Santiago Alfonso en su luminoso magisterio
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El maestro Santiago Alfonso, Premio Nacional de Danza, cumplió este jueves 85 años con la certeza de haber cumplido una deuda de gratitud con sus formadores, con su público, y con el movimiento fundacional del que fue parte.
Es uno de los principales referentes del gran movimiento de la danza moderna en Cuba, no solo por la iconicidad de su proyección escénica o por sus extraordinarios valores estéticos, sino también por ese magisterio que ha encarnado a lo largo de varias décadas de trabajo ininterrumpido.
Bailarín, coreógrafo y profesor, Santiago es un maestro en todas las acepciones que tiene ese concepto.
Además de su ejemplo sobre la escena, son significativos sus aportes a la enseñanza de su arte en Cuba.
Antes de 1959 ya era bailarín de espectáculos musicales. Atendió la convocatoria de Ramiro Guerra para fundar una agrupación en el Teatro Nacional y fue uno de los fundadores del entonces Departamento de Danza Moderna, hoy Danza Contemporánea de Cuba.
Si hubiera que escoger una escena emblemática de esos años de febril creación, muy bien pudiera ser su lidia con Eduardo Rivero en Suite Yoruba, de Ramiro, magistralmente recreada por José Massip en el documental Historia de un ballet (1962).
Changó (Santiago) y Oggún (Eduardo) enfrentados en un combate de pujante lirismo, que resumía muchos de los presupuestos de la naciente danza moderna cubana: honrar la tradición más raigal de un pueblo multiplicándola con nuevos caminos estéticos.
En el Conjunto Folclórico Nacional, donde contribuyó con la formación de bailarines y la diversificación del repertorio; en el cabaret Tropicana, del que llegó a ser referente internacional como coreógrafo y maestro; en grandes espectáculos del teatro musical en varios países; en su propia compañía habanera... Santiago Alfonso forjó sus credenciales, que han trascendido incluso la danza: memorables han sido sus apariciones en el cine, particularmente la interpretación del padre del bailarín Carlos Acosta en el filme biográfico Yuli.
Santiago Alfonso es un gran artista y al mismo tiempo un hombre generoso y humilde. Cree firmemente en la capacidad de la belleza para transformar el mundo y a ese empeño se ha consagrado.
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