Afganistán: Algunos quieren otra invasión yanqui

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Afganistán: Algunos quieren otra invasión yanqui
Fecha de publicación: 
10 Septiembre 2021
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Se me erizan los pocos pelos que tengo en el dorso de la mano, cuando oigo a Michele Bachetet, la abanderada de los Derechos Humanos en Naciones Unidas, expresar su preocupación por lo que considera desmanes de los talibanes y, sin decirlo directamente, indica que es lamentable una retirada de la forma en que lo hizo Estados Unidos de Afganistán, dejando abandonados a su suerte a miles de locales que le eran leales e incluso estadounidenses.

Nunca la expresidenta chilena se pronunció sobre los masivos bombardeos norteamericanos causantes de la muerte de miles de civiles inocentes, alineándose junto a The Washington Examiner y otros medios reaccionarios que han desatado una propaganda virulenta contra los talibanes y la decisión de Biden de retirar las tropas de ocupación, tal como había acordado Trump –esto no lo mencionan- con anterioridad, de tal manera que, si se les hace caso, en cualquier momentos empiezan a desembarcar marines y comienzan los bombardeos “quirúrgicos” sobre los afganos.

Haciendo caso omiso a llamados de lo que se denomina llamados de la comunidad internacional para que deje participar en el nuevo gobierno a entes que no sean talibanes e incluya a mujeres, los insurgentes victoriosos dieron a conocer un gabinete provisional, con figuras que han participado activamente en el combate de 20 años contra el invasor, e incluso hay cinco ex presos de la base naval de Guantánamo que figuran en cargos de dependencias oficiales.

El primer ministro interino mulá Hasan Akhund encabeza el gobierno talibán en Kabul, y en el gabinete está también el mulá Abdul Ghani Baradar, quien firmó el acuerdo que llevó a la retirada final de Estados Unidos de Afganistán.

DERECHO INNATO A TRABAJAR

Los talibanes, que en su anterior etapa en el poder habían instaurado una segregación estricta entre sexos, se muestran ahora más tolerantes. Las mujeres tienen “el derecho innato” a trabajar, explicó Sher Mohamad Abbas Stanikazi, dirigente de los talibanes en Doha: “Pueden trabajar, estudiar, participar en política y hacer negocios”.

La mayor preocupación de las mujeres afganas formadas es la situación económica. El país depende, en gran parte, de la ayuda exterior para pagar sus servicios públicos y el recorte de la financiación internacional podría tener consecuencias devastadoras.

Dos semanas después de la toma del poder de los talibanes, algunas afganas volvieron al trabajo. Esto, dadas las promesas de los nuevos dirigentes que garantizaron que serán más tolerantes que en su pasado gobierno, marcado por la discriminación hacia las mujeres.

Algunas trabajadoras del sector sanitario y de la educación afirman que, por el momento, no han visto apenas cambios con respecto a principios del mes de agosto, antes de la llegada de los talibanes. Otras empleadas aguardan la autorización para volver al trabajo, a la espera de ver cómo los talibanes les permiten retomar sus actividades dentro de la ley islámica (la sharia), es decir, separadas de los hombres.

DEUTSCHE WELLE SE CONTRADICE

Mientras la llamada agencia noticiosa objetiva alemana Deutsche Welle propagaba informaciones no confirmadas sobre abusos de los talibanes contra mujeres, periodistas y pueblo en general, el medio occidental daba a conocer un detallado y extenso documental de lo que firmó en poblados ocupados por los talibanes antes de su victoria total, luego de expulsar a grupos considerados terroristas de la provincia de Panshir.

Los reporteros alemanes comprobaron que no existía indicio alguno de la brutalidad talibán, y como en localidades controladas por los combatientes sus habitantes se dedicaban a tranquilas tareas, las niñas recibían clases de religión, matemáticas y lectura, algunas soñaban con llegar a la universidad y las parturientas eran atendidas por médicos de ambos sexos.

Pero como entre col y col, hay lechuga, el documental inserta un “selfie” de una mujer soltera tapada totalmente con un velo que es azotada porque había conversado con un hombre sin pedir permiso.

En la muestra fílmica sobresale las afirmaciones de habitantes no talibanes que dicen que son bien tratados por estos, incluso mejor que por el ejército local y los ocupantes estadounidenses. Algunas mujeres, sin velo, señalaron a los periodistas alemanes que Estados Unidos lo que hacía era lanzar bombas, destruir viviendas y asesinar niños, como una fémina que se hallaba de visita dio a conocer que cinco infantes de su familia habían perecido en un ataque aéreo norteamericano.

Al final, y en forma algo inesperada, por lo contradictorio, el narrador auguraba que. bajo el gobierno talibán, a Afganistán le espera un futuro tenebroso.

 

 

 

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