Matrimonio temprano: Carmencita se casó

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Matrimonio temprano: Carmencita se casó
Fecha de publicación: 
8 Diciembre 2020
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Imagen principal: 

Foto: tomada de unicef.org/lac/

El matrimonio es casi siempre motivo de alegría, aún en tiempos de Covid-19.

Pero no son tantos los rostros alegres cuando la muchacha que se casa es una menor de edad.

Aún sin estadísticas alarmantes,  los matrimonios tempranos continúan siendo una realidad en nuestra Isla, donde, lógicamente, la pandemia con su mortal rasero ha cambiado prioridades.

El Fondo Mundial de Población (UNFPA) de las Naciones Unidas alertaba en su informe sobre el Estado de la Población Mundial 2020 sobre cómo “La COVID-19 trastocará los esfuerzos para poner fin al matrimonio infantil, lo que de manera potencial se traducirá en 13 millones de matrimonios infantiles adicionales entre 2020 y 2030”.

 


Foto: tomada de rcnradio.com

En esta Antilla Mayor,  el año pasado contrajeron matrimonio un total de 918 adolescentes entre 14 y 17 años; de ellas, 34 tenían 14 años, y 125 habían llegado a los  15.

Durante los últimos cinco años, se casaron unas 5 mil cubanas menores de 18 años.

Aunque los de Cuba no sean números para escandalizarse, sobre todo si se comparan con los de otras naciones de América Latina y el Caribe, donde en América Latina y el Caribe, donde una de cada cuatro niñas se casa o establece unión informal antes de cumplir 18 años.

El Estado de la Población Mundial 2020 igual consigna que esta “es la única región del mundo donde los matrimonios infantiles y las uniones tempranas no se han reducido en los últimos 25 años”.

 

 

 

De de todos modos, aunque el matrimonio temprano se comporte aquí de manera bien diferente, es un tema al que no debería restársele atención, sobre todo porque la vida tronchada de una sola muchacha cubana importa a todos, y porque lo más grave no son los números, sino las consecuencias de signo negativo que se derivan de estas uniones a destiempo.

Muy lindas las fotos, divertida la luna de miel… “pero después, con el día a día, es cuando vas descubriendo las caras feas del matrimonio, que nadie te contó,  hasta que en algún momento te das cuenta que fue una equivocación. Y sin decírselo, solo con el pensamiento, le reprochas a tus padres que no te advirtieran, más bien que te empujarán a esa boda”.

 


Foto: tomada de lademajagua.cu

 

Carmen tiene hoy 41 años, pero todavía una expresión de amargura y tristeza se le sube al entrecejo al evocar aquel matrimonio suyo, a los 16 años, cuando salió embarazada y  esa fue la solución que encontró la familia. Once meses después de la firma y el intercambio de anillos, la unión se disolvió.

Es innegable la responsabilidad de los padres en esas uniones tempranas porque en Cuba las leyes aprueban el matrimonio a partir de los 18 años –la mayoría de edad-, y solo de manera excepcional este es formalizado con la autorización de los padres o tutores, en el caso de las muchachas mayores de 14 y para los muchachos mayores de 16 años.

Pero esos mismos padres que autorizan tales matrimonios excepcionales, no pocas veces lo hacen convencidos de que están ayudando a “la niña”.  Y también no pocas veces la supuesta ayuda es para enfrentar un embarazo no planificado. Carmen se casó con casi 24 semanas de gestación, que, si se miraba bien, ya se anunciaban bajo el blanco vestido de novia.

Consecuencias también tempranas 

En su informe “Las uniones tempranas y el embarazo adolescente. Desafíos en el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos”, de julio de este año, la doctora  Matilde Molina Cintra, subdirectora del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana, al resumir el papel de la familia como espacio de influencia, denota que en estos casos hay, como tendencia, patrones familiares que se repiten y desembocan en la formación temprana de una nueva familia que trae aparejada la consiguiente desarticulación social del desarrollo de la adolescente.

Lo común es que cuando esas muchachas tan jóvenes se casan, dejan a un lado los estudios. Sobre todo porque esos enlaces suelen ir aparejados con el inicio de la maternidad. De hecho, en 2019 el 16,68% de todos los embarazos en el país los protagonizaron muchachas menores de 20 años. 

