Marta Valdés: Las claves de su canción

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Marta Valdés: Las claves de su canción
Fecha de publicación: 
4 Octubre 2024
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Con motivo del reciente fallecimiento de la extraordinaria compositora Marta Valdés, publicamos la entrevista que hace algunos años le realizamos.

Desde su lirismo, Marta Valdés ha creado temas que viven en la memoria de los que se aman porque acunan nostalgias o se duelen de ausencias. Una mujer con su guitarra para llenarlos de emociones tan antiguas como la noche. Sus composiciones están tocadas por la autenticidad.
 
Llora
Por lo que nunca hiciste
Por lo que nunca fuiste
Y quieres ser ahora.
Llora, llora
Por el amor que vuelve
 Y por el amor
Que jamás hallarás.
Llora
Por los amores viejos
Que se quedaron lejos
Y que tal vez añoras.
 Llora
Por este amor que crece
Y aunque después te pese
Confiesa que me adoras
Llora, llora, llora.

Habanera, nacida en 1934, el nombre de esta autora de culto no solo irradia en el panorama insular sino en el de Latinoamérica. Sus historias engarzadas en poéticos textos, riqueza armónica y melódica surgen de su propia experiencia o se han inspirado en la vida de personajes como el infortunado poeta matancero José Jacinto Milanés.

En su catálogo hay obras antológicas como Palabras, Tú no sospechas, En la imaginación, No te empeñes más, Tú dominas, Deja que siga solo, Llora, Canción desde otro mundo, Sin ir más lejos, Aunque no te vi llegar, piezas que por su validez han trascendido el tiempo.

En una mirada a la infancia recuerda como se aficionó a la música a través de la radio en una etapa en que florecían los tangos, las canciones mexicanas y luego la música norteamericana de los años cincuenta. Gracias a que su mamá le compró una guitarra a plazos, de las que entonces valían 15 pesos, pudo estudiar junto a otros niños con la profesora Francisqueta Vallalta.

- Marta, ¿de quiénes te sientes deudora? ¿Cuáles han sido tus mayores influencias?
 
-Pienso en mi madre y en mi tía, que se pasaban el tiempo poniendo canciones, en mi maestra y en los programas de radio, todos con buena música cubana, latinoamericana, y norteamericana que me formaron el gusto y ajustaron las tuercas de mi mecanismo para percibir la música que ha permanecido sustancialmente igual en mí a lo largo de mi vida.

Los ingredientes de mis primeros boleros los recibí de la manera en que Roberto Faz transmitió a Portillo y José Antonio, a Cristóbal Doval y Ñico Cevedo, del aire lentísimo que Benny Moré imprimió a ese género, de la perfección estructural de Pepe Delgado de Cosas del alma y el Julio Gutiérrez de Inolvidable; finalmente el detonante fue el Bola de Nieve de No me platiques más y No puedo ser feliz en un disco de la RCA Víctor de 1954. Mi primer bolero, Palabras, nació en 1955.

Hay influencias que entraron después en mi manera de andar por la música y fueron los que trajo a mi vida Leopoldina Núñez, mi segunda maestra de guitarra, al introducirme en el mundo de un músico cubano muy grande, muy rebelde e injustamente olvidado, Orlando Llerena. Soy una mezcla de todo eso que luego tomó la ruta de música para el teatro y trazó el perfil de un cancionero propio. En cuanto a mí no me siento reflejada en la música de otros como no sea por el intercambio de energía.

-Algunos te consideran una figura de transición entre el feeling y la Nueva Trova.

-Mira, el feeling ya estaba codificado y metido en el alma colectiva cuando yo comencé a componer. Luego tomé por otros caminos. He incursionado en la música tradicional, en las más diversas formas de la canción. Si algún aporte he podido hacer a esa manifestación es demostrar el genio de sus iniciadores que ha delineado un lenguaje tan sólido y perdurable al cual siempre podrá acudirse.

No soy la transición entre el feeling y la Nueva Trova. En primer lugar, porque no he hecho únicamente feeling y en segundo lugar, porque la primera sorprendida ante el advenimiento de una forma de canción totalmente diferente a la que entonces existía fui yo, que con gran alegría y emoción pude apreciarlo. Cuando ocurrió este acontecimiento en nuestra música yo estaba en lucha por configurar ese cancionero propio del que siempre hablo, en el cual hay una actitud abierta a todas las formas cantadas de nuestra música.

