no tiene causa social y su único progreso es su cuenta bancaria e intereses. 

No es la primera vez que Bosé aparece, al igual que Gates, como un Robin Hood de los pobres, recordemos su papel jugado en el concierto de Cúcuta en contra de Venezuela y de su gobierno constitucional, cuando pidió una intervención armada. Tampoco pensemos que Gates dejará de aparecer en las portadas de Forbes como ese preocupado filántropo que supuestamente piensa en el bien de todos. Quizás haya que recordarle cómo el gobierno norteamericano tuvo que ponerle freno, cuando el magnate intentó quebrar las leyes antimonopolio y abusar del resto de la sociedad, manipulando y chantajeando a sus competidores mediante el uso de batallas a través  las leyes de propiedad. Curiosamente, luego de 2001, cuando el gobierno frenó las ambiciones de Gates, el millonario comenzó a invertir en la industria de la medicina y de la caridad, que en el caso de esta última no está sujeta a las mismas regulaciones de la bolsa que Microsoft. ¿Una manera elegante de quebrar las leyes antimonopolio y de paso hacerse propaganda? 

Los Robin Hood del capitalismo parecieran crecer, con el coronavirus, como hongos luego de una tormenta que no termina y cuyo último capítulo no conocemos. 

Comentarios

Excelente el artículo. Bosé tiene la incoherencia como principio..y Bill Gates construyó su fortuna en parte sobre la base del despojo a las pequeñas empresas informáticas y el robo de ideas. Los dos representan, como bien escribe el autor, vertientes de expresión de una misma sociedad donde los que mandan..son los que nunca vemos.
adedfcbk@gmail.com
Miguel Bosé mostró más valentía que nadie.

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