Más que una etiqueta: Matanzas no está sola
especiales
Un helicóptero arroja agua (se conoce como proceso de enfriamiento) recogida de la bahía a los tanques cercanos a los que arden en la Base de Supertanqueros de Matanzas. El incendio, provocado por una descarga eléctrica sobre uno de los tanques de crudo aún no se ha logrado sofocar. Foto: AP
Sí, es un hashtag de redes sociales, pero tengo pruebas de que es, más que una etiqueta, una verdad enorme, tan grande, que aplasta a los sietemesinos, a los que no tienen fe en su patria, ni amor con qué arroparla en estos momentos duros.
Cuando algunos prefieren hablar descansadamente de un «karma» que no merecen las madres de los desaparecidos, los hijos de quienes siguen allí arriesgando la vida, las abuelas de los muchachos del Servicio Militar a los que les ha tocado permanecer cerca; donde algunos enseñan sus miserias humanas, otros sacan toda la fibra de la que estamos hechos los cubanos.
Tal cual ha estado haciendo en su perfil personal de Facebook esta reportera impaciente, que ve acorralada entre cuatro paredes cómo su casa grande arde en llamas, comparte a través de este texto ejemplos de los que valen la pena, lo otro es hojarasca.
Desde la madrugada, mis colegas, algunos que quiero especialmente y otros que admiro, aun sin conocerlos personalmente, se mantuvieron reportando minuto a minuto. Cuando un equipo necesitó atención médica tras la segunda explosión, otros los sustituyeron, como hormiguitas nos dejaban saber a quienes andábamos desvelados: ahora junto a las llamas, luego desde la termoeléctrica Guiteras, en el hospital... y así se fueron multiplicando y repartiendo para informar, poniéndole cerebro y corazón, venciendo sus propios dolores.
Amaneciendo, supe del primo de una amiga que está en el Servicio Militar: «Él está bien, ha estado cerca, aunque no en la zona más peligrosa», me cuenta, «pero su jefe sí era de los que estaban ahí metidos cuando la segunda explosión, lo tuvieron que llevar lesionado para el hospital, pero ya volvió al lugar, así mismo, quemado, a seguir trabajando».
Todo eso sucede mientras alguien me llama «perra comunista» en los comentarios y yo no tengo tiempo ni para ofenderme; al final, algo perro, en cubano, es algo grande, ¿no? En fin, no tengo tiempo, debo compartir las transmisiones en vivo de Yirmara y Yeilén, las notas de Arnaldo, la respuesta de los trabajadores de Cupet, esta foto que me envía mi hermana Marlan Andreu, de su equipo en la UEB 2 Tendencias, Restaurant Pekín, cocinando para los vecinos del barrio de Versalles, que fueron evacuados:
No tengo tiempo para el odio porque debo agradecer, es justo y urgente, a las brigadas de bomberos, rescatistas, personal médico y de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, trabajadores de Aguas de La Habana, a un montón de seres humanos que van llegando desde Mayabeque, La Habana, Artemisa, desde cualquier pedacito de esta Cuba que es solo una, listos para colaborar, cada uno en lo que le toca.
Agradecer a los hospitales que se dispusieron inmediatamente a recibir lesionados, médicos y enfermeras que han vivido los últimos meses casi en pie de guerra entre una y otra contingencia, pero no se rinden y se aferran a cada vida. (Como joden, ante eso, los pájaros de mal agüero que andan anunciando muertes prematuras, mintiendo sin recato, como si lo desearan).
La solidaridad no es un eslogan, es un hecho en medio de tanto. El que lo dude, que vea este post de un matancero:
Todo el mundo ha estado con Matanzas. ¿Que les toca? Es cierto, pero eso no lo hace menos valioso. ¿Que las fotos no son al lado del fuego? No son bomberos, ni rescatistas, son hombres y mujeres que están cumpliendo su deber, pensando, tomando decisiones, ocupándose sin descanso y demostrando que #MatanzasNoEstáSola. Los máximos dirigentes de este país están allí también, justo en la vorágine que los convierte en líderes.
Y sin salir de casa, tampoco ha faltado la solidaridad. Hay quien solo ha podido entregar plegarias o encender velas y también se vale, hay quienes permanecen contenidos e impotentes, buscando el mejor modo de sumarse al esfuerzo colectivo. De eso estamos hechos en este país, lo demás es hojarasca.
Añadir nuevo comentario