¿Cómo llegamos a la COP29?
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Fotografía tomada de http://www.cubadebate.cu
Otra vez llegan los meses finales y con ellos un evento importante para el planeta: la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que en su edición de 2024 se denomina COP29.
En noviembre la ciudad de Bakú, en Azerbaiyán, será sede de este cónclave que año tras año congrega, desde el primer acuerdo climático de la ONU en 1992, a representantes de todas las partes, líderes gubernamentales, económicos y sociedad civil, para coordinar políticas que limiten el incremento de la temperatura global y pactos que nos permitan adaptarnos al inminente impacto del cambio climático.
Pero, ¿cómo llegamos, realmente se verán resultados del certamen anterior? No sé cómo será en el mundo, pero siento que poco avanzamos, que las reuniones hace mucho tiempo parecen hacerse por norma, y por tanto, a la vista continúan las condiciones que dieron origen a esta asamblea que, en realidad, tiene el propósito fundamental de salvaguardar la vida en La Tierra tal y como la conocemos.
La cita de 2023, en Dubái, Emiratos Árabes Unidos, fue controversial desde su misma concepción, pues se desarrolló en uno de los países más ricos que existen, reconocido mundialmente porque su principal fuente de ingreso proviene del petróleo y el gas natural, siendo esta explotación una de las causas que fundamentan el calentamiento global.
Desde este punto de vista no se trató de una actividad honesta porque si bien hubo promesas de reducir las emisiones que dañan la capa de ozono y han firmado alianzas e invertido a favor del medioambiente, estamos hablando de una nación que cada vez expande más sus producciones de combustibles fósiles, y, además, utilizó la coacción como advertencia para evitar protestas durante las sesiones.
Fotografía tomada de https://www.amnesty.org
Actualmente las grandes compañías y los poderes no han demostrado disposición real y celeridad para atenuar el daño que le provocan directamente a los distintos ecosistemas, y que revierten en nosotros mismos. Tampoco muestran mucho interés en ayudar a los estados desfavorecidos que carecen de recursos propios para impulsar acciones.
Y aunque más de 120 países afirmaron que eliminarían poco a poco el uso de combustibles fósiles, la realidad es que nada es palpable de verdad, y hasta el momento las energías renovables y las demás iniciativas que disminuyen los efectos del cambio climático, son solo un sueño que no llega a multitudes, así como la eficiencia energética para 2030 parece una utopía.
A la crisis climática no le sirven los juramentos. Los objetivos deben ser más ambiciosos y más estrictos los controles. El tiempo se nos acaba de cumbre en cumbre, y todo el tiempo la naturaleza nos sigue dando señales de que el planeta tiene límites irreversibles.
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