PENSANDO Y PENSANDO: Normalizar
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Las airadas protestas de unos cuantos internautas en las redes sociales ante la escena del beso de dos hombres en el capítulo final de la telenovela Viceversa han asombrado a algunos que creían que la de los derechos para todos era una batalla ganada.
Tampoco hay que dramatizar en exceso: unos pusieron el grito en el cielo (los eternos «padres preocupados por lo que ven los niños en las telenovelas» a pesar, entre otros pesares, de que las telenovelas no son para niños); pero otros aplaudieron, considerando que la inclusión del bastante comedido beso es una muestra de que se avanza en la normalización de actitudes y sentimientos... que en definitiva son normales, aunque no todos los asimilen.
Se ha avanzado en la visibilización, ciertamente. Pero para que de verdad podamos hablar de normalización, ese beso debió haber sucedido mucho antes, desde el momento mismo en que la pareja homosexual, con todos sus conflictos y realizaciones, nos fue presentada. A nadie se le ocurriría esperar al capítulo final para que las parejas amorosas de hombre y mujer se besen. A no ser que ese aplazamiento esté dramáticamente justificado, que no es el caso.
Hay quien incluso asume el beso tan mentando como una concesión, como si los homosexuales necesitaran de gestos para validar sus prácticas y motivaciones ante la sociedad. No estamos diciendo que ese haya sido el móvil de los realizadores, que en todo caso honraron una verdad. Y a juzgar por los «dimes y diretes» todavía es hasta arriesgado reconocer ciertas verdades.
Pero la justicia no está solamente en exaltar lo extraordinario, sino (y sobre todo) en conseguir que deje de ser extraordinario lo que debería ser cotidiano... y lo es, aunque lejos muchas veces de las cámaras y luces de la televisión. Las telenovelas, poco a poco, están haciendo lo suyo. Ya se gatea; toca pararse a caminar.
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