¡Una crisis a la vez!

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¡Una crisis a la vez!
Fecha de publicación: 
5 Septiembre 2024
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He preguntado a mis amigas y conocidos por qué tanta histeria con los cuarenta años y a qué le tienen miedo, y parece ser que en realidad el temor no es por lo que se tiene en este momento sino por lo que creen que llegará más adelante.

De acuerdo con el balance personal que pude hacer, una variante de esta crisis puede ser porque sabemos que el tiempo vuela y en una década estaremos ya en los cincuenta años, y entonces ese es un número bastante grande, medio siglo es mucho. No obstante, tampoco es saludable sufrir con antelación por un mañana que no podemos negar. ¿No sería más fácil prepararnos para llegar lo más dignos posible?

Sí, porque dicho de este modo pareciera que decir cincuenta años es sentirse abuelo, creer que poco podremos hacer, pensar que nuestros cuerpos estarán tan envejecidos por fuera como por dentro. Pero no tiene por qué ser así. Sin embargo, como siempre digo, debemos envejecer, es ley de vida, todo está en cómo lo asumimos y en si trabajamos o no para el inevitable paso del tiempo.

La forma física es uno de los asuntos que más atormenta. Por un lado, es imposible mantener el mismo organismo, interno y externo, de nuestra juventud. El primer paso sería aceptar que cambiamos, asumir cada variación, pero tampoco dejarse abandonar. Una vida saludable siempre será beneficiosa no solo para el cuerpo en su forma, sino para la piel, el cabello, la mente, para cada aspecto de nuestra existencia.

¿Qué es ser saludable? Ejercitarnos con alguna frecuencia, no necesariamente a ritmo de deportista de alto rendimiento, con evitar el sedentarismo lograremos avances. También proveernos una salud mental estable porque es muy cierto aquello de “mente sana cuerpo sano”, nada más real y necesario para todo.

Cuidar nuestra alimentación también nos garantizará un mejor bienestar en todos los sentidos. Recordemos que si comemos bien a los cuarenta años es bastante probable que lleguemos en mejores condiciones no solo a los cincuenta, también a los setenta. Se trata de adquirir hábitos sanos, y esto no quiere decir que pasemos hambre y nos impongamos restricciones, sino comer con consciencia de qué nos favorece y buscar la mejor alternativa que nos guste, y se acomode a nuestras necesidades.

Verduras, frutas y legumbres son fundamentales, y por supuesto, que no sea habitual la ingesta de grasas trans, sodio, y procesados, por ejemplo. Esto, contando también con limitar el consumo de otros tóxicos como el tabaco o el alcohol, de tan comprobados perjuicios.

La genética es un tema y las enfermedades crónicas es otro. Me refiero a nuestra capacidad de ser mejores, de sentirnos sanos, más vitales, y hasta de vernos lozanos. Las decisiones que tomamos hoy repercuten en nuestras vidas a veces a corto plazo, pero también con el tiempo. Los hábitos se pueden cambiar si de verdad nos importa ser saludables ahora y en el futuro.

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