Valientes: Bitácora audiovisual de la esperanza a la vida (+ Fotos)
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Seis estudiantes universitarios logran convivir durante dos semanas en un centro de aislamiento, con el peligro de contraer la COVID-19 y la esperanza de salvar a otras personas, de eso va la serie Valientes, a estrenarse muy pronto por Cubavisión.
Enfrentarse a algo nuevo –e inesperado– puede provocar curiosidad y las consecuentes ganas de experimentarlo. También supone incertidumbre, y temor, y desconfianza. Máxime, si sabes que peligra tu vida y toda la humanidad, sin importar “diferencias”. Es ahí donde la disyuntiva individuo-colectividad exige una respuesta: ¿sacrificarte por otros o dejar que lo demás o que nadie lo haga? No hay tiempo para titubear.
Algo semejante sucedió una vez que el virus SARS-CoV-2 llegó a Cuba. El 11 de marzo de 2020, cuando se diagnosticaron los primeros contagios a nivel nacional, marcó el futuro “inmediato” del país y de su gente.
Con protocolos y medidas sui géneris, a menos de un mes de aquel día 0, se comenzaban a organizar los centros de aislamiento para casos sospechosos o positivos por la enfermedad. Una parte del personal médico se trasladó a diferentes puntos para contener la transmisión. Y se sumaron jóvenes de la universidad, como voluntarios.
De aquel entonces a hoy, cientos de personas han contribuido, con pequeñas acciones diarias, a esta causa común. A los primeros seis jóvenes de la Universidad de La Habana (UH) que llegaron a las zonas Verde, Amarilla y Roja, está dedicada Valientes, teleserie del canal Cubavisión producida por RTV Comercial. Es esta una historia que no va de consignas ni panfletos, sino de humanidad, de unos seres humanos que salvan a otros, como indica Lil Romero, su guionista.
“Es un grupo de muchachos –revela Romero– que hacen un viaje íntimo hacia sí mismos, se enfrentan a los peligros de un virus y salen transformados. Muchachos que bromean, juegan dominó, se hacen maldades, se enamoran, se asustan, se apoyan, se pelean, se reconcilian”.
El relato audiovisual consta de 14 capítulos –una cifra simbólica por los 14 días del voluntariado–, con una duración de 27 minutos, y está inspirado en la “Bitácora del alma” de la revista Alma Mater. Con esta sección, el entonces estudiante de Periodismo Mario Almeida Bacallao (uno de los seis valientes) encontró un espacio para contar, desde dentro, las primeras historias de la COVID-19 en Cuba.
Cada vez que Lil leía las crónicas de Mario, se removía desde la primera oración. Se preguntaba qué podía hacer para honrar a los muchachos que estaban haciendo lo que ella no. De ese modo, sintió la necesidad de adaptar la “Bitácora” para televisión y convertirla en una serie de ficción. “El Grupo de creación para adolescentes y jóvenes del canal Cubavisión me dijo: escribe y yo hice eso, escribir”, asegura.
Vale retomar una palabra clave del párrafo anterior: ficción, pues los personajes están inspirados en personas reales, sí, pero son personajes. De igual modo, algunas situaciones se basan en hechos que en verdad sucedieron, pero otros son pura invención de la autora.
En ese proceso de creación, la guionista contó con las indicaciones especializadas del doctor Saúl Armenteros sobre temas médicos, con énfasis en los protocolos sanitarios. También tuvo el respaldo de Armando Franco, director de la revista Alma Mater, quien está representado en la obra por su vínculo con el cronista. Y, por si fuera poco, las asesoras Dely Fernández y Katia Buliés se sumaron al equipo.
Demás está decir la retroalimentación de Lil con Mario a la hora de captar ambientes, anécdotas, reacciones. Ese vínculo posibilitó la transición del texto literario al plano audiovisual, un procedimiento matizado por el respeto a la impronta del periodista, sin descuidar la transgresión que demanda el cambio de soporte comunicativo.
Un detalle importante... La serie está narrada en primera persona, al igual que las crónicas publicadas en Alma Mater. La mayoría de las voces en off se corresponden con las palabras escritas en la sección. Solo en algunos capítulos Lil redactó los parlamentos del narrador y trató de mantener “el tono íntimo, honesto y conmovedor de la Bitácora”.
Pero Valientes no solo mostrará las experiencias vividas por los seis representantes de la UH que fueron al centro de aislamiento, ubicado en el reparto Bahía. Desde el guion se tuvo en cuenta el trabajo de quienes, poco a poco, se unieron a la misma tarea fuera de la capital del país. Asimismo, el material cuenta sucesos previos a la pandemia, incluso, saltos temporales a otros siglos.
La intención era que, en todos los capítulos –cada uno con su título–, transcurriera una parte en el Centro y en la otra se mostrara una vida sin nasobucos. “No queríamos que fuera por entero una serie de hospital”, dice Lil.
Ahora, ¿por qué es un producto seriado? La asesora Dely Fernández aclara que en principio se pensó que podía ser un telefilme –como mismo pasó con Calendario–, pero cambiaron de idea al analizar la importancia del contenido, la profundidad de los sucesos y la repercusión que podía tener a nivel social.