 


Foto: Jorge Luis Baños

El comienzo temprano de las relaciones sexuales es también otro motivo que en oportunidades acompaña esos matrimonios tempranos. Aunque cada vez el culto a la virginidad pierde más terreno en esta geografía y en el planeta en general, todavía existen familias y particularmente hombres que continúan asociando el tema con la decencia y la moralidad.

Por eso, cuando determinadas familias descubren que la adolescente “anda en malos pasos”, a veces hace fuerza para que la pareja formalice su unión. Incluso, lo mismo en el caso de un embarazo que cuando se descubre que los novios tienen relaciones sexuales, a veces los padres son quienes casi imponen la solución del matrimonio, sin que exista un convencimiento o motivación para ese paso por parte de la pareja. 

“Desafortunadamente, aún subsisten como prejuicio en la mente de algunos padres, madres y familiares, que compulsan a sus hijas a contraer matrimonio cuando tienen sus primeras relaciones sexuales o cuando salen embarazadas y tienen descendencia”, había afirmado Yamila González, vicepresidenta de la Unión de Juristas de Cuba a propósito de la presentación en Cuba del Estado Mundial de la Población 2020, citada por Cubadebate.

Ni esos adultos, y mucho menos los muchachos, calculan cuántos malos tragos pueden derivarse de esa unión: deserción escolar, pérdida de la autonomía por parte de la muchacha, violencia de género, así como la incapacidad para asumir la crianza de un hijo, con las nocivas consecuencias que ello acarrea para ese nuevo ser.

También el sentimiento de frustración es otro de los derivados de los matrimonios prematuros porque una buena parte de ellos desemboca en divorcio también temprano y en enfrentar la crianza del hijo como madre soltera.

 


Foto: tomada de radiociudadhabana.icrt.cu

 

No por gusto esos matrimonios tempranos son considerados por los entendidos como un desafío atendiendo al ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos de la población adolescente.

Desafíos a la puerta

De acuerdo con UNFPA, para que estos y otros males referidos a niñas, adolescentes y mujeres adultas vayan descolocándose en los escenarios nacionales hay que trabajar desde la equidad en diversos espacios de actuación, combinar los esfuerzos en el ámbito jurídico con la responsabilidad de los gobiernos y los acuerdos internacionales, con el quehacer de los medios de comunicación, el apoyo comunitario y con la formación de especialistas de la salud y de las familias.

Además, es necesario incorporar de manera especial a los hombres en ese esfuerzo de desdibujar desigualdades. Sucede que tras estos matrimonios tempranos se empoza una herencia cultural de prejuicios, prácticas y estereotipos que perviven junto a los altos niveles educacionales alcanzados por la población cubana, que también disfruta de una salud pública cuya calidad es reconocida internacionalmente.

 


Foto: Calixto N. Llanes

Se trata de un panorama singular, porque esos estándares educacionales y de salud no son los que precisamente distinguen a otros países de la región. En Latinoamérica y el Caribe, la pobreza, la insalubridad y los bajos niveles de escolaridad van usualmente aparejados a los matrimonios de adolescentes, con los que muchas veces la familia de las muchachas intenta también garantizarles una seguridad económica que no podría tener en el hogar paterno.

Por tanto, el de Cuba ha de ser también un trabajo singular en el orden de esos matrimonios a destiempo, que no son demasiados, pero constituyen una brecha en el ejercicio de los derechos de esas adolescentes, son una puerta que se les cierra a su desarrollo personal.

Basta, por tanto, con que exista una sola Carmencita para unir inteligencias, saberes y acciones, como hacemos frente a la Covid-19. 

 

Comentarios

Buen artículo Vladia, si se pudiera llevar a los periódicos impresos sería de mucha utilidad, cuantas madres, padres e hijos encontrarían reflejados sus casos en él y de una vez pondrían el cuidado necesario en la educación sexual de los adolescentes de la familia, que a veces lo ven como un juego de niños y creen que todo va a transcurrir en santa paz, la opinion de los implicados es que sus padres los van a mantener, pero cuando no es así, a la hora de enfrentar la realidad se topan con retos inimaginables y ahí mismo termina todo, cada uno por su lado y arrastrando en el medio a un infante que nace en un familia disfuncional.
felicitavp@infomed.sld.cu

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