NeuroEPO: una esperanza para los recuerdos y un hito de la biotecnología cubana
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Foto: Tomada del portal Cuba.cu
El envejecimiento de la población cubana es un aspecto en nuestra vida cotidiana que cada vez va más de puerta en puerta. Son los abuelos o padres mayores quienes usualmente permanecen mayor tiempo en casa, y no son pocos quienes, por la ausencia de hijos o nietos trabajadores, la distancia de familiares en otras tierras o algunos padecimientos, sufren un sentimiento de soledad que les inunda y cubre el espacio.
De ir a la bodega, buscar el pan, hacer la cola para coger la papa o dirigirse a la farmacia para comprar sus medicamentos para la hipertensión, el asma... se encargan ellos. También de preparar y tener listo el almuerzo del nieto para cuando salga de la secundaria pueda comer y seguir el turno de la tarde en tiempo. Escoger arroz, lavar la ropa y limpiar la casa también son tareas que les ayudan a ocupar toda una jornada hasta cierto momento.
Las personas de la tercera edad, si bien por una parte gozan el privilegio de haber disfrutado toda una vida, experimentar múltiples experiencias, guardar un libro de historia personal, familiar o laboral, padecen momentos amargos, para ellos y sus cuidadores, que van dentro de ese gran apartado de la ancianidad, que, entre bajas y altas, risas y lágrimas, define el fin de una historia, a veces, empañada por el Alzheimer.
Considerada la forma más común de la demencia, cuando esta enfermedad se apodera de uno de nuestros abuelos, el mismo cuerpo empieza a borrar memorias del pasado, la juventud, pero, a la misma vez, actividades recientes, hechos del día anterior, como un ataque cruel al cerebro, capaz de convertir a personas conversadoras, alegres y bailadoras en casi desconocidos y mudos, que entre miradas vacías se desvanecen en sí mismos.
A ellos también les duele y sufren porque, entre lapsos de oscuridad, les llegan destellos y se percatan del problema. El Alzheimer es la soledad más grande que le ha tocado vivir a mi abuela. Ella no sabe realmente lo que tiene, pero en esos momentos de mayor lucidez me confiesa que tiene la cabeza un poco perdida. Lo que pareció un olvido casual un día poco a poco se fue agudizando hasta causar un mayor daño.
Todavía guarda algunos recuerdos de su juventud, sus padres, tías, sobrinos; algunos vienen y van, pero ya no son pocas las fechas y ciertos nombres y sucesos que este mal se ha encargado de borrar para hacer de su mente un desierto inmenso. Mi abuela no es quien era antes: ahora habla más alto, al punto a veces de gritar y ponerse agresiva; no golosea la comida que le gusta, no quiere comer; hay que insistirle también en que cumpla con los horarios del baño y sueño.
Hay días mejores que otros, pero los malos la agobian, y a nosotros nos llena de angustia que, entre acciones y frases, como un casete para adelante y hacia atrás, repita un mismo fragmento muchas veces, son las mismas frases, en el mismo orden y la entonación exacta, como si fuera la primera vez que lo estuviera diciendo. Así pasa cuando desayuna, merienda o come, y al rato te dice tener hambre porque no ha comido.
El Alzheimer es de esos fenómenos que te dejan sin esperanzas porque no tiene cura, y uno no ve la oportunidad de que una abuela o un padre vuelva a ser quien era, o pueda volver a recordar por sí solo tu nombre. Sin embargo, la noticia de que Cuba trabaja en un fármaco con resultados favorables en la mejora del deterioro cognitivo, de seguro a muchos nos ha animado el alma, ante la posibilidad de avistar cambios donde la expectativa era desfavorable.
El medicamento nasal llamado NeuroEPO, para el Alzheimer leve y moderado, es un logro para la biotecnología cubana. Según detalló la agencia Prensa Latina (PL), «un 54 por ciento de los pacientes tratados durante los ensayos clínicos del fármaco NeuroEPO muestran hoy una mejoría clínica significativa (…) en un encuentro con el presidente Díaz-Canel, los especialistas explicaron los resultados alentadores que evidenciaron mejoras en los índices de deterioro cognitivo».
Hoy día, gracias al esfuerzo de los científicos cubanos, el NeuroEPO ya se encuentra registrado por el Cecmed. «Con el registro de este fármaco neuroprotector, la isla ganaría soberanía en el tratamiento de esta dolencia y la nación caribeña lograría un hito científico que otros países no han alcanzado (…) en 27 años de experiencia tratando a pacientes con esta enfermedad, nunca habían visto a personas que mejoraran el curso natural de la misma», indicó PL.
Precisamente desde el 2013, «Demencias y enfermedad de Alzheimer: una prioridad nacional», un estudio del Centro de Estudios de Alzheimer de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana, de Juan de Jesús Llibre Rodríguez, apuntaba la necesidad de desarrollar un fármaco propio contra este mal. Según datos de ese año, «en la población cubana, una de cada cuatro personas de 65 años y más fallece por Alzheimer u otra forma de demencia».
Por fortuna y por el bien de nuestros ancianos y quienes lo necesiten fuera de nuestro país, actualmente se ha cumplido ese sueño para contrarrestar a esta enfermedad. Llibre Rodríguez, en su informe, apuntó que «en Cuba es la primera causa de discapacidad en adultos mayores, y es la mayor contribuyente de dependencia, necesidades de cuidado, sobrecarga económica y estrés psicológico en el cuidador».
Asimismo, la investigación, con casi 10 años de realizada, advertía que «si tenemos en cuenta el acelerado envejecimiento de la población cubana, se estima una cifra de 130 000 personas con enfermedad de Alzheimer u otro tipo de demencia, cifra que debe duplicarse para el año 2020». Además, «en Cuba, en los próximos 30 años los costos de las demencias se incrementarán en tres veces la cifra actual estimada de 512 millones de dólares anuales».
De acuerdo con la plataforma web Alzheimers.gov, «la enfermedad de Alzheimer es un trastorno cerebral que destruye lentamente la memoria y la capacidad de pensar y, con el tiempo, la habilidad de llevar a cabo hasta las tareas más sencillas. Las personas con Alzheimer también experimentan cambios en la conducta y la personalidad».
Algunos de sus síntomas son: «dificultad para encontrar o para expresar palabras en comparación con otras personas de la misma edad, problemas espaciales y de visión como no estar consciente del espacio que los rodea, deterioro en el razonamiento o criterio, lo que puede repercutir en las decisiones que toman, demorarse más para poder finalizar las tareas diarias, repetir preguntas, tener problemas para manejar dinero y pagar facturas, deambular y perderse, perder o extraviar cosas en lugares inusuales, mostrar cambios en el estado de ánimo o en la personalidad, tener más ansiedad o ser más agresivo».
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Rolando Cabrera
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