Del «pacifista» Trump al guerrerista Biden: Rusia tiene con qué responder a una agresión

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Del «pacifista» Trump al guerrerista Biden: Rusia tiene con qué responder a una agresión
Fecha de publicación: 
19 Diciembre 2021
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Hablando con sorna, el ex presidente Donald Trump hacia alarde sobre como había evitado una guerra nuclear, pretextando que se había llevado bien con Xi, Putin y Kim sin contar las veces que había burlado la palabra empeñada, mientras que su sucesor, Biden, se había encasquetado desde el primer momento la gorra de guerrerista ante China, Rusia y la República Popular Democrática de Corea.

Realmente, el actual presidente norteamericano ha sido un fiel seguidor del establishment que controla a Estados Unidos y cumplido al pie de la letra las orientaciones de los halcones insertados en su gabinete, con mejor presencia, pero tan mala idea como los del anterior gobierno, y exacerbado la confrontación con Beijing, tensado el diálogo con Pyongyang y llevado hasta el límite de lo insospechado las relaciones con Moscú.

El Pentágono incrementa cada vez más su presencia militar en Europa e intenta el estallido de una confrontación bélica con Rusia, lo que desataría una nueva carrera armamentista.

Y es que los planes diseñados por EE.UU. tienen capacidades destructivas para toda la arquitectura europea de seguridad, crean una nueva realidad política y militar, llevan a un desequilibrio en la distribución de poder en el continente y amenazan con consecuencias destructivas a largo plazo en toda la región de Europa y el Atlántico.

Según la diplomacia rusa, en Washington están iniciando una nueva carrera armamentista, tratan de imponer un paradigma de confrontación, parecido al de los tiempos de la Guerra Fría.

Los planes norteamericanos resultan preocupantes, porque prevén la modernización de toda la infraestructura militar que se encuentra cerca de las fronteras con Rusia, en particular de los aeropuertos con capacidad para recibir aviones militares con efectivos, así como almacenes que puedan suministrarles a esas tropas armamento pesado, los cuales están situados en Países Bajos, Bélgica y Alemania.

Así, 300 marines desembarcan en Noruega para un despliegue de seis meses, Polonia acoge 4 000 soldados norteamericanos, y ya en Ucrania se contabilizan 8 000 -a pesar de que Biden dijo que no enviaría tropas allí-, a los que se unirán otros 7 000 de sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, todo bajo el infundio de una posible invasión rusa al territorio ucraniano.

RUSIA, CADA VEZ MÁS FUERTE

Pero lo cierto que estas peligrosas acciones regionales de guerra pueden desembocar en una nada deseada hecatombe nuclear, malo para el mundo.

Sn embargo, Moscú ya tiene bastante adelantada la disuasión ante los tambores de guerra norteamericanos, o, dicho de otro modo: se puede decir claramente que Estados Unidos no está preparado para librar un enfrentamiento bélico con Rusia.

Este sábado 11 de diciembre, el presidente Vladimir Putin dijo en una sesión plenaria de la Semana de la Energía que Rusia ha ganado la carrera armamentística nuclear a Estados Unidos

Estados Unidos solo está desarrollando misiles hipersónicos con una velocidad ligeramente superior a Mach 3. “Y nuestros sistemas vuelan a velocidades superiores a Mach 20. No es solo un misil hipersónico, es un misil intercontinental. Y ya están en servicio de combate en Rusia”, citó Interfax a Putin.

“Me gustaría llamar la atención sobre el hecho de que nosotros, al disponer de tales sistemas, y por primera vez en la historia, estamos superando a nuestros principales competidores -en este caso Estados Unidos- en sistemas de armas de alta tecnología. No abusamos de esto, no amenazamos a nadie”, dijo Putin.

La carrera armamentística nuclear se reanudó después de que Estados Unidos se retirara del Tratado de Misiles Antibalísticos en el 2003, que Moscú consideraba “la piedra angular de la seguridad internacional”.

No se trataba solo de una defensa, sino de “un intento de obtener ventajas estratégicas desenergizando el potencial nuclear de un enemigo potencial”, explicó Putin.

Rusia, dijo Putin, tenía dos caminos: crear su propia defensa antimisiles, que “cuesta mucho dinero y no se sabe cómo va a funcionar”, o desarrollar misiles que superen las defensas estadounidenses.

“Dije que lo íbamos a hacer. La respuesta de los socios estadounidenses fue la siguiente: nuestra defensa antimisiles no es contra ustedes, hagan lo que quieran, nosotros partiremos del hecho de que no es contra nosotros”, describió Putin la situación.

La carrera armamentística “no es iniciativa nuestra”, subrayó, y añadió que Rusia está dispuesta a mantener un diálogo constructivo sobre este asunto.

Pero Biden se ha negado hasta ahora a tener una conversación franca y seria, y solo hilvanado pretextos para mantener una confrontación que hará cada vez más elevado el presupuesto militar del que tanto se alimenta la industria bélica norteamericana.

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