Truco o trato ¿atrapados en la trampa de Halloween?

especiales

Truco o trato ¿atrapados en la trampa de Halloween?
Fecha de publicación: 
3 Noviembre 2020
7
Imagen principal: 

No tengo nada en contra de que los cubanos celebren Halloween. Ni a favor. Tampoco es una fecha que signifique algo para mí personalmente. Puedo vivir sin ella (de hecho,  lo hice durante más de treinta años). Sin embargo, mis hijos dicen que ellos  saben de Halloween «desde que tienen memoria»

¿Cómo es posible si no lo aprendieron en casa, ni en la escuela? Una vieja máxima lo explica: los hijos se parecen más a su tiempo que a sus padres. Resulta que mientras en mi infancia era absolutamente feliz con dos canales, a los niños de hoy les parecen poco alrededor de diez frecuencias televisivas. Sus niveles de exposición a influencias externas son mucho mayores en la era de internet y las tecnologías digitales; las fuentes de las que beben resultan, afortunada y peligrosamente más diversas.

Es la paradoja que nos reta, también, a los padres. ¿Cuál es el camino correcto? ¿Prohibir? ¿Filtrar?¿Explicar? No creo que exista «la fórmula», pero la «anti fórmula» si está clara: ausentarnos, desentendernos, convertirnos en individuos ajenos, incapaces de «comprender» y participar de lo que para ellos tiene sentido. Incluso por ahí va también nuestra apuesta: dotar de sentidos lo que nuestros hijos pudieran estar cortando y pegando de otras culturas, de la moda o simplemente de sus contemporáneos.

Que las brujas no nos desaparezcan

No veo nada especialmente bueno en Halloween. Ni especialmente malo. Veo mal, eso sí, que se importe un esquema traído de donde ni siquiera está el origen de esa celebración. Si Halloween sirve para crear disfraces, adornos, bromas, en familia; para avivar la imaginación de las personas, si es un pretexto para la alegría ¡Abre la muralla! Si Halloween se convierte en una obligación para encajar; si es la mera imitación de lo que no somos; si el mercado manda ¡Cierra la muralla!

Sin fecha definida, las fiestas de disfraces sí son una tradición en Cuba ¿Quién no fue gitana o pirata desde el círculo infantil? ¿Quién no se vistió en la primaria como Pilar o como Lopi un 28 de enero? Fiestas es lo que sobra en el calendario cubano, razones para celebrar, familiares, cívicas, patrióticas. El reto que tenemos, no es ir contra las brujas, sino evitar que desaparezcan nuestros propios jolgorios.

De que las nuevas generaciones no se olviden de Halloween se encarga Facebook, Netflix y hasta Cubavisión con algún que otro filme. Pero plantar la caldosa y el dominó en el barrio, encender antorchas en enero o quemar el año viejo en diciembre, más vale que nos ocupemos de recordárselo nosotros, personalmente. Si no lo hacemos, de poco sirve criticarles la «extranjerizante» noche de brujas.

Volar en la misma escoba

Si hay una razón por la que celebro Halloween con mis hijos, es porque entre truco y trato, creo que el segundo es siempre más fructífero. Una buena comunicación pasa, inevitablemente, por la empatía.

Según el diccionario, se trata de: «la capacidad de ponerse en el lugar del otro para sentir lo que el otro siente, sin perder la propia identidad. Es una habilidad de la comunicación (de “común”) en la búsqueda de los aspectos que las personas tenemos en común para facilitar la interacción».

Ayudarlos a crecer como sujetos críticos, formar en ellos valores, acompañarlos a encontrar su identidad propia y reconocer a dónde pertenecen, la identidad colectiva que también nos define: las costumbres, tradiciones, la historia, la cultura, ese latido común que llamamos patria, será siempre un camino más corto si tomamos el atajo de la complicidad.

Si no se desdibujan las esencias, qué importa el día en que se pinten los rostros, ni de qué color, ni bajo qué nombre. Vale la pena que volvemos con ellos en esa escoba, la de su tiempo, para no perder oportunidad de recordarles quiénes somos y hacia dónde vamos.

Comentarios

El problema comienza cuando tus costumbres y tradiciones son desplazadas y entonces las foráneas que nunca existieron en Cuba, comienzan a ganar espacio. Yo también tuve una niñez feliz con 2 canales que eran en blanco y negro. En aquella época no había niño que no viera Tía Tata y las Aventuras. Esos programas dejaron de hacerse y ahora ocupan sus espacios unos muñecos feos y una series de adolescentes que no se parecen a nuestros hijos. Mi generación vibraba de alegría cuando llegaban los juguetes Básico No Básico y Dirigido, días antes pasábamos por las tiendas volviendo locos a nuestros padres con lo que queríamos nos compraran. Eso no existe desde que que mi hijo nació. Ahora puedes comprar juguetes todo el año pero ya no es la misma fiesta ni la misma ilusión, por otra parte, no todos los niños tienen posibilidad de tener los mejores juguetes porque son bien caros. Los carnavales de La Habana que se han empeñado en mantener nada tienen que ver con los carnavales de mi niñez donde había todo tipo de platos hasta para los más exigentes y no sólo pollo embadurnado de harina o arroz salteado con olor a ahumado. Refrescos, maltas y la tradicional perga de cerveza. Matracas que ya los niños ni la conocen en fin. No podemos dejar que nuestras tradiciones desaparezcan porque son las que nos identifican y nos hacen diferentes y únicos: cubanos.
lissette.fuentes@etecsa.cu
Excelente comentario. Coincido 100 por ciento. GRACIAS.
mariavictoriavaldes49@gmail.com

Páginas

Añadir nuevo comentario

CAPTCHA
Esta pregunta es para comprobar si usted es un visitante humano y prevenir envíos de spam automatizado.
CAPTCHA de imagen
Introduzca los caracteres mostrados en la imagen.