Edmundo González Urrutia: Viejito chorreando sangre… ajena
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Edmundo González Urrutia, a la derecha, la marioneta de la marioneta del imperio, María Corina Machado (Izq) (Foto de JUAN BARRETO / AFP)
No sé si se hará realidad el rumor de que Edmundo González Urrutia, el derrotado candidato de la ultraderecha, está preparando su fuga de Venezuela, pero sí es cierto que las exiguas páginas web que pueden brindar información veraz sobre la vida, pasión y fechorías del susodicho han salido fuera de circulación, totalmente borradas, perdidas (403 forbidden, un código de estado HTTP que indica que no tenemos la aprobación necesaria para poder acceder a una determinada página web por algún motivo).
Mientras miles de medios de todo tipo controlados por el Imperio coinciden de diferentes maneras, sin obstáculos, en tratar de limpiar el historial del anciano convertido en pelele de la contrarrevolución.
De ser cierta la fuga, esta carenaría en Miami, sede de lo peor de la gusanería latinoamericana.
Meses antes de convertirse en el candidato principal de la ultraderecha, González Urrutia había sido denunciado por sus crímenes por Cubadebate, Ignacio Ramonet, la luchadora Nidia Díaz y entes informativos honestos, estos últimos jaqueados y desaparecidos del escenario de Internet.
No se hizo esperar la ola de desmentido en defensa del fracasado abanderado de María Corina Machado, timonel visible de la presente acción para derrocar a la Revolución Bolivariana, acompañada de acciones vandálicas que provocaron muertes inocentes y destrucción de inmuebles que prestan ayuda a la población.
Pero los defensores espurios del anciano asesino, que intentaron detalladamente mostrar su inocencia, no tuvieron en cuenta que la verdad fue corroborada por archivos desclasificados de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), que, por supuesto, no podía prever el papel futuro que interpretaría González Urrutia.
DE LOS ARCHIVOS
El fracasado candidato opositor, segundo al mando de la misión diplomática venezolana en El Salvador, estuvo vinculado, entre 1979-1985, al Plan Cóndor, proyecto contrainsurgente que impulsó el republicano (ex presidente estadounidense) Ronald Reagan contra el pueblo salvadoreño.
El plan de Reagan era impedir que avanzaran las fuerzas revolucionarias del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), por lo cual González Urrutia, quien entonces era segundo de la sede diplomática, y el entonces embajador, Leopoldo Castillo, conocido como el Mata Curas, jugaron un papel nefasto en la persecución contra los religiosos que condenaban la represión de la dictadura militar salvadoreña.
En los documentos desclasificados de la CIA, en febrero del 2009, Castillo apareció mencionado como corresponsable de los servicios de inteligencia que coordinaron, financiaron y dieron la orden para la ejecución de la Operación Centauro, un plan que consistía en una serie de acciones violentas del ejército salvadoreño y los escuadrones de la muerte para eliminar físicamente a las comunidades religiosas congregadas en torno a la búsqueda coherente a la Teología de la Liberación de una solución pacífica y negociada de la guerra.
En los años que la embajada estuvo a cargo de Castillo y González Urrutia el ejército y los escuadrones de la muerte dejaron un saldo de 13 194 civiles asesinados, entre ellos varios religiosos.
Y aunque ya no estaba en la función diplomática, se desempeñaba como asesor de estructuras de inteligencia cuando fueron asesinados los seis (sacerdotes) jesuitas y las dos trabajadoras (de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), el 16 de noviembre de 1989.
González Urrutia, de 74 años, ya había estado vinculado a la CIA durante su estancia como diplomático de 1981 a 1983 como primer secretario de la embajada de Venezuela, donde, 41 años después fue el abanderado del fascismo en el intento electoral de la ultraderecha contra el Gobierno Bolivariano.
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