EE.UU.: Presidenciales con mal olor

Por ahí hay unos cuantos electores norteamericanos que han repetido la frase de un destacado intelectual de que preferirían lanzarse a un precipicio antes que votar por Trump o Biden, dos aspirantes con bastante mala reputación que en estos momentos lideran encuestas que los sitúan a ambos con un 43% de preferencia para los comicios presidenciales del 2024.

Queda poco para los demás, que van desde el liberal demócrata Kennedy hasta el republicano hiperreaccionario DeSantis, quien, se afirma, está a punto de retirar su aspirantura.

De todas formas, no hay casi nada que parezca bueno para escoger por el norteamericano medio, una víctima de la democracia representativa, que tanto mal encubre.

En este contexto, y para desprestigiar aún más al rojizo expresidente, este fue acusado formalmente de haber intentado interferir en los comicios presidenciales de su país en el 2020, en los que resultó victorioso Biden.

Un gran jurado de Washington acusó al republicano de varios delitos por los esfuerzos que realizó para anular los resultados de las elecciones, un hecho que conmocionó a la sociedad estadounidense, sobre todo por el asalto al Capitolio, cuando miles de simpatizantes de Trump intentaron impedir la toma de posesión de Biden el 6 de enero del 2021.

¡42 CARGOS!

Los cargos que ahora enfrenta el exmandatario de Estados Unidos son: Conspiración para defraudar a Estados Unidos, para obstruir un procedimiento oficial y contra los derechos de los ciudadanos, así como manipulación de testigos.

Además de estos cuatro cargos, Trump se enfrenta a otros 37 por su manejo indebido de documentos clasificados, además de un caso de "dinero a cambio de silencio", en el que también está involucrada la actriz de la industria pornográfica, Storni Daniel.

Pero Trump no se inmutó y dijo que continuará su campaña presidencial aun si es sentenciado, en tantos sus defensores alegan que esta situación debía haber sido presentada antes y no ahora, con vista a entorpecer la labor proselitista del susodicho.

En todo ello juega la decisión de quienes desde lo más alto mantienen el apoyo a Biden, a pesar de su manifiesta senilidad e incumplir promesas de su anterior campaña electoral, además de seguir una política exterior que ha puesto al mundo al borde de la Tercera Guerra Mundial.

CORRUPCIÓN

Y mientras los demócratas esgrimen todo tipo de acusaciones contra Trump, los republicanos también han enfilado –y afilado- sus armas contra el mandatario, para lo cual tienen sólidas bases en las que la corrupción juega un papel importante.

En todo ello descuella la actuación de su hijo Hunter, quien fue protegido por su padre, desde que este ejercía la vicepresidencia en la era Obama.

Ello sirvió a Hunter para hacer negocios fraudulentos con oligarcas de Ucrania, luego del derrocamiento del legítimo presidente de esa nación en el 2014.

Asimismo, se asegura que hay evidencias de que Biden se beneficiaba con el 10% de las ganancias que su hijo obtenía con sus triquiñuelas.

Hay evidencia que sugiere que Hunter canalizó dinero a través de compañías fantasmas controladas por la familia Biden.
Esto generalmente se hace en empresas criminales tanto para "lavar" el dinero sucio como para complicar la capacidad de los investigadores para rastrear dónde estaba su destino final.

En resumen, la única razón real para tal comportamiento sería proporcionar cobertura a alguien que es el beneficiario final de todas estas transacciones ilegales que Hunter Biden estaba realizando.

Los republicanos sospechan que el punto final de estas transacciones es, de hecho, la cuenta de Joe Biden.

Todavía tienen que encontrar evidencia directa que vincule explícitamente las finanzas del cuadragésimo sexto presidente a las actividades de su díscolo hijo.

PROTEGIENDO AL FAVORITO

El ex abogado del Departamento de Justicia, Andy C. McCarthy, ha declarado en numerosas ocasiones su escepticismo de que el Departamento de Justicia tenga una investigación activa contra Hunter Biden, cita Microsoft News.

Para La Haine, el establishment trata de proteger directa e directamente al presidente de las consecuencias legales y políticas, ya que su candidato preferido, Biden, se postula para la reelección en lo que será una campaña altamente polémica en el 2024, y en las que muchos estarán en la disyuntiva de lanzarse o no a un precipicio.