“El objetivo fundamental de la obra –explica Dely– es visibilizar el trabajo de los jóvenes y de tantas personas maravillosas que se pusieron en función de que el país saliera a adelante con el tema de la COVID en una etapa tan dura, y aderezar eso con otras temáticas, como el trabajo en la universidad, la práctica de la solidaridad, la entrega, el sacrificio, los temores.
“Porque no olvidemos que ahora ha pasado el tiempo y estamos con otro nivel de percepción del problema, pero en ese momento había una gran incógnita, tanto para quienes dieron el paso al frente como para sus familias. Algunos fueron hasta cuestionados, porque era una situación compleja que ponía en riesgo su vida y la de sus seres queridos”, destaca.
Descifrando los rostros de la valentía
Para dar vida a los 83 personajes de Valientes –sí, son 83–, Heiking Hernández, directora general de la teleserie juvenil, desarrolló un casting con el apoyo de Laura Vasallo, actriz y asistente de dirección encargada del trabajo con el talento artístico.
En un primer plano, los jóvenes voluntarios renacen en las pieles de Ángel Luis Montaner Capey (como Sergio, figura inspirada en Mario Almeida), Franklyn López Gómez (Carlos), Ernesto Codner (Jonas), Daliana González Álvarez (Adriana), Lorena Gispert Duverger (Marian) y Roberto Romero Hernández (Greg). Ellos estarán acompañados por los también protagonistas Arnaldo Galbán (profe Víctor), Claudia Caridad “Cecé” Monteagudo (Olivia) y Tomás Cao (Ernesto).
A pocos días de culminar el rodaje, cada uno de los seis protagonistas insiste en la buena energía que sienten al trabajar en equipo. Ese ha sido un elemento a su favor, porque comparten un gran número de escenas. Además, deben proyectar el espíritu de grupo que, en realidad, lograban quienes trabajaron en los centros de aislamiento.
Para Ángel Luis, es una gran responsabilidad protagonizar esta serie, porque representa el momento más duro de la pandemia, cuando no se conocía casi nada del virus. “Es un suceso que ha marcado a todas las personas y representar televisivamente a estos muchachos es muy bonito, porque sabemos cuánto significó entonces y cuánto sigue significando”, reconoce el actor.
Así como Ángel conversó con la persona en que se basó Lil para crear a Sergio, Daliana González acudió a su referente en la vida real. Por eso, contactó a Daniela, hoy egresada de Filología y tuvo varios encuentros con ella. La intérprete fue en busca de un temperamento dócil, diferente al suyo.
En medio de la exploración, “pasó algo interesante y es que cuando conversé con Daniela –afirma González– ya no era la misma que estaba reflejada en el guion. Ella había sido voluntaria y eso la hizo crecer, conocer gente, perder el miedo; era más madura y despierta en cuanto a la vida y a las oportunidades que debemos aprovechar intensamente”.
Por eso decidieron leer algunas escenas entre las dos, para encontrar ese punto medio, que ya para Daniela es del pasado, y lograr una Adriana que pasa por ese proceso de descubrimiento y cambio.
En el caso del papel de Ernesto Codner, está inspirado en un estudiante de Física, Josué Benavides, un líder nato que hoy día es profesor de la Universidad de La Habana. Aunque tuvo poca comunicación con él, por cuestiones de trabajo, sí chatearon vía digital. No obstante, Ernesto tuvo un encuentro con el joven y pudo grabar 55 minutos de conversación. Ese audio fue una guía de estudio. Además, decidió hablar con otros físicos para aprehender sus modos de actuación.
Al igual que Codner, Lorena Gispert también se adentró en el entramado de las ciencias, pues asume el rol de una química en formación, pero eso no fue lo más complicado. La dificultad estuvo en que Marian es bastante diferente a ella. Mientras que la actriz es tímida, el personaje es muy directo con los demás. Por tanto, agradece el trabajo realizado con Ana Rojas, entrenadora de voz y dicción de la serie, quien la ayudó a construir una personalidad ajena a la suya.
Desde otra rama del conocimiento, Franklyn López experimenta el terreno de las especies. Se trata de un biólogo, y lo identifica como el chistoso del grupo, “la válvula de escape” ante las situaciones tensas. “Interpretarlo ha sido divertido, porque de alguna manera también soy como Carlos”, explica.
Y si se habla de Carlos, es imprescindible mencionar a Greg, el sexto lado de este hexágono de voluntarios. Aquí ninguna referencia es casual, pues en este conjunto también hay un matemático y es él, interpretado por Roberto Romero. “Greg tiene un matiz entre lo marginal y lo universitario, y es como el protector del equipo.
“Cuando me leí el guion, me gustó, porque casi siempre me mandan a ser ‘el malo de la película’ y, aunque este muchacho se pueda confundir un poco con eso, sus actitudes para con los demás son de alguien con muy buenos sentimientos. Y, además, tiene una evolución interesante”, concluye Roberto.