Ese espíritu de apertura que nos animó cuando nos sentimos en revolución, estaba fuertemente encausado en una persona que como yo en 1959 cumplí 25 años: le agradezco a la vida la posibilidad de haber podido describir una trayectoria atípica. Nunca como en aquellos momentos estuvo tan presente el verso de Martí “yo vengo de todas partes y hacia todas partes voy”. Desde ese momento yo, que me había iniciado sólo cuatro años antes, decidí no estancarme, no trabajar en función de la fama, la popularidad o el nombre, sino con el objetivo de aportar algo al cancionero de mi país y, por suerte, todavía estoy en lucha porque no he conseguido que en el alma de la gente una canción mía obre el milagro que se produce cuando se escucha aquello de “cuando se quiere de veras, como te quiero yo a ti”.

Marta se ha destacado componiendo música para el teatro en las piezas El perro del hortelano, Pasado a la criolla, El alma buena de Se-Chuán, El becerro de oro, La casa de Bernarda Alba y también para el cine. Ella ha actuado en España, México, Venezuela y Brasil. En 1990, legitimó un espacio cultural, cuando bajo una frondosa mata en Teatro Estudio, creó una peña que reunió a muchos jóvenes.

De la cantante Martirio y el flamenco apunta:

-Martirio es una artista inteligente a quien decidí buscar en la primera ocasión que tuve de viajar a España en los noventa. Yo quise someter mis canciones a su juicio y de ese encuentro nació un afecto grande; ella compartió conmigo sus amigos y les dio a conocer mis canciones, y un buen día decidió hacer una doble lectura al flamenco, de mi balada ¿Hacia dónde?, demostrando que las emociones están unas en las otras y que todos los lenguajes auténticos se comunican.

El flamenco es, al igual que los ritmos cubanos, un arte misterioso esencialmente vivo en quienes lo transmiten de una generación a otra. Para mí, no hay emoción como escuchar a mis amigos andaluces haciendo, muy bajito, el compás. Ellos cuentan mucho con el silencio y eso es una muestra de sabiduría en la relación del ser humano con la música.

-Tu música y el jazz, ¿cómo se imbrican?

- A los dos o tres años de haber compuesto mis primeras canciones hice amistad con el inolvidable Gerardo Piloto, uno de esos seres a quienes les corría el jazz por las venas. Mi mundo era el de las canciones americanas, pero no me había enfrentado verdaderamente a lo que es en sí el jazz, y él me inició en ese gusto enseñándome incluso a diferenciar los instrumentos y a seguir al hilo de las improvisaciones de aquellos grandes de los cincuenta. Desde entonces mi alimento espiritual, mi oxígeno, tiene dos componentes: el jazz y lo que comúnmente llamamos música clásica.

En nuestra conversación no podíamos dejar de hablar de su disco Tú no sospechas, con el gaditano Chano Domínguez y su trío.

-A Chano Domínguez lo conocí en casa de Martirio el día en que fui en busca de ella. Luego, lo aprecié musicalmente y lo tenía siempre puesto en mi casa cuando un buen día me llamó desde el Puerto de Santa María para decirme que después de haber escuchado el cassete con mis canciones que Martirio le había regalado, había decidido hacer un disco con música mía, pero con la condición que yo la cantara. Me aterré, pero no pude convencerlo para que lo hiciera con una cantante porque él quería hacer lo suyo dejándose conducir por mi voz, ya que las canciones estaban en mi memoria. Cuando me dijo “cantas tú o no hay disco”, decidí vencer el miedo y no me arrepiento porque fue una verdadera aventura que todavía no ha parado de abrirme camino.

La música de Marta la han grabado reconocidos intérpretes del patio como Bola de Nieve, Vicentico Valdés, Fernando Álvarez, Pacho Alonso, Elena Burke, Pablo Milanés, Miriam Ramos, René Barrios, Miguelito Cuní, Sara González, Alina Sánchez, Argelia Fragoso, Haydée Milanés…. En el extranjero ha estado en la voz de Cheo Feliciano, Martirio, Carmen Prieto, la Sonora Ponceña, entre otros.

La compositora se ha hecho acreedora de importantes lauros: el Gran Premio en el Primer Concurso Adolfo Guzmán por Canción eterna de la Juventud y el Gran Premio Cubadisco 2001 en la categoría de canción.

Desde la memoria, sus ricos conocimientos de la música, sino también por experiencia de vida, Marta ha escrito notables libros como son los titulados Donde vive la música, en el que la autora reflexiona sobre importantes figuras de nuestro contexto sonoro de ayer y de hoy, así como de apasionantes cuestiones del ámbito musical. Otros volúmenes editados son el de crónicas Palabras, que publicó la Uneac, y el testimonio La cuerda al aire, de ediciones Matanzas.

 

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