Teleclases: dos claves para mamá-maestra

Teleclases: dos claves para mamá-maestra
Fecha de publicación: 
9 Abril 2021
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A través de la línea telefónica se alternaban desesperación, rabia, tristeza, impotencia… 

Mi amiga me contaba sobre los trabajos que pasaba ayudando al niño con las teleclases:

-“Es que no entiende nada, se entretiene, se queda atrás. Y yo no tengo vocación de maestra, no me nace. Además, imagínate que tengo que dejar todo lo que estoy haciendo para sentarme con él frente al televisor, dejo el almuerzo a medio hacer o la ropa lavada esperando para tender. En medio del asunto viene la doctora para la pesquisa o me tocan a la puerta vendiendo no sé qué…

“Te juro que me voy a volver loca. Mira que lo castigo para que haga las tareas. ¡Pero yo no sabía que este hijo mío era tan bruto, chica!”

-¿Y él como está; por dónde anda ahora? –le pregunto.

-Aquí está, frente a mí. Oyendo todo lo que te estoy diciendo con una atención, que ojalá fuera la que pusiera a las teleclases.

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Es muy cierto que para la familia cubana con niños estos tiempos son durísimos. Hay que buscar el modo de entretenerlos, intentar que mantengan horarios de vida, hábitos saludables, que cumplan con todas las medidas de protección, alimentarlos en medio de las carencias, y, además, ayudarlos con las teleclases, que sustituyen a la enseñanza presencial en estos tiempos de coronavirus.
 


Muchas madres cubanas se esfuerzan por estos días para contribuir en la educación de los hijos. Foto: Jorge Luis Baños/IPS

Pero a pesar de tanto viento en contra que enfrentamos los adultos, no podemos olvidar que los niños y adolescentes, nuestros hijos, también la están pasando mal porque también a ellos todo les ha cambiado. 

Y a diferencia de “los grandes”, ellos no cuentan con los recursos que hacen falta, y que dan la experiencia o la formación, para sobrellevar situaciones como el estrés, el desánimo o la angustia. Por eso necesitan de nuestra paciencia, que es a veces una forma de amor.

En el caso de las teleclases, para ayudarlos sería bueno partir de dos premisas:
 

  • Aprender debe ser siempre un disfrute, no un castigo
     
  • Llamarlo bruto, lento o entretenido no logrará que haga mejor las cosas, solo dañará su autoestima
     

Ambas recomendaciones son válidas no solo para cuando el niño está frente a la pantalla o a la libreta escolar.

Si desde chiquito asocia el aprendizaje, el descubrimiento de nuevos saberes con un placer, y a veces hasta con un juego, tendrá allanada una parte del camino en su formación académica y personal.

El niño, como todos, tiene el derecho a equivocarse, a no entender. Pero sus mayores no tendrán nunca el derecho a tratarlo mal  por eso. Gritarle, ofenderlo, decirle palabras que lo devalúan, es una de las tantas formas de la violencia.

Además, decirle esas cosas le hará sentirse humillado, disminuido, irrespetado. A lo mejor no aprenderá matemática, pero sí a irrespetar.

Y mañana, cuando esté frente a su madre anciana, si ella no entiende lo que él le dice, si se le caen las cosas o el alimento, entonces, quizás le reproche, con aquella entonación que aprendió muchos años atrás: “Yo no sabía que tú eras tan bruta, chica”.

Comentarios

Sin intención de ofender o menospreciar el fabuloso trabajo que realizan a diario madres cubanas para mantener el aprendizaje de nuestros hijos, donde deja el artículo a los padres maestros?

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