Con la ayuda de Heiking, todos los actores han querido remarcar la parte humana de cada personaje, como el profe Víctor, que tiene un fuerte sentido del deber. “Para él es muy importante contribuir a la situación del país, pero pone por encima de todo la vida de los estudiantes”, asevera Arnaldo Galbán. Durante los 14 días se convierte en apoyo moral y emocional de los seis.
En otros roles, también actuarán Bárbaro Marín, Mariana Valdés, Martha Montalvo, Yanier Palmero, Flora Borrego, Johann Ramos, Laura Vasallo. Maité Galbán, Luis Enrique Carreres, Roberto Espinosa, Sailín Carbonell, Giselle Sobrino, Roberto Salomón, Chabely Díaz, entre otros.
Por cierto, cada episodio contará con invitados especiales, como Obelia Blanco, Héctor Echemendía, Giselle Sobrino, Jorge Martínez, Fernando Hechavarría, Yazmín Gómez, Jorge Molina, Daisy Quintana, Amada Morado.
Al decir de la directora de la serie, la idea es que los jóvenes lleven el hilo conductor, pero también se les hace un homenaje a los médicos y conocemos historias de vidas de algunos internos.
Otro aspecto a tener en cuenta radica en dos capítulos especiales –los más difíciles y disfrutables para la guionista–: uno que nos llevará al siglo XIX para poner voz a los padres de la ciencia en Cuba, como Carlos Juan Finlay, y establecer un relato paralelo con quienes han unido sus conocimientos para enfrentar la COVID-19.
Y el segundo será un salto retrospectivo a La Habana de 1930. Una oportunidad para reconocer a los más renombrados pintores de nuestra vanguardia, una vez que se reúnen y conocen a la musa de uno de los principales cuadros del arte cubano. En ambos casos, “el pasado está unido al presente por finas líneas de pertenencia y sentido”, de acuerdo con Lil Romero.
De retos y soluciones
Aunque las grabaciones ya culminan el próximo 16 de abril, el equipo de Valientes viene trabajando desde abril de 2021, hace más de un año. En ese periodo de tiempo, con un rodaje de 52 llamados, no han sido pocas las dificultades que han sorteado todas las personas implicadas en el proyecto.
Al respecto, Heiking Hernández se refiere al proceso de preparación, que se fragmentó debido a la situación epidemiológica. No obstante, eso permitió consolidar el trabajo con los actores, sobre todo a nivel de voz y dicción, gracias a los entrenamientos de Ana Rojas (en un gran por ciento de las escenas, los actores trabajan con nasobuco y máscara).
Por otra parte, el elenco también recibió indicaciones sobre prácticas médicas, que iban desde poner un oxígeno hasta tomar la presión arterial. Y más allá de estas herramientas importantes para la obra en específico, los intérpretes han aprendido a economizar la energía, porque al final de cada jornada terminan muy cansados y al otro día tienen que regresar al set.
“Las circunstancias actuales han influido en todos los sentidos, a nivel económico y humano, a la hora de gestionar todo lo que necesitamos. Son cuestiones que impactan en el ánimo de los que trabajamos en el equipo, pero hemos seguido a adelante.
“En medio del rodaje tuvimos que parar casi dos semanas y fraccionar la grabación es complicado, pero logramos que cayera en el cambio de una locación para otra. Hacer esas pausas afecta, pero la gente lo ha dado todo, la parte humana nos ha salvado”, declara Heiking.
Y dentro de ese equipo (con predominio de jóvenes) resiliente ante las adversidades, hay que destacar el trabajo de la productora ejecutiva Adriana Moya; Ricardo Blanco, a cargo de la producción general; René Suárez, como primer asistente de dirección; Laura Hechavarría y Laura Vasallo, asistentes de dirección; las productoras Dayana Hernández (de avanzada) y Yaumara Ferrer (de rodaje); Bryan González, en la fotografía; Maikel Alfonso, al frente del sonido; Juan Carlos Tavío, como director de arte, y la diseñadora de vestuario Alisa Peláez, entre otros.
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De eso trata la serie, de la unidad, de “cómo seis jóvenes universitarios desde sus diferencias –de origen, de educación, de carrera– son capaces de unirse por un bien común. Eso es un macromensaje que va a tener la obra y Cuba es eso también: todos diferentes, pero cuando tenemos que unirnos por una causa, nos unimos”, resume Dely Fernández.
Por tanto, será está una invitación para “descubrir qué tenemos en común, dotarnos de herramientas que nos permitan construir consensos desde la universidad, transformar la realidad, resolver conflictos, expandir nuestras creatividades. Y en cada capítulo –adelanta Lil Romero–, el grupo de voluntarios resuelve un problema y ese el valor: hacer comunidad, barrio, país para crecer desde la solidaridad, la empatía y la ternura”
Valientes enfatiza, como bien define Lil, en la máxima de servir a los demás sin estridencias, “sin llamar al universo para que lo vea a uno pasar”, al decir de Martí. Es un relato que va de esperanza y de vida, y ella ha tenido que “aguantarse los impulsos de narrar un viaje épico grandilocuente y rendirse a la belleza de lo sencillo”.
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