A mí me encanta que me digan ¡Eutelia!

A mí me encanta que me digan ¡Eutelia!
Fecha de publicación: 
16 Marzo 2020
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Tendría unos seis o siete años cuando la vi por primera vez gritando «¡Viva Cuba libre!», mientras un español roñoso la agarraba por el moño. Llevaba escondido en la panza «el paquete», y por aquel bultico misterioso parecía dispuesta a todo.

Junto a Pepito y María Silvia, mi personaje favorito de los muñes de Elpidio Valdés, hizo lo imposible por recuperar el paquete, que en tanto revuelo había caído al río. Palmiche, claro que hizo su parte y, aunque no dejaba de preocuparme la suerte de los tres mambises perseguidos por el quinto de cazadores, también me desternillaba de la risa con las peripecias y los ridículos del enemigo. 

Desde aquellas tardes de muñes, uno iba aprendiendo cosas simples y profundas como no darle tregua al enemigo, ser patriota, alegre, y más fuerte que el miedo. 

Precisamente en el episodio del quinto de cazadores, nos llegó otra lección para siempre, cuando descubrimos que el paquete lo que traía era la bandera de la estrella solitaria. ¿Recuerdan? El recuento de lo que dejó la batalla: la bandera del quinto y el abanderado, «que no la suelta, ¡como se prende el condena’o!».

«Como nosotros, cuando nos querían quitar la nuestra». Habló María Silvia, y cuando empezaron los acordes de la Balada para Elpidio Valdés, ya teníamos claro que la bandera es intocable.

Pero eso es contenido de primaria. Quien no entendió nada de Elpidio Valdés y hace mucho no lleva pañoleta ni ve muñequitos, tiene que aprender con otro programa: el que dicta la ley. De todas formas, no viene mal una sesión de Elpidio, para refrescar la memoria…

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