El Club Antiglobalista. Luego de la pandemia, ¿reinicio o dictadura mundial?
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Cuando reseteamos un equipo electrónico, nada cambia, se mantienen los mismos componentes físicos y el proceso interno es casi una copia del que ya existía. No hay una reprogramación en el sentido de un cambio en las distribuciones de trabajo, ni un reacomodo de las cargas que de ello derivan. Así mismo ocurre con lo que la élite tiene preparado para el mundo en materia económica para el año 2021, en lo que ellos llaman el Gran Reseteo, o sea un traspaso de paradigma en las relaciones productivas que supone la llegada de la cuarta revolución industrial tecnológica.
Como en el pasado, las máquinas son avances revolucionarios que, al integrar la cadena explotadora del sistema capitalista, se convierten en cómplices del escamoteo del valor del trabajo y por ende de la humanidad del obrero. Para 2021 la élite aspira a los mismos procesos de apropiación que ocurrieron en el pasado, el cambio no será en beneficio de muchos, sino de la parte que detenta las acciones bursátiles de las empresas rectoras de la transformación tecnológica.
Este proceso tiene sus ideólogos y plataformas, que para enero del año 2021 deberán dar los primeros pasos hacia el establecimiento de un conjunto de políticas públicas en las naciones, tendentes a la agenda globalista de lo que denominan capitalismo social, progresista o “de partes interesadas”. Se trata de una engañifa en la cual, supuestamente, el obrero, quien produce, deja de ser explotado, ya que él también es dueño de las acciones de la empresa, aboliéndose así (dicen los ideólogos de nuevo tipo) el conflicto denunciado por el marxismo entre trabajo asalariado y capital.
La maniobra no es nueva, ya en el pasado los revolucionarios devenidos reformistas no solo pactaron con el capitalismo sino que les dieron su visto bueno a las guerras de rapiña de la burguesía, como aconteció con los socialdemócratas alemanes durante la primera guerra mundial. En el presente más cercano, el progresismo light renuncia al enfoque marxista y se suma al carro de una supuesta revolución tecnológica venida de las entrañas del capitalismo y sus amos. La farsa, no obstante, cuenta con el apoyo del monopolio mediático y de todas las fuerzas y agentes globalistas.
El equipo electrónico de la economía mundial será reseteado, para ser el mismo, esto es, para que se beneficie la cúpula tradicional.
Comienza la farsa
Coinciden en este Reseteo, entre otros, el Club Bilderberg y el Fondo Monetario Internacional, representados por el Príncipe Carlos de Inglaterra y la Directora del FMI Kristalina Georgieva. El espacio para la discusión de las políticas públicas será el Foro Económico Mundial, donde desde hace tiempo se viene hablando sobre la posibilidad de resetear las relaciones económicas para proteger las finanzas del actual orden, o sea la propiedad privada sobre la cual se sustenta el sistema.
El propio Príncipe Carlos ha llegado a decir que o el mundo se atiene a una manera más verde e inclusiva de entender la política, o vendrán más pandemias. Una manera muy elocuente de expresarnos bajo qué lógica de chantaje vivimos los pobres y trabajadores de este mundo, que no accedemos a las reuniones secretas del Club Bilderberg, donde literalmente y sin que nadie lo evite se reparte y se planifica la vida en el planeta. En esta misma línea Klaus Schwab, ideólogo transhumanista y fundador ejecutivo del Foro Económico Mundial, aseguró en una entrevista reciente que la crisis del coronavirus le viene como anillo al dedo a los planes del reseteo, pues ha generado una crisis en la cual todos piden un cambio de paradigma global.
Literalmente en la página del Foro Económico Mundial se habla de que la Covid es la oportunidad para un gran reinicio, que consiste en un nuevo contrato social, cuyo discurso es en apariencia antisistema, ya que comienza denunciando las rupturas sociales que la crisis del capitalismo ha provocado en materia de sanidad, acceso a los derechos y cambio climático. Y es allí donde se explaya directamente el discurso del Nuevo Orden Mundial, que no es otra cosa que el mismo orden voraz de relaciones de producción camuflado con un discurso de justicia social basado en enfoques identitarios (LGBTI, feminismo, racismo, multiculturalismo, minorías), pero no clasistas ni críticos de la gran propiedad privada.
Para que se entienda esta farsa, valga el ejemplo de cuando se nos vende el llamado IPhone sustentable, que “combate” el cambio climático, pero que es el mismo teléfono de siempre, solo que con una etiqueta ecologista. En realidad nada varía en la cadena de explotación productiva de este implemento, que incluye además del robo de recursos, el uso de mano de obra infantil. De tal forma, la humanidad es estafada.
La Gran Estafa
El nuevo contrato social se basa en que los Estados disminuyan los impuestos y aumenten el gasto público, cosa que solo se logra mediante préstamos bancarios concedidos por los organismos financieros internacionales a los gobiernos. Esto último cuando el mundo ya sufre de una deuda externa impagable, que genera cadenas de dependencia y caída en picada de la soberanía de los pueblos. Supuestamente, el gasto público de los Estados estaría girado hacia el establecimiento de empresas de partes interesadas, en las cuales todo pasaría a ser un servicio, quedando abolida la propiedad privada pequeña y mediana de la clase media. En realidad, lo que se nos está diciendo en la página web del Foro Económico Mundial es que no tendremos nada, que los ricos serán más ricos y los pobres más pobres, ya que la gran propiedad sí que seguirá existiendo. En un escenario así, no habrá clase media, fenómeno que estamos viendo ya en los países desarrollados, producto de la caída del empleo.
Y es que la nueva distribución del trabajo se basará en el uso de la inteligencia artificial, que sustituirá al ser humano en casi todo, haciendo inútil la existencia de millones de personas a las cuales el mercado considera desechables, e incluso peligrosas en materia de rebelión política. Ese es el cambio de paradigma para el cual los poderes de la élite requieren una transformación de la faz de la humanidad. El propio concepto promulgado por Naciones Unidas de lo sustentable esconde un trasfondo terrible: si las grandes mayorías sobran, o sea no se sostienen, ¿qué hacer con ellas? La respuesta la hallamos en la reducción del crecimiento demográfico como una de las metas esenciales. Menos gente, más máquinas, más deuda estatal, menos soberanía de los pueblos y más riqueza concentrada en las poquísimas manos de siempre.
Este contrato social no menciona nada de la creación de nuevos empleos, la lucha contra la corrupción y la deuda externa, promover sistemas sanitarios no dependientes del dinero, entonces, ¿de qué progresismo nos habla el nuevo orden?
Transhumanismo y dictadura
El capitalismo progresista pretende de la mano del transhumanismo darle un vuelco distinto a la manera de entender la sociología y los derechos del hombre. Para ello, se pretende la creación de una sociedad abierta en un mundo completamente globalizado con un único centro de mando en manos de pocos. Schwab, el ideólogo de este reseteo, declara en su libro La cuarta revolución industrial que el hombre pasará a ser una máquina más, sin distinción con respecto a los algoritmos que poblarán la Tierra. En este punto, la mente humana dejará de ser autónoma y, como un robot más, dependerá de la voluntad de los programadores.
O sea, buscan el control del pensamiento, con lo cual ya habríamos pasado a la muerte de la política y de la democracia. Nita Farahany, abogada y filósofa, ex Jefa de la Comisión de Asuntos Bióticos bajo la presidencia de Barack Obama declaró en una entrevista que un aspecto de lo que ella llamó las sociedades abiertas es la creación de espacios de pensamiento accesibles, en los cuales bajo una óptica de apertura e inclusividad, de deconstrucción de los prejuicios ancestrales, nada quede oculto, ni individualmente ni por intereses grupales.
Abrirán la cabeza de cada quién para revisar qué tramamos. El transhumanismo en una de sus líneas plantea que en un futuro, mediante la intervención tecnológica, se podrán eliminar emociones e impulsos negativos, que se consideran las bases de las malas actuaciones. O sea, reprogramar a las personas, según la ética subjetiva de un grupo de poder.
Quienes piensen que estas líneas son exageradas, podrán buscar en la página web del Foro Económico Mundial un artículo titulado Bienvenido al 2030, no poseo nada, no tengo privacidad y la vida nunca ha sido mejor, que es una exaltación a esa dictadura corporativa del capitalismo progresista ya evidenciada en los planes del gran reseteo. El coronavirus no solo es la crisis perfecta para llevar adelante esta agenda globalista y tiránica bajo el pretexto de la extrema necesidad, sino la justificación que hoy usan todos los banqueros y amos del mundo, para cubrir su responsabilidad sistémica en cuanto a la agonía de un mundo que padece y que aún no despierta.